No llores, demuéstrale lo que se ha perdido.

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El día siguiente me desperté y sentía como si me hubiesen pasado mil coche por encima me encontraba fatal, no quería levantarme de la cama. El simple viaje hasta el baño resultó una tortura lenta. Quería permanecer en la oscuridad más absoluta y no salir de debajo del edredón. Entonces la puerta sonó.

- Cariño, soy mamá levántate que se te va ha hacer tarde.

- Mamá, déjala. Vamos a desayunar.

Escuché como mi hermana se llevaba a mi madre. Me levanté y fui al baño, volví a la cama y me acosté, ni siquiera levanté las persianas. Solo me volví a tirar en la cama, tenía una cara horrible, ojeras, los ojos rojos, hinchados, estaba totalmente demacrada y no podía parar de llorar.

Mientras tanto en el salón mi hermana le contaba lo sucedido a mi madre.

- Anoche, Gis me llamó, estaba muy nerviosa y no paraba de llorar. Me dijo que fuese a por ella.

- ¿Qué pasó?

- No lo se, mamá. No me dijo nada y en el estado en el que se encontraba no quise preguntar.

- Ahora mismo voy a hablar con ella.

- Mamá déjala. Ahora no sirve de nada que hables con ella. Cuando quiera contarnos algo lo hará.

Al rato sonó mi teléfono, era de la escuela, seguramente sería Rosa, mi clase ya tenía que haber empezado y yo no estaba allí. No contesté, no podía hablar con nadie y mucho menos me arriesgaría a que en vez de ser Rosa fuese Álvaro. A la hora de comer subió Juana, ella había sido nuestra nana de pequeñas y ahora se encargaba de la casa, me trajo la comida y me la dejó en la puerta.

- Niña, aquí tienes la comida.- Me dijo

Yo ni tan siquiera me levanté a abrir la puerta, no cogí la comida. No comí, no tenía hambre, sentía que ya no valía nada la pena. Nunca me habían hecho este daño, y lo peor era que encima él me dijo que me quería, ¿cómo se puede querer a una persona y hacerle tanto daño?, era un cínico e hipócrita. No quería volver a verlo en mi vida. Cosa que sería difícil porque trabajábamos juntos. Con lo bien que estaba en NY, en cuanto pase la boda me voy.

Pasé todo el día en mi habitación tirada en la cama, mirando a la nada. De vez en cuanto lloraba, pero ya no me quedaban mas lágrimas. Sin darme cuenta se hicieron las 8 de la tarde en mi puerta seguía y la bandeja de la comida.

Mi madre y mi hermana llegaron a casa y rápidamente subieron a ver como estaba, pero yo seguía encerrada. Mi madre llamó a la nana y le pidió que se llevara la bandeja de comida de allí.

Lena y mamá, bajaron a cenar. Mi madre le pidió a la nana que me subiese un plato de comida.

- Mi niña, tienes que comer. En la puerta te dejo la comida.

Yo seguía sin hambre, así que no me levanté.

Al día siguiente más de lo mismo. Rosa llamó a casa y mi hermana le dijo que estaba enferma y que no sabría cuando volvería, así que le dijo que en cuanto pudiese yo la llamaría. Realmente mi hermana no sabía que me pasaba así que no le quedó otra que mentir.

Los días seguían pasando y yo seguía en la cama, aunque empecé a comer un poco, pero seguía sin salir de allí. Habían pasado ya cuatro días desde aquella noche horrible. Mi hermana vino a mi habitación y tocó la puerta.

- Gis, soy Lena. Estoy preocupada por ti. Por favor ábreme. Venga tenemos que hablar.

Al escuchar el tono de suplica de mi hermana me levanté de la cama y le abrí la puerta. En cuanto me vio me abrazó. Cuando el abrazo se acabó yo volví a la cama. Lena se sentó conmigo.

Mirame, ¿por qué no me quieres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora