"Gris" [Tokiya - Uta No Prince Sama] TERMINADA

Capítulo 17

MIZUKI

Me recosté en mi cama, boca arriba. Mi habitación era el único lugar donde me sentía a salvo.

Por el ventanal, podía ver la noche, con sus estrellas, y la luna... éste lugar es realmente hermoso.

El color del cielo, me hacía recordar a sus ojos... Y sus ojos a su sonrisa... hoy había estado coqueteándome? Sonreí...

...Tal vez debería dejarme llevar... que dure lo que nos tenga que durar...
Quiero correr hacia él y abrazarlo, y besarlo...
Golpeé despacio mi frente con mi mano, intentando quitar esas ideas de mi cabeza.

No, no puedo ser tan egoísta, me dije.

Aaarrghhh... rayos!, pensé... y hundí mi cabeza en la almohada.

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TOKIYA

Estaba por entrar a mi cuarto, cuando mi mano se detuvo.

"Qué estoy haciendo?" La pregunta hizo eco en mi interior.

Cuando se trataba de ella, no podía razonar claramente.

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MIZUKI

Toc Toc Toc

Miré hacia la puerta.

- Quién es?

Cuando no contestó nadie, volví a dejar la cabeza en la almohada.

Toc Toc

Volví a levantar la cabeza.

- Quién es?? – elevé un poco más la voz.

Cuando no contestó nadie, me acerqué a la puerta, y la abrí sólo un poco. Una mano pasó a través de ella y, del susto, la cerré fuerte, golpeándole los dedos. Un quejido sonó al otro lado.

- Oh, por Dios!! Tokiya,!!! – dije desesperada al ver su cara de dolor – Perdóname, por favor – hice una pausa – Qué hacías? Te has vuelto loco??.

Corrí al baño a buscar el botiquín.. Qué necesito? Curitas? Vendas? Qué cosa?. Al voltearme, él me miraba sonriendo.

- No te preocupes, no fue nada – me dijo, mientras se tomaba la mano herida.

Me acerqué a mirar su mano, y vi los dedos colorados. Al tocarla, sentí lo cálida que era. Levanté la vista, y me miraba con esos preciosos ojos profundos. Me ruboricé.

- Ya es tarde, Tokiya – le dije, pasando por al lado de él, dándole la espalda – A qué vienes a esta hora?

- Mizuki, tenemos que hablar – dijo acercándose a mí, poniendo sus manos sobre mis hombros, y deslizándolos suavemente por mis brazos.

Me di vuelta y lo miré a la cara.

- Basta, Tokiya – le supliqué – qué tengo que hacer para que te vayas?

Nos miramos un momento.

- Déjame besarte una vez más – dijo, haciéndome sonrojar. Dejándome perpleja.

Tragué saliva, y se me puso la piel de gallina cuando comenzó a rodear mi cintura con sus brazos, acercándome a su cuerpo.

Podía sentir su respiración sobre mí. Su perfume ya lo pintaba todo de su color.

Cerré los ojos para sentir sus labios acariciando los míos. Y mis manos buscaron su piel y su cabello.
Y y ya no pude pensar en nada más, sucumbiendo ante sus encantos.