En cuanto subí al coche, David se inclinó y me dio un beso en la mejilla. Era arrebatadora mente sexy, su físico, su postura, sus gestos, era un regalo caído del cielo. Por suerte había caído en mis manos.
-Hola.- Dije tímidamente.
- Creo que me equivoqué, no eras la más guapa del restaurante sino de Barcelona.- Dijo en un tono galante.
- Eres un zalamero.
- ¿Preparada para cenar?
- Si, ¿a dónde me llevas?- Pregunté con curiosidad.
- Es un sitio sorpresa, pero seguro que te gusta.
Me dejó intrigada. Durante el trayecto estuvimos hablando de nuestros viajes. Él me contó que había estado viviendo una temporada en Los Ángeles, después se mudó a Japón y había estado en China y México. Yo le conté que prácticamente había recorrido toda norte América y aunque habían digo pocos viajes también había ido al sur. Entonces llegamos al restaurante, cocina japonesa, al entrar nos llevaron hasta una mesa apartada, parecían que allí lo conocían bastante.
-¿A cuántas has traído aquí?- Le pregunté. Era obvio, me atraía tanto que hubiese dejado que el cielo cayese sobre nosotros.
- He traído a muchas.- Me quedé con cara de poker, como podía ser tan fantasma.- Pero ninguna a sido como tu.- Me guiñó un ojo.
- Eso es una verdad. Dudo que hayas podido encontrar nadie como yo en el mundo. Soy única. - Me puse seria.
-¿Quieres qué te sea sincero?
- Ante todo.
- Se lo digo a todas.- En ese momento supe a lo que iba, pero por lo menos era sincero.- Pero nunca hasta hoy había pensado que era verdad.
Cuando vino la camarera él pidió la cena, yo realmente no tenía mucha idea de comida japonesa, así que le deje que el decidiera. Creo que apenas un par de veces había comido aquel tipo de comida. En Nueva York vivía de ensaladas y piña. Luego estuvimos hablando un rato de nuestras vidas, él me contó como había decidido estudiar publicidad y yo le conté algunas anécdotas de NY. Sin darnos cuenta habíamos acabado de cenar. Había mucha química entre nosotros nos entendíamos bastante bien, pero había algo en él que no me encajaba. Finalmente pagamos la cuenta y nos fuimos.
-¿Quieres ir a tomar algo?
- Si no te importa podrías llevarme a casa.- Estaba agotada no podía mas, se me cerraban los ojos. Entonce bostecé.- Si quieres dejamos esa copa para otro día.
-Esta bien pero me la debes.- Dijo mirándome fijamente a los ojos.
Nos subimos al coche y me llevó a casa. Cuando llegamos él se bajó del coche y nos despedimos en la puerta de mi casa. Entonces se acercó y me besó. Su beso fue cálido sensual me gustó mucho, en ese momento lo hubiese metido en casa y lo hubiese seguido besando. Él se separó un poco y me susurro al oído.
-No te me vas a escapar. Tengo tu teléfono.- Luego me besó en la mejilla.- Buenas noches.
-Buenas noches.- Dije y me metí en casa.
***
Al entrar en casa me dirigí hacia mi cuarto pero en el trayecto me encontré con mi padre. Me miró con esos ojos penetrantes suyos y con esa cara de decepción con la que me miraba siempre.
-¿De donde vienes?
-Hace mucho tiempo que decidiste que yo no te importaba no veo porque tengo que contestarte esa pregunta.
- Eso es cierto.- Mi padre era muy duro.- Pero mientras estés viviendo en esta casa deberás llegar a horas decentes.
- Pues si ese es el problema tranquilo que solo sera mas en cuanto pueda me voy de tu casa.
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Mirame, ¿por qué no me quieres?
Teen FictionMi nombre es Giselle, pero todo el mundo me llama Gis. Estoy a punto de volver a mi casa y espero que todo siga igual a como lo deje hace 5 años.