Capítulo 29

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Capítulo 29

Al abrir los ojos no me encontré en la vieja tienda de campaña. Estaba en una habitación de color malva, tenía una gran estantería llena de libros de todo tipo, y... ¿por qué había tantos peluches?

En la esquina había un pequeño escritorio con un ordenador portátil encima, y había tres puertas que daban a otro sitio. Pude ver por el rabillo del ojo que al lado de la cama, muy cómoda por cierto, se encontraba mi maleta y mi guitarra.

Me levanté poco a poco, mi cuerpo parecía como nuevo, pensé que después de inhalar esa cantidad de humo estaría peor.

Y entonces miré mi cuerpo.

¿Qué narices había pasado con mi ropa?

Mi ropa había sido sustituida por un camisón de seda rosa... no me gustaba el rosa ¿por qué no me lo pusieron de cualquier otro color?

Abrí la primera puerta que encontré y estaba llena de todo tipo de prendas y zapatos. Supuse que ese debería ser el vestidor. Era casi tan grande como la habitación en la que me encontraba, y lo peor era que juraba que toda la ropa era de mi talla.

Abrí la siguiente puerta y me encontré con un baño equipado con todo lo que podría querer una adolecente, había grandes cantidades de maquillaje, una plancha, secador de pelo y un rizador de último modelo por no hablar de la ducha que era muchísimo más grande que cualquiera que hubiera tenido.

Cuando me dispuse a abrir la segunda puerta una chica, con uniforme de criada, entró por ella.

-Ya has despertado señorita.

-Sí- murmuré confusa- ¿cuánto he dormido?

-Lleva un día durmiendo señorita.

-Olivia- la corregí- me llamo Oliva.

-Lo siento pero las normas me obligan a tratarla de usted.

-¿Normas?- ella asintió lentamente- ¿dónde estoy?

-Me han prohibido darle esa información.

-Bien, entonces lo descubriré por mí misma- dije decidida.

-¡Señorita!- exclamó la criada al ver que salía al exterior.

Temía que me persiguiera por eso comencé a correr y mi cuerpo respondió positivamente ante el ejercicio. No sabía dónde estaba, era un pasillo enorme que parecía no tener fin.

Pero al parecer sí que tenía fin porque me tropecé al llegar a las escaleras. Había bajado las escaleras rodando y enrollándome en la alfombra roja que las recorría, ahora era un burrito de Olivia.

-¡Olivia pero qué...!

Un momento esa voz yo la conocía...

Unas manos hábilmente me ayudaron a salir de entre la alfombra y me encontré con dos ojos castaños. No podía ser...

-¿Gabriela?

-¡Hermanita!

Y así las hermanas Martínez nos dimos un gran abrazo. Yo no soy una persona muy de abrazos pero añoraba a mi hermana más que nunca, parecía que habían pasado años desde la última vez que la vi y juraría que estaba más alta.

-Pero... yo...- intenté hablar.

-¡Sorpresa!- me dio un beso en la mejilla- ¡estás más alta!

Me encogí de hombros.

-¿Y Max?

-En casa- comentó- yo quería pasar las navidades con mi familia, y desde que papá me llamó para decir...

Élite (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora