Capítulo 2

37.8K 1.5K 406
                                    


Capítulo 2

Gabriela como era de esperar no tardé en irse de casa en cuando oyó que mamá se había quedado dormida. Ella pensaba que mamá la considera una decepción, que no la quería pero eso no era cierto, si no la quisiera ¿por qué se molestaba en pagarle los estudios en la universidad o su apartamento? O ¿por qué sobornar al profesor? Mamá nos quiere pero tiene una forma particular de demostrarlo.

Me imaginaba a Gabriela acurrucada en un sofá junto a Max, todo sonrojado, relatándole detenidamente todo lo ocurrido.

Yo por mi parte me pasé todo el día en el ordenador escribiendo mi próximo trabajo dónde me quejaba de los abusos contra animales, le iba a enviar ese artículo al periódico, era una de sus mejores informadoras. Más de una vez uno de mis trabajos habían sido publicados, como en el que relataba como las monjas habían sido poseídas por el diablo, gracias a mi artículo registraron el convento y descubrieron que las monjas se dedicaban a un montón de asuntos ilegales. ¡Anda con las monjas que van de santas y mira lo que ocurre!

Estaba enfrascada relatando como había presenciado como un chico había lanzado a su gato contra la pared cuando mi teléfono vibró, sonreí al ver que era Esteban quien me enviaba un mensaje.

Esteban era uno de los chicos con los que hacía las manifestaciones, era lo más cercano a un amigo que tenía.

Esteban: Preciosa tenemos una manifestación esta tarde ¿te apuntas?

Olivia: ¿Sobre qué? Y no me llames preciosa.

Esteban: Violencia de género, al parecer un marido ha secuestrado a su mujer, vamos a hacer una manifestación delante de su casa. Y te seguiré llamando preciosa, sólo digo la realidad.

Negué con la cabeza, a Estaban le gustaba coquetear contra todo ser del sexo opuesto. Escuché detenidamente y pude oír el ronquido de mi madre, estaba completamente dormida, sonreí no se despertaría hasta mañana y yo podría ir a la protesta.

Olivia: Iré, llevaré el megáfono. Y sabes de sobra que no me gusta que me llames preciosa ¿y si yo empiezo a llamarte precioso?

Esteban: Te espero allí. Me pondría feliz y querría besarte.

Olivia: Sigue soñando.

Abrí el armario y debajo del montón de ropa y mantas, que mi madre no se atrevía a tocar por miedo a que fuera infeccioso, se hallaba mi preciado megáfono. Mi madre después de sacarme del calabozo la última vez se había puesto como loca intentado encontrarlo pero no pensó que lo escondería en el único sitio donde no tocaría. Me alegraba a veces de tener una madre tan poco espabilada, como se notaba que había estudiado en casa.

Me coloqué mi ropa de las manifestaciones, es decir cualquier prenda de vestir que me importara tanto que la dejaría pintar por un niño de cinco años, a veces algunas personas se ponían violentas y tendías a mancharte la camiseta o a tener que correr por tu vida para que la policía no te pillara. Cualquiera de los casos servía.

Bajé a toda velocidad por las escaleras con el megáfono en mano, sabía que mi madre no se despertaría, tenía el sueño muy pesado.

Antes de bajar fui una hija considerada y le deje una nota.

"No me he ido de casa, volveré"

Oye, era mucho más de lo que ella hacía por mí.

Le cogí las llaves del todoterreno tintado y con una matrícula casi ilegible por el tipo de letra usada, mi madre y su capricho, y emprendí el viaje a la casa donde el tipo estaba atrincherado con su mujer.

Élite (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora