A la mañana siguiente me desperté sola en la cama, Álvaro no estaba, ¿dónde había ido? ¿por qué me había dejado sola? y la pregunta más importante ¿Qué se supone que debería de hacer ahora yo? Entonces fue cuando escuché un ruido en el comedor, me asusté, estaba en una casa que no era mía, y encima sola. Me levanté de la cama y salí. El ruido que me asustó era Álvaro haciendo el desayuno. No sabía que supiese cocinar.
-¡Buenos días, princesa! ¿tortitas?- Me dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
- Buenos días, no sabía que cocinabas.
- Ni yo tampoco pero google ayuda mucho.- Se echo a reír.
- Serás tonto.
- Te hago el desayuno y me insultas.- Puso cara de rabieta de niño pequeño.
Me acerqué a él y le acaricié la cara, luego le di un beso en la mejilla, poco a poco me iba acercándome mas a sus labios.
- Si te pones tan cerca no puedo enfadarme.
-¿A no?
- Pues no.- Entonces se abalanzó sobre mi y me besó.
- Buenos días.- Dije.
- Si ahora si que son buenos.- Me volvió a besar.
- ¿Desayunamos?
- No se yo si te van a gustar mis tortitas, verás te voy a decir un secreto, acércate.- Me llamó haciéndome un gesto con el dedo.- Es que las tortitas han salido un poco deformes y creo que les he echado mucha sal.
- No pueden estar tan malas. A ver dame un trozo.- Me dio un trocito y me lo metí en la boca. Dios sabía a... no se no como definirlo, estaba tan malo.- ¿No tienes cereales?- Él se echó a reír.
-Ves tenía razón.
- Por una vez y sin que sirva de precedente, si, tienes toda la razón del mundo.
Entonces sacó los cereales y nos pusimos a desayunar, o bueno lo intentamos. Era imposible desayunar con ese hombre, no paró de mirarme fijamente, se acercaba a mi y me besaba, me abrazaba, no se despejo de mi ni un momento.
- Me voy a duchar.- Le dije y me metí en el baño.
Puse el agua caliente y me desnudé. Me metí en la ducha y dejé que el agua recorriese mi cuerpo. Nunca me había sentido tan bien. Era una mañana preciosa. Sentía el agua por mi cuerpo mientras me acordaba de lo ocurrido anoche, de como había empezado la noche y de como había acabado. Haber estado allí con él, en su casa, su cama, su cuerpo sobre el mío, no me lo podía creer. De repente sentí unas manos sobre mi cintura, no se porque pero me asusté.
- ¡Eh! Tranquila soy yo.- Me digo susurrándome al oído.
- ¿Qué haces aquí?- Me giré y le mire a los ojos. Él me besó.
- Si quieres me voy.
- No, quédate.- Me tiré encima de él y empecé a devorarlo.
Mientras el agua recorría nuestro cuerpo estuvimos junto, él me devoraba con sus labios y yo me dejaba hacer. Cuando estaba con él mi cuerpo se descontrolaba, era como si no fuese yo la que decidía, me dejaba llevar totalmente por él, y ese descontrol me ponía nerviosa, porque no era dueña de mis actos.
Salimos de la ducha y yo miré mi teléfono para ver si tenía alguna llamada y tenía como mil llamadas de mi hermana, Dios no me acordaba la comida con Gabi y sus padres, como se me había podido olvidar. Miré la hora y era super tarde tenía el tiempo justo para cambiarme y salir corriendo.
- ¿Lena?
- ¿Dónde estás?- La noté enfadada.
- En un cuarto de hora estoy allí.
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Mirame, ¿por qué no me quieres?
Teen FictionMi nombre es Giselle, pero todo el mundo me llama Gis. Estoy a punto de volver a mi casa y espero que todo siga igual a como lo deje hace 5 años.