"Gris" [Tokiya - Uta No Prince Sama] TERMINADA

Capítulo 45

OTOYA

- Gracias por venir... - saludé a Masato, cuando ingresó a la sala de ensayo.

- Está bien. No me viene mal un ensayo – dijo sentándose en el piano.

Comencé a tocar los primeros acordes de Canon in D, de Johann Pachelbel, y Masato se complementó a la perfección.

Un rato después, mientras todavía tocábamos aquella melodía, entró Tomochika a la sala.

La miré y le hice un gesto con la cabeza, para que tomara asiento.

Ella sonrió y se sentó a un costado.

Volví a cerrar mis ojos, sumergiéndome nuevamente en la melodía.

Cuando terminamos, Tomo aplaudió.

- Hermoso!!! – dijo sonriendo.

- Gracias!! ^^ - dije – Ahora, espérenme un momento que voy a buscar algo para beber...

- Eh? Pero... - intentó decir.

- Un momento, ya vuelvo! – la interrumpí, cerrando la puerta detrás de mí.

La cerré y me quedé un instante ahí.

Está perfecto lo que estoy haciendo.

Estando unos momentos solos, tal vez puedan iniciar una conversación.

Masato se aisla demasiado. Estoy seguro de que si llega a conocerla podrá corresponder a su amor.

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TOMOCHIKA

Qué es lo que hace?

Para qué me hizo venir?

Es tan evidente que me quiere dejar a solas con Masato.

Ni siquiera parece tener una buena excusa para hacerme venir hasta aquí.

Miré hacia el piano donde Hijirikawa permanecía inmóvil, leyendo unas partituras.

Cuando levantó la vista por sobre el cuaderno, cruzamos las miradas, y opté por mirar hacia otro lado, ya un poco nerviosa.

Si serás, Otoya. Ponerme en esta situación.

- No entiendo por qué me ponen a mí en medio... - dijo Masato casi murmurando.

Eh?

- No entiendo a qué te refieres... - le dije nerviosa.

Corrió una de las hojas del cuaderno, e hizo una mueca.

- Es evidente que se gustan... - dijo fastidiado.

- Masato... Qué ocurrencia... - intenté hacerme la distraída, hasta que vi que me miraba seguro de lo que decía. Me miraba fijo. No se dejaría engañar – Está bien – suspiré – Le dije que me gustabas tú...

- Eso ya pude notarlo – dijo devolviendo su mirada al cuaderno – Lo que no entiendo es por qué.

- Es que él no siente lo mismo... - dije un poco apenada – No quiero ponerlo en una situación incómoda.

- Si no siente nada por ti, entonces no entiendo por qué está celoso...

- Celoso..? – mi corazón latió con fuerza – N-No... él no...

- Ni él lo sabe todavía – continuó – Pero no tardará en darse cuenta...

La puerta se abrió, y Otoya entró con unas botellas de agua en sus manos.