Capítulo 5

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Capítulo 5

Estuve toda la noche pensando en el beso, ¿sería de despedida? ¿O porque Esteban sentía algo de verdad por mí?

Me reí de esa idea, Esteban el ligón estaba enamorado de la chica rica protestante que tenía tan poca paciencia que saltaba por cualquier cosa, ridículo.

Parecía el argumento de una de las novelas románticas cutres que le gustaban a mi madre.

Sin embargo, la parte donde me decía que le esperara me dejaba un poco desconcertada. ¿Y si...? Imposible. 

Odié a Esteban en ese momento, no debería estar pensado en sus razones para besarme, debería estar ideando un plan de fuga para no ir a ese estúpido internado. Podría haber pensado en un plan de perderme entre la gente en el aeropuerto o incluso fingir un ataque terrorista para que me arrestaran y no me dejaran viajar, haría una bomba de plastilina pero no, por culpa de Esteban tuve que quedarme tranquila y callada cavilando sobre nuestra relación. Aunque llamarla de ese modo me parecía poco adecuado, porque él y yo no éramos nada. Solo amigos. Ahora me estaba planteando también lo segundo.

Y por ello me encontraba en un taxi de camino al aeropuerto con alguien siguiéndome porque mi madre no creía que iría por las buenas.

Mujer lista. Me conocía la muy puñetera.

En cuanto fui a embarcar lo miré a la cara y le hice la señal de "te estoy vigilando" el miró a todos los lados confundido, pobrecillo pensaba que no lo descubriría. Era la gran Olivia Martínez, me percataba de todo. Yo le sonreí y le dije adiós con la mano mientras pasaba el detector, él estaba aun más confundido que antes y eso me gustaba.

Ya en el avión me hicieron pasar a primera clase, estúpido padre que me había pagado los billetes, ¡yo quería ir en turista! Todo lo interesante pasaba allí, además si el avión se cae los de primera clase son los primeros en morir.

Pude ver como una señora gorda con un perro enano en un bolso me miraba de arriba abajo desaprobadoramente y luego se sentaba lo más lejos de mi posible.

Vale, no parecía una señorita rica pero no era para mirarme así, dios como odiaba a la gente rica que piensan que por tener más dinero son superiores a los demás. E iba a tener que aguantar a gente como ella durante el resto del año, genial...

Tuve una gran idea.

Me levanté de mi asiento y cogí un cuchillo de la comida, en primera clase no los servían de plástico.

-Yo ser de una mafia rusa muy peligrosa- dije con acento ruso- si alguien querer morir, gritar y yo le clavo esto en la garganta.

Pude ver como la gorda empezaba a temblar más que su perro.

-¿Quiere todo nuestro dinero?- preguntó temerosa.

-No me interesa su sucio dinero, yo sólo querer respeto, pero no sólo para mi, querer respeto por todos las personas. Si me entero que ustedes tratar mal a cualquier otra persona yo rajaros.

Todos asintieron con un profundo miedo.

-No... no trataremos a nadie mal- prometió un señor del fondo.

-Y ahora nada de esto ha sucedido- me volví a sentar en mi sitio y cogí una revista, los demás pasajeros me miraban aterrados pero fue la gorda quien tuvo el valor de llamar a una azafata.

-¡Quiere rajarnos!- gritó nada más que llegar la mujer.

-¿Cómo?- preguntó la azafata confundida.

-Aquella chica, amenazó con rajarnos- me señaló.

-Disculpe- le dije sin acento- es de mala educación señalar a la gente, y yo no he hecho nada- sonreí.

Élite (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora