"Gris" [Tokiya - Uta No Prince Sama] TERMINADA

Capítulo 26

TOKIYA

- Toc toc! – Alguien golpeó la puerta de la habitación.
La miré un momento y volví a posar los ojos sobre las líneas del libro.
Realmente no tengo ánimos de ver a nadie .

Rato después,  comencé a oír unos susurros detrás de la puerta, que no me dejaban concentrar.

Dejé el libro y me acerqué a la puerta.

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MIZUKI

Está loco si piensa que haciéndose el simpático va a compensar el haber aceptado mi mano. Quién se cree que es?

Y se la pasa sonriendo. Tan seguro de tener una gran sonrisa.
Surtirá efecto en las muchachas de Agnapolis, pero en mí no.
La única sonrisa que me quita el sueño es la de Tokiya.
Esa sonrisa. No es enorme. No exhibe los dientes. Es simplemente auténtica. Sincera. Sensual.

Tokiya.

Detuve el paso justo frente a la puerta de su habitación.

Quiero verlo. A Cecil no le parecerá una buena idea, pero necesito hacerlo. Al fin y al cabo, seguramente me rechazará.

Cerré los ojos e imploré a las musas que estén conmigo.
Por favor, que no me rechace.

Abrí los ojos y golpeé la puerta.

Toc toc!

Aguardé un momento y nadie contestó. Será que no está? Estará en el jardín?

Apoyé mi cabeza en la puerta.

- Princesa – dijo alguien a mi izquierda, y levanté la cabeza, incorporándome. Al verlo fruncí el ceño.

- Qué pasa, Tukusama – le dije de mala gana.

- Disculpe el atrevimiento, pero es que no he podido hablar con usted desde que llegué – me dijo, y me crucé de brazos - ...No sé si le habían avisado de mí – esperó respuesta pero no la obtuvo, por lo que prosiguió – En Agnapolis hicieron un concurso para que, su futuro marido y rey, sea el indicado. Consistía en competencias en distintas habilidades...caza, resistencia, diplomaci –

- Suficiente – lo interrumpí – Ya se entendió la idea – lo miré a los ojos – Piensas que eso me hace sentir mejor? Tú pretendes que salte de felicidad por casarme con un desconocido??

- Es por eso que he venido, princesa – me dijo agachando la cabeza – Para que me conozca... para que...

- ...para que nos enamoremos?? – me burlé – Mi corazón pertenece a otro. No se te había ocurrido?

- Princesa, está siendo injusta! – levantó su cabeza y apretó los dientes – Su padre está muy enfermo, y Cecil no puede corresponder. Usted es su única salida. Onegai.

- Si, me lo dejaron más que claro – agaché la cabeza – Si no te acepto, Cecil deberá volver a cumplir con sus obligaciones – mordí para contener la angustia – Como sea – hice una pausa – No tiene por qué interesarte que te acepte o no. De todas formas, voy a casarme contigo. Nunca permitiría que Cecil renuncie a sus sueños...

- Princesa – se inclinó – Es por eso que estoy aquí. No quiero que sea contra su voluntad, ni con un extraño. Si usted me diera una oportunidad...

La puerta se abrió, y ahí estaba Tokiya.

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CECIL

Hace días que no veo a Haruka, pensaba deambulando por el jardín.

Trepé el árbol, y me senté en aquella fuerte rama. Tenía un buen panorama del jardín desde allí.

Debe estar componiendo. A veces se esfuerza demasiado.

Miré hacia el lago.

Me extrañará?

De pronto, las hojas se sacudieron. Alguien me había tirado con una piedra. Miré hacia abajo.

- Hey, Tarzán! – se mofaba Ren, y me hacía señas de que bajara.

- Qué quieres, Ren – le dije con desgano.

- Ven. Hablemos – me dijo.

Rodé los ojos y bajé.

Me dio la espalda.

- Has... - hizo una pausa – visto a Nanami últimamente..?

- No – pregunté extrañado - ...Tú?

- Eso era todo, gracias – dijo saludando de espaldas.

- Qué? – le dije, y me puse frente a él – Por qué me preguntaste tal cosa? – Sonrió de costado. Cuando sonríe así, dan ganas de golpearlo.

- Sólo chequeaba – dijo desinteresadamente.

- Igual ya no tiene por qué importarte Haruka – le dije furioso – Tú ya tienes a Tomo..

- Eh..? – dijo con cara de confusión – No sé de dónde han sacado eso... pero allá tú si lo crees.

- Vas a declarártele..? – le pregunté.

- Eso no es asunto tuyo – dijo sonriendo - ...pero.. tal vez, sí... - y me miró fijo a los ojos – y tú..?

Tragué saliva.

- Eso sí que no es asunto tuyo... - se encogió de hombros, y siguió camino – Ya entendí por qué has venido hasta aquí a preguntar eso – detuvo su marcha – Temes que me elija a mí.

- Si quieres creer eso... - dijo yéndose.

Sonreí victorioso. Si a Ren le preocupa que me elija, tengo muchas chances!