"Gris" [Tokiya - Uta No Prince Sama] TERMINADA

Capítulo 18

MIZUKI

Toc Toc

- Soy Cecil, Mizu, - se escuchó detrás de la puerta – Ábreme!

Miramos a la puerta, y luego nos miramos.
Lo alejé de mí con las manos sobre su pecho.

- Tienes que esconderte antes de que se dé cuenta – le susurré asustada.

Tokiya asintió sonriendo, y se metió en el baño.

Le abrí la puerta a Cecil, restregándome los ojos y bostezando.

- Es tarde, Cecil... - hice una pausa – Qué sucede..?

- Qué sucede? Eso es lo que yo quiero saber... – dijo entrando al cuarto, y sentándose en la cama – Mizuki... Ya no confías en mí? – me miró con tristeza.
Éste no era el momento, con Tokiya en el baño, para ponerse profundos. Pero no quiero herirlo. Maldición. Qué hago?

- Claro que confío en ti, Cecil – hice una pausa – Es sólo que...

- Vamos, Mizuki – dijo poniéndose de pie, y tomando mis manos – Qué está pasando con Tokiya? Por qué estás así?

- Ehh..? – su pregunta directa me dejó perpleja.

- Hasta hace unos días morías por él, y ahora lo ignoras... Qué sucede contigo? Te hizo algo? – siguió, y mis mejillas se incendiaron de la vergüenza.
Tokiya estaría en el baño riéndose.

- Oh... No, Cecil... Qué dices... - dije, y él me miró confundido

- Mizuki... Cuántas veces lloraste por él? – seguía hundiéndome – Cuántas veces soñaste con aquel beso que se dieron?

- Cecil, por favor!!! – le rogué – Hablemos mañana!!

- Está bien... – balbuceó, sorprendido por mi reacción violenta – No sé cuándo has levantado esta barrera frente a mí – agachó la cabeza y se dirigió a la puerta – Pero espero que se te pase pronto...

- Cecil – susurré antes de que saliera – Perdóname, es sólo que estoy exhausta, y mi cabeza da vueltas.

- Bien.. - dijo de mala gana - Hasta mañana..

Me despedí de él y cerré la puerta, apoyándome sobre ella.

Tokiya salió del baño con una sonrisa en sus labios.

- Entonces..? Cuántas veces soñaste con aquel beso..? – me preguntó, y quise desaparecer.

- No pudiste haber hecho de cuenta que no escuchaste nada, no? – le recriminé, bajando la cabeza.

- No – dijo sonriendo divertido.

Se acercó hasta mí, mientras yo seguía inmóvil de la vergüenza.

Y apoyó su frente en la mía.

- No vuelvas a ignorarme – me susurró.

Asentí, y besó mi frente unos segundos – Hasta mañana, Mizu – dijo saliendo de la habitación.