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Mi molestia con mi vecino conseguía superarme, no entendía como podía hablar así de Tom. No era una persona que me resultara de mi completo agrado porque estaría mintiendo, además yo no tenía porqué relacionarme con él.

Lancé el bolso al sillón en cuanto regresé de la cafetería. Mis llaves pude recuperarlas cuando volví del trabajo, estaba cansada y ahora debía hacer mis deberes con los cuales no tenia la menor idea por dónde comenzar.

Tomé una pizza congelada de la nevera y la saqué de su empaque para poder cocinarla. No me importa tener que comer esto porque no estaba de ánimos como para cocinar algo de comer. Ahora si podía decir que mi día había sido una completa mierda.

Me senté en el taburete esperando a que la pizza estuviera lista y apoyé mis codos en la mesa, deslizando mi cabeza entre mis brazos; dejando que así mi cabello quedará aún más enmarañado, no quería ni mirarme al espejo y ver el desastre que tenía por maquillaje.

Pegué un pequeño brinco en mi asiento al escuchar que mi comida estaba lista. Me levanté perezosa, casi arrastrando mis pies y saqué la pizza del horno para dejarla en un plato y cortar un par de rebanadas que llevé hasta la mesa con un zumo de naranja.

Me metí una rebanada en la boca y mastique lentamente para no atorarme con un pedazo de pizza, estaba comiendo tan salvaje, pero qué importaba. Ya moría de hambre, literalmente.

Cuando me sentí satisfecha, lavé todos los trastes que había utilizado y me en caminé hasta mi habitación para acomodarme en la cama, junto a mi computadora portátil.

Sería una larga y ardua noche, pero sabía que era necesario desvelarme si quería obtener una buena calificación. En estos momentos el descansar estaba en otro plano menos importante.

Un pitido desagradable me hizo saltar de la cama y deslice mi mano debajo de la almohada para tomar el teléfono que sonaba sin querer callarse. Apagué la alarma y estiré mi cuerpo, escuchando como mis huesos se acomodaban. En cuanto pude observar mi habitación, me fije en las hojas esparcidas que estaban en mi cama y las tomé disponiéndome a guardarlas en una carpeta para no perderlas, cosa que me ocurría muy seguido.

Me levanté corriendo hacia al baño, no quería obtener una discusión matutina con Tom, como siempre ocurría cuando yo me atrasaba más de lo que debía. Me arreglé lo más rápido que pude y es que de verdad quería desayunar tranquilamente y no atragantarme con mi cereal.

En cuanto tomé el bolso ya lista, escuché unos pequeños golpes en la puerta y caminé haciendo resonar el pequeño tacón de mis botas contra el suelo. En cuanto abrí la puerta, me encontré con esos castaños rizos enmarañados y esa sonrisa que tanto me atraía del chico que me miraba con dulzura.

¿Cómo el idiota del pelinegro podía creer que mi novio tenía cabello de chica?

Era lo más estúpido que había escuchado decirme y eso que siempre decía imbecilidades.

— Cariño, me sorprende ya verte arreglada —su suave voz llegó hasta mis oídos y se acercó rodeando mi cuerpo con sus brazos, vi su radiante sonrisa y automáticamente sentí sus labios contra los míos.

Sólo pude concentrarme en los suaves labios que besaban los míos en este preciso instante.
Sus manos se deslizaron hasta mi cintura, haciendo que mi pecho quedara apegado al de él.

Sentí los pasos de alguien más en el pasillo del edificio y me separé lentamente del castaño para observar detrás de él, por supuesto debía encontrarme con el chico de ojos azules que me veía con la mandíbula tensa pero luego me sonrió de lo más cínico y burlesco que podía, abrió la puerta de su departamento para luego entrar.

Los dedos de Tom tomaron delicadamente mi quijada para llamar mi atención y centrarme en sus ojos marrones.

— ¿Sucede algo?

Me miró preocupado y simplemente pude negar para acercarme a él e intentar salir de aquí.

— Sucede que llegaremos tarde.

En cuanto dije eso, nos dispusimos a salir del edificio e ingresar al coche de Tom.

No entendía a que había venido esa sonrisa, no se le veía feliz o divertido sino mas bien molesto ¿Estaría enojado por como le traté ayer? Pero lo cierto era que me desesperaba, la maldita actitud que mantenía conmigo.

— Estas algo callada hoy —me vio de reojo mientras se concentraba en el volante.

—He tenido una mala noche. Ayer me quede afuera del departamento y luego simplemente me fui a trabajar, por lo cual llegue bastante tarde a hacer mis deberes.

— Halle, ¿Por qué no me llamaste? Podría haber ido a buscarte —utilizó ese tono de reproche.

— No quería preocuparte, además estabas ocupado.

— Si pero eso no quiere decir que no podría haberlo hecho, Halle.

— Prometo llamarte la próxima vez.

Y esperaba que no hubiera una próxima vez, no es lindo quedar afuera de tu propio hogar.

— De acuerdo, linda —soltó el aire retenido y tomó una de mis manos para acariciarla suavemente, amaba que hiciera eso.

Llegamos al estacionamiento de la universidad y aparcó el carro para luego bajar de éste.
Entramos al edificio y me despedí de Tom, para ir casi corriendo por el pasillo, iba atrasada como todos los días de mi vida. Siempre interrumpía la clase.

El profesor me dio una mirada reprobatoria y me senté al lado de Caroline que soltó una pequeña risita al ver como acomodaba mi alborotado cabello.

— ¿Has vuelto a quedarte dormida? —me preguntó susurrando para que el Sr. Lewis no nos escuchara.

— En realidad no, Tom se atrasó.

— Ahora fue su culpa.

Murmuró riendo despacio y puso su mano en la boca para callar su carcajada.

— En verdad madrugo para llegar siempre tarde, creo que debería dormir más, igual no llegaré a la hora.

Le sonreí para escuchar como alguien se aclaraba la garganta y miré hacia al frente, encontrándome con mi profesor que me veía bastante molesto.

— Llega tarde Blackwood y además habla con su compañera, interrumpiendo mi clase —me reprochó frunciendo el ceño y arreglo sus gafas que se habían deslizado por el puente de su nariz.

— Lo siento.

Susurré avergonzaba, viendo como el resto de la clase me observaba.

— Escucho un murmullo más y les pediré a ambas que salgan de mi clase.

Asentí suavemente viendo a Caroline que mordía su labio para esconder su sonrisa, sabía cuán graciosa le resultaba la situación, siempre maldecía y se burlaba de él.

A veces no podíamos aguantar las ganas de imitarlo pero nos resultaba muy divertido su manera de hablar.

Lamento tanto demorar en actualizar, pero no saben lo agotadora que han sido estas semanas, solamente podré actualizar los fines de semana o los viernes e intentaré que los próximos capítulos sean más largos. No se olviden de comentar y votar si les ha gustado, nos leemos pronto ✌

Hit Me © | Terminada |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora