Era 15 de Enero acababa de llegar de mi última clase del día, danza clásica, esta clase me encantaba, había sido un día agotador, largo como ningún otro. Cuando llegué a casa cogí el correo, en él encontré facturas y publicidad pero hubo un sobre que me llamo la atención en especial, en el dorsal ponía ''Barcelona, España''.
Hacía 5 años que vivía en New York, 5 años en los cuales no había visitado mi ciudad, mi hogar. Todo este tiempo había sido gracias a una beca que me otorgó la escuela de artes escénicas, después de este tiempo estaba a punto de acabar la carrera de música y danza. A lo largo de estos años he ido trabajando en diferentes espectáculos, unos buenos y otros pasables, pero a día de hoy esperaba la respuesta del gran ballet de Nueva York. Ese siempre había sido mi sueño, siempre imaginaba mi futuro sobre un escenario, disfrutando de mis puntas e intentando rozar el cielo con mis dedos.
El tiempo había transcurrido tan rápido, mi vida aquí era tan agitada que no podía siquiera pensar en otra cosa, en este tiempo no había recibido noticia de España, de hecho, desde que me fui, no había vuelto ha hablar con nadie, ni siquiera mi madre llamaba para mi cumpleaños. La decisión que tomé, no gustó en mi casa, mi padre era un abogado muy respetado en Barcelona, mi madre doctora en un hospital y profesora en la Universidad Autónoma. Mi familia gozaba de un estatus social elevado, con un deseo claro que sus hijas siguiesen disfrutándolo y ganándoselo. Mi padre quería que estudiase medicina o magisterio, o según el algo de provecho, opinaba que la danza era una tontería, lo que nunca imaginó es que yo, su hija pequeña, dejaría todo por alcanzar mi sueño, incluso llegué a enfrentarlo. Desde ese día, desde aquel momento no volví ha hablar con nadie de mi familia.
Después de que todos esos recuerdos cruzasen mi cabeza decidí abrir el sobre, si habían reunido el valor para mándalo sería algo urgente. Mis manos com buzaron a sudar, mis piernas temblaban, ¿qué habría pasado para que se pusiesen en contacto conmigo? era una invitación para una boda, ¡mi hermana se casaba! Elena siempre había sido la preferida, ella siguió la misma senda que mi padre, estudio derecho ahora trabajaban juntos. Me pareció extraño que me invitaran porque prácticamente me habían desterrado. En la invitación ponía ''Elena Lara Oliver y Gabriel Acosta Rey" el prometido de mi hermana se llamaba Gabriel. ¡Aun no podía creerlo Lena se casaba! Junto la invitación venia un pasaje de avión para dentro de una semana y una nota de puño y letra de mi hermana en la que decía "Por favor no me falles. Te quiero". Todavía no creía lo que me estaba pasando después de tanto tiempo. De repente sonó mi móvil, contesté era Laura, mi mejor amiga.
-Hola, Laura.-Dije mientras seguÍa mirando la invitación.
-¿Vienes a cenar? Vamos todos para despedirnos. Además me voy en dos días no puedes decirme que no.- Dijo. No tenía muchas ganas de salir pero con ese chantaje lo tuve que hacer. En mi cabeza todavía resonaban aquellas palabras escritas por mi hermana.
- Está bien. En media hora ven a por mi.- Me vendría bien salir y beberme alguna compota de vino.
Me duché, me maquille, Laura fue puntual como siempre me llamo al teléfono y baje. Nos fuimos a cenar. Ella siempre me sacaba una sonrisa, la había conocido justo el primer día que pise esta ciudad, también era su primer día. Juntas descubrimos cada rincón, cada cafetería y cada bar. Salíamos a bailar, a cenar y a comprar, se había convertido en mi hermana. Le conté todo lo que había pasado y como la gran persona que era me dijo que el tiempo era lo mejor que nos podía pasar y que era hora de volver. Era una chica tan positiva, había sido mi luz en mis días más oscuros y ahora nos teníamos que separar. La noche acabó entre lágrimas y copas de vinos, recordando todo lo vivido y prometiéndonos que volveríamos a esta ciudad juntas.
Los días empezaron a pasar muy rápido, cuando quise darme cuenta Laura ya se había ido, aunque hablábamos casi todos los días ella ya no estaba allí no podía aconsejarme. Faltaba un día y yo todavía no sabia si mi destino era volver o seguir en la ciudad que me había acogido este tiempo. Por una parte era mi hermana y me hacía feliz que se acordase de mi, me alegraba que no se hubiese olvidado, pero por otra no sabia como reaccionaría mi padre, tenía miedo de llegar allí y que no me aceptara. Era complicado. Esa noche me acosté a dormir muy pronto o por lo menos lo intente, pero no podía dejar de pensar en ello. Finalmente me venció el cansancio y me quede dormida.
Al día siguiente me desperté muy temprano eran las 6 de la mañana, estaba acostumbrada a levantarme a aquella hora por la rutina de las clases. Cogí el iPod y me fui a corre necesitaba pensar, el avión salia a las 5 de la tarde y todavía no sabia que hacer. Entonces mientras corría pase por delante de una tienda de tarjes de novia sin darme cuenta me paré y en un cartel al lado de un vestido ponía Elena, era el nombre de mi hermana. Salí corriendo. Al llegar a casa me duche y empece a preparar la maleta cuando lo tuve todo, cogí un taxi y me fui al aeropuerto.
Al llegar al aeropuerto empecé a buscar los datos de mi vuelo, por dónde tenía que embarcar y si iba con retraso o no. El vuelo iba puntual no había ningún problema. Faltaban dos horas para que el avión saliese.
- Los pasajeros de el vuelo 2389157KJ con destino a Barcelona, por favor, embarquen por la puerta 5B.- Sonó por megafonía. En ese momento me levanté y me dirijí a embarcar. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero la primera fue la cara de decepción que puso mi padre cuando le dije que estudiaria danza y música, esa cara se convirtió en una gran discusión que finalizó con mi padre echándome de casa, retirándome su apoyo y con el todo el de mi familia, me dejo sola. El avión despegó y al mirar por la ventanilla solo pude pensar que en unas horas estaría en casa.
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Mirame, ¿por qué no me quieres?
Teen FictionMi nombre es Giselle, pero todo el mundo me llama Gis. Estoy a punto de volver a mi casa y espero que todo siga igual a como lo deje hace 5 años.