Capítulo 22

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MIZUKI

Seguirá enamorado de ella? Será que Cecil tenía razón..?, me preguntaba mientras ingresaba a mi cuarto y me recostaba en mi cama boca arriba.

Pero entonces... qué es lo que hace conmigo..? Me usa para intentar olvidarla..? Para pasar el rato..?

Tengo tantas ganas de preguntarle tantas cosas, pero... con qué derecho. Me voy a casar con otro.

Me tapé la cara con la almohada. Quiero gritar. Quiero llorar. Por qué tuve que conocerlo? Por qué me tuve que enamorar como una tonta??

Respiré profundo intentando mantener la calma.

Realmente tengo que hablar con él. Quiero saber qué está pasando. Y él merece saber la verdad. Seguramente se alejará de mí, y cada uno seguirá su camino por separado, pero no puedo ser tan egoísta...

Miré la hora y ya estaban por salir de la clase.

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TOKIYA

- Hoy te toca a vos primero el baño – me decía Otoya mientras entrábamos al cuarto.

Ya casi terminamos de grabar los temas, y los ensayos del baile se estaban poniendo cada vez más exigentes. Seguramente falta poco para salir de gira.

Tomé un toallón y me dispuse a tomar una ducha.

El agua tibia sobre mi rostro era verdaderamente relajante. Cerré los ojos y recordé aquel momento en el jardín. Sonreí.

Qué la habrá puesto tan triste..? Tal vez debiera invitarla a algún lado para que se distraiga. Tal vez hasta me cuente y pueda ayudarla.

Cerré la ducha y me calcé el toallón en la cadera.

Otoya ya no estaba.
Es muy inquieto. No pudo esperar ni 10 minutos.
Tomé el celular para avisarle que desocupé el baño.

Toc toc

- Adelante! – dije

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MIZUKI

Me crucé con Otoya en el pasillo, y me dijo que Tokiya estaba en el cuarto. Golpeé.

- Adelante! – se oyó del otro lado.

Abrí la puerta y ahí estaba, con el torso desnudo y los cabellos mojados, escribiendo algo en el teléfono.

Mis mejillas ardieron, y él me miró.

- Hola – dijo sonriendo divertido.

- Oh, maldición! – dije y volví a cerrar la puerta. Mis piernas quedaron inmóviles de la vergüenza.

La puerta se abrió detrás de mí.

- Puedes entrar, Mizu – dijo con calma – En dos minutos estoy listo...

Entré y me quedé de pie cerca de la puerta, mientras él iba al baño a cambiarse. Mis mejillas todavía ardían y me sentía muy nerviosa.

Miré a mi alrededor, buscando distraerme con algo para tranquilizarme, pero no daba resultado.

Salió restregándose una toalla por el pelo, y se sentó sobre la cama.

- Ibas a decirme algo..? – me dijo. Miré hacia la puerta para tomar coraje.

- Ehh.... – tragué saliva – Sí. Vine a hablar contigo.

- ...Dándome la espalda..? – dijo suavemente pero en tono burlón.

- No te mofes – dije avergonzada – ...Es que así es más sencillo... - Su silencio me aceleró el pulso e hice una pausa - ...Tokiya, yo... - Puso sus manos en mis hombros y comenzó a acariciarlos, haciéndome erizar la piel.

- Dime... - susurró a mi oído – Estás dando demasiadas vueltas...

Apreté los dientes, decidida.

- Todavía la amas, cierto..? – pregunté al fin.

Sus manos soltaron mis hombros, y el silencio oprimió mi pecho. Se demoraba demasiado en contestar.

Mi orgullo me llevó a abrir la puerta para irme de allí.

- Mizuki – me dijo con un tono firme, empujando la puerta para volver a cerrarla – Mirame, por favor – Me di vuelta y lo miré a los ojos – No podés preguntarme algo así e irte de esta manera – continuó.

Guardamos silencio un momento. Podía sentir la tensión en el aire.

- No te voy a negar que la quiero... Hace tiempo que sufro por no tener su amor... – dijo, haciéndome angustiar casi hasta las lágrimas.

Acercó su rostro al mío. Miró mis labios y luego mis ojos llorosos. Bajé la mirada. Acercó su mano con intención de levantar mi rostro, pero reaccioné mal, y tuvo que atajar mi brazo antes de que lo golpeara. Y nuestras miradas se cruzaron.

- ...Desde que llegaste... - hizo una pausa, mirándome fijo a los ojos - ...La quitaste de todos mis sueños... La borraste de mis pensamientos, Zuki... - dijo dejándome inmóvil.

Y deslizó sus manos por mis mejillas, y luego por mi cintura.

- ...Dame una oportunidad, princesa...

"Gris"   [Tokiya - Uta No Prince Sama] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora