El hilo rojo

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Existe un hilo rojo que no se puede ver a simple vista, pero que une los meñiques de dos personas que están destinadas a estar juntas.

Todos estamos unidos a otra persona y es el hilo rojo el que se encarga de unirnos estemos donde estemos.

Este hilo rojo, además de ser invisible, es resistente, es capaz de soportar cualquier distancia, peligro, separación o conflicto. Es un lazo tan fuerte que ningún obstáculo podrá romperlo y que mantendrá a esas dos personas siempre unidas.

Según la leyenda, del dedo más pequeño de tu mano se desprende un invisible hilo rojo que te conecta de forma definitiva y profunda con el hilo de otra persona.

Aquellos que estén atados por un hilo rojo, están destinados a encontrarse y vivir una historia sin importar el tiempo, la distancia o las circunstancias que los separen.

A lo largo de la vida el hilo puede extenderse o enredarse, alejándolos momentáneamente de esa persona, pero nunca puede romperse.

—Así que Sehun oppa...

Dijo una pequeña niña de cinco años, quien tenía un gran tira de hilo rojo entre sus manos y había aprovechado el que Sehun estuviera atento a la historia que le contaba para anudar uno de los extremos del hilo rojo en su dedo meñique.

—Quiero quedarme para siempre contigo.

Era la primera vez que Sehun escuchaba la leyenda del hilo rojo y había quedado fascinado con lo que era capaz de hacer. Apenas iba a cumplir cinco años también, y aunque era muy listo y no creía en las historias que su profesora le contaba o cosas que los adultos le decían como "Te va a crecer la nariz" o "Un desconocido te llevará en su saco", creyó plenamente en esto porque le encontraba sentido a que todos estemos creados en parejas.

Sehun notó el amarre del hilo en su dedo cuando la niña lo jaló un poco para atarlo ahora en el suyo. Sehun creyó que si ella terminaba de amarrarlo entonces sería ella con quien pasaría el resto de su vida y él no quería a nadie más que no fuera a quien tenía en mente.

Sehun utilizando algo de fuerza jaló el hilo y en cuanto vio que ya no era sujetado por aquella niña, salió corriendo hacia su salón de clases.

Él nunca quería separarse de alguien en especial, y si aquella persona no tenía conectado su hilo rojo con el de Sehun, él iba a hacer que eso sucediera de todas maneras.

El que su mamá lo dejara a dormir en la casa de Junmyeon como a veces acostumbraba hacerlo fue un gran golpe de suerte para él. Había traído su pijama, unos libros y el hilo rojo en uno de los bolsillos de su pantalón.

Había mantenido en secreto lo que sabía acerca del hilo rojo por si alguien intentaba atarlo al meñique de su persona favorita. Tampoco le había devuelto el hilo a su compañera de aula porque ingenuamente creía que ese hilo no era común ni corriente, sino el que tenía el verdadero poder.

Cuando Sehun entró a la habitación, Junmyeon se encontraba sobre su mesa con temática de Star Wars, sentado sobre su silla y recostado sobre ella. Al parecer se había quedado dormido sobre algunos libros y no sabía desde cuando se encontraba en esa incómoda posición. Sehun dejó su mochila con sus cosas sobre el suelo y seguidamente se acercó en silencio a la cara de Junmyeon para depositar un pequeño beso sobre su nariz; esto hizo que Junmyeon se despertara al instante mostrando un gesto de asombro dibujado en su rostro, para luego sonreír cálidamente como lo hacía cada vez que estaba con Sehun.

— ¿Puedo quedarme a dormir?

Junmyeon no necesitó decir nada, su sonrisa y la manera en que sus ojos se volvían cuando estaba verdaderamente feliz, lo decía todo.

Cuando ambos estaban ya cambiados y echados en la cama, Sehun le contó a detalle la historia del hilo rojo como si fuera un secreto solo de los dos. También le contó la forma en cómo se enteró de dicha leyenda y como casi es unido de por vida con una niña.

— ¿Sabes porque no quería que lo terminara de atar?

Junmyeon negó con su cabeza incapaz de comprender las razones de Sehun.

—Porque quería atarlo a ti.

Justo en ese momento Sehun sacó a la vista el hilo rojo que tenía escondido. Estaba envuelto en un pequeño ovillo para que no se enredara, Sehun se había encargado de cuidarlo muy bien para no perderlo o dañarlo antes de que estuviera en el meñique de su amigo.

— ¿A mí? ¿Por qué?

—Porque eres mi persona favorita y nunca quiero separarme de ti.

Junmyeon volvió a mostrar aquella sonrisa que solo se la regalaba a Sehun. Se sentía feliz porque no dejó que otra persona atara el hilo a él, porque lo había escogido entre tantas personas que conocía. Sehun le había dicho que el hilo tenía poderes y Junmyeon iba a creer todo lo que dijera.

Sehun no tardó mucho en tomar el meñique de Junmyeon y atarlo por sí mismo asegurándose de darle muchas vueltas para que el hilo no se soltara, luego siguió su turno, pero antes de que tomara el otro extremo, Junmyeon quiso atarlo para él.

—Si lo ató a tu meñique tendrá más poder.

Sehun devolvió el gesto con otro beso sobre la mejilla de Junmyeon; a él le encantaba besarlo porque sentía que era algo que solo podía compartir únicamente con él.

Al poco tiempo ambos quedaron dormidos con sus pequeños cuerpos juntos regalándose un poco de calor y esperando que su deseo se volviera realidad.


Al día siguiente Junmyeon fue el primero en despertar. Abrió los ojos con pereza pensando en que pronto tendría que ir a la escuela de nuevo, tenía mucho frío y anhelaba tanto que las vacaciones llegarán pronto.

Cuando Junmyeon se desperezó estirando ambos brazos, notó que el hilo ya no se encontraba atado a su meñique. Buscó desesperadamente la punta del hilo sobre la cama, alzó las sábanas con cuidado y miró por todos lados hasta que lo encontró muy cerca de Sehun; Junmyeon se sintió un poco aliviado al encontrarlo y al ver que el hilo aún seguía atado al meñique de su amigo pero al ver el hilo lejos del suyo, unas cuantas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.

Estuvo pensando en decirle la verdad a Sehun y culparse por haber ocasionado eso, aunque nunca había querido que el hilo terminara así, ni tampoco encontraba una explicación para que ya no estuviera en su dedo; pero al imaginar su carita llena de tristeza se arrepintió al instante. Lo único que podía hacer era volver a tomar el hilo y atarlo él mismo a su meñique para que el hechizo tal vez no se rompiera. 

Wind and Water | SeHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora