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—No —Drew habló amargamente mientras sus dedos sujetaban mi brazo como si su vida dependiera de ello.

Mi pulso salió disparado en cuanto vi su expresión de frustración, no había ni una pizca de burla o diversión como ya estaba acostumbrada. Simplemente sus ojos repletos de desesperación y de arrepentimiento hacían conexión con los míos que aún no detenían el torrente de lágrimas, que nublaba notablemente mi vista.

—No te vayas, por favor, no lo hagas—suplicó ejerciendo presión en mi piel.

Su voz cargada de súplica me producía un ligero escalofrío que me hacía tener intenciones de lanzarme a sus brazos y hacerle saber que todo estaba bien, pero no iba hacer eso. Definitivamente no.

—Deja tu actuación. No puedes decirme esto así como así y pretender que nada ha pasado. Entre tú y yo no hay nada y por eso mismo nunca debiste decirle todo a Tom porque era mi deber—mi voz se escuchaba temblorosa y por un momento me deteste al verme tan débil—. Tú no sientes nada por mí ni yo por ti, dejemos de fingir, Drew.

Vi como su mandíbula se tensaba y llegue a pensar que podría romperse pero éste solo abrió la boca.

—¿Mi actuación? ¡Pero de qué me estás hablando! ¿Cómo estás tan segura que yo no siento nada? ¿Me has preguntado? No, por supuesto que no lo has hecho y das por asumido el que sabes la respuesta cuando no es así—podía ver a la perfección que sus ojos ya no eran azules, ahora solamente era un mar de azul completamente oscuro en una fría tormenta.

—Tú mismo lo has dicho, siempre lo dijiste.

Temí, temí por su respuesta, por un segundo tuve miedo de saber que quizás estaba equivocada.

—Cierto, lo he dicho y no he cambiado de opinión. La verdad es que ni siquiera sé que mierda hago aquí contigo. Supongo que seguirás siendo una niña.

Soltó mi brazo y sus palabras fueron como mil cuchillas atravesando mi pecho, lentamente, girando de las cuchillas en mi carne para que sea aún más torturante.

—Bien. Espero no tener que volver a verte —respondí como un veneno dispuesto a ser inyectado. Mi cuerpo por si solo se encaminó hasta la salida del campus y me marché sin voltear.

No quise mirarle porque ya no podía estar más destrozada, mi mente ya no podía ser más macabra al recordarme que la culpa era exclusivamente mía, que tal vez si nunca hubiese aceptado las salidas con Drew yo ahora estaría yendo a casa con Tom; pasando el día junto a él, viendo películas, hablando, riéndonos o quizás saliendo con Matt y Caroline, pero sin embargo me encontraba aquí sola caminando de vuelta a mi apartamento donde desgraciadamente también vivía Drew.

Gruñí al recordar que él también vivía allí. Golpeé un par de piedras que se cruzaban en mi camino, estaba cansada de darme cuenta que mi vida giraba en torno a mi vecino.

Subí perezosa los escalones hasta mi hogar, por desgracia el ascensor estaba en mantenimiento y aunque odiara con mi alma tener que subir más de diez escalones, por ahora me resultaba agradable para seguir mantenimiento una conversación con mi persona. Empujé la puerta ingresando al salón, mis ojos se sentían hinchados pero eso no me detuvo a derramar un par más de lágrimas que ahora no me importaba que salieran, después de todo mi maquillaje ya estaba lo suficientemente corrido. Debo estar fatal.

Podría decirse que me sentía tan mecánica, como si mi mente estuviera en su propio mundo. Una taza de chocolate estaba entre mis fríos dedos, supongo que el clima en octubre no era del todo favorecedor, pero aun así me agrada ver los árboles con esas tonalidades anaranjadas y rojizas que tanto amaba. Nueva York estaba repleto de ruido que yo aun así lo percibía aunque me encontrará pasado el décimo piso. Cuando el teléfono me saco me ensoñación pegué un brinco que casi me hizo verter el líquido caliente en mis manos, caminé sacando el móvil de mi mochila.

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora