¿Por qué?

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En un primer momento no supe que hacer, luego lo recordé, Álvaro ¿dónde está ese imbécil? Me levanté de la cama. Estaba en una cabaña de madrera. Salí para ver donde estaba, pero no conseguí nada, seguía siendo de noche, pero por lo que pude ver la casa estaba muy apartada, no había más casas alrededor. Entré corriendo y busqué mi bolso, pero no lo encontré.

- Hola, dormilona.- Salió del baño.

- Tu eres imbécil, ¿qué hago aquí?¿dónde estamos?

- No recordaba que tuvieses tan mal despertar

- ¿Mal despertar? Tu eres idiota ¿o qué?¿dónde estamos?

-¿Tienes hambre?

- No me lo puedo creer, pero ¿tu no me escuchas?¿qué parte no entiendes?

- Me debes una conversación y la vamos a tener quieras o no.

- Pues muy bien, vas ha hablar tu solo, porque lo que soy yo me voy de aquí ahora mismo.

- Vete donde quieras, estamos en un valle y el pueblo más cercano está a 10 kilómetros.

- Pero tu, tu... quién coño te crees.- Empecé a darle puñetazos en el pecho.

- Para, estate quieta, vamos ¡para!- Me agarró.- Esto era lo que querías ¿no?- Estaba a pocos centímetros de él.

- ¡Suéltame!

- No

- ¡Suéltame!

Se acercó y me besó. Por un momento me enganche al beso y lo peor era que los echaba de menos, bueno lo echaba de menos a él. Luego me acordé de lo que me hizo y me aparté. Luché por soltarme, contra mi deseo, contra mi impulso y sensaciones. Estar aquí en una cabaña, con él, controlando mis instintos, en cierto modo sacaba lo más profundo de mi ser. Hacía que mi piel irradiase necesidad de la suya, pero debía soltarme, debía alejarlo o acabaría destrozándome.

- No me vuelvas a tocar.- Le pegué una bofetada.- Podrás obligarme a quedarme aquí esta noche, pero no vas a poder obligarme ni a escucharle, ni a estar contigo.

Salí fuera de la casa. Hacía un frío horrible. Álvaro salió detrás mio.

- Gis, entra, hace mucho frío y es de noche.

- ¿Para qué?¿Qué quieres de mi?- Rompí a llorar.

- Gis, ¡ven!

- Déjame, me voy. Aunque tenga que caminar toda la noche.- Salí corriendo.

- Gis, Gis...- Salió corriendo detrás mio.

Mientras corríamos empezó a llover.

- Gis, para y vuelve a la casa. ¡Gis, para!- Decía gritando detrás mio.

Finalmente me alcanzó, era lógico, era más rápido que yo.

- Que haces, ¿te has vuelto loca?

- ¡Loca, loca! Yo soy la que está loca. No se que pretendes, quieres la verdad, vas a tener la verdad, si Álvaro te quise, me destrozaste.- Seguía llorando.- Pero sabes que es lo peor que debería odiarte por lo que me hiciste, me mandaste al rincón más oscuro, pero no puedo dejar de quererte. ¿Sabes? respondiendo a tu pregunta, si estoy loca, porque ni siquiera debería odiarte, no debería sentir todas las cosas que siento cuando te miro, no tendría que sentir nada por ti. Ganaste tu apuesta, tu dinero, ahora déjame reconstruir mi vida, que intente ordenar lo que destruiste. Déjame.- Al verme destrozada me abrazó. Yo seguía llorando sin consuelo.

- Lo siento, lo siento mucho.- No hacía más que repetir esas palabras. Entonces me besó yo no tuve fuerzas para detenerle y lo dejé, me cogió en brazos y volvimos a la cabaña.

Mirame, ¿por qué no me quieres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora