Capítulo Cuatro

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Lo más curioso de salir con Blake es que nunca se cómo está realmente su humor. Es como si las sensaciones no llegaran a su rostro hasta que te enteras y de pronto, es otra persona.

— ¿Qué quieres comer? —preguntó en cuanto colocó la direccional por la entrada del hotel.

—No lo sé, ¿tienes algo en mente?

—Tengo cerca de veintiséis horas de no dormir y comer puré de papa sin sal del hospital... me comería un caballo con gusto en este momento —reí tomando su mano libre.

—Te he extrañado mucho —digo mirando su perfil. Él sonrió y me miró rápidamente apretando un poco el agarre de nuestras manos.

—No tienes idea del infierno que he pasado Phoe. Me siento como un completo idiota. No sé qué haré sin ti estas semanas que vienen.

—Solo serán unas dos semanas a lo mucho, vendré en cuanto todo esté en orden en casa. ¿Aún quieres aplicar para el puesto en Nueva York?

—Por ti recorrería el mundo entero. El doctor Jordan nos dijo que habrá dos plazas vacantes en geriatría en dos meses.

— ¡Blake, eso es fantástico! ¡Es justo el tiempo que necesitas para terminar la residencia!

—Lo sé, es demasiado bueno para ser cierto. Me temo que hay demasiadas personas aplicando para el puesto.

—Pero tú ya estarás especializado, no pueden negártelo. Ten fe en ti mismo —él acarició mi mano y sonrió levemente.

—No sé qué haría sin ti —me sonrojé con sus palabras. Cada vez que hacía un cumplido o decía algo tierno me removía por completo.

La opción ganadora terminó siendo un pequeño restaurante francés no muy lejano del centro de la ciudad.

—Quería hablar contigo de algo importante —Blake cerró su menú y tomó mis manos entre las suyas.

—Dime.

—Se que irás a Nueva York y serás la mejor presidenta, gerente general, empresaria o lo que quieras de la empresa de tu familia —dijo en un tono adorable —. Se que es tu sueño y no tienes idea de lo orgulloso que estoy de todo lo que estás y vas a lograr en un futuro —Blake se detuvo, y respiró profundamente —. Quiero que sepas que, sin importar la distancia, siempre me vas a tener, Phoe. Siempre tendrás mi apoyo. Fui un idiota en decir cosas que no tenían sentido y me arrepiento de todo. Solo quiero que sepas que siempre te apoyaré y podrás contar conmigo para lo que sea.

Una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla y una sonrisa tonta se apareció en mi rostro.

— ¿Por qué tienes que ser tan adorable? —él sonrió y me guiñó un ojo en el momento en que el camarero llegó por nuestra orden.

Pensar en el futuro nunca es sencillo, pero con Blake a mi lado es más fácil que respirar.

Él será geriatra en un hospital muy importante y yo mantendré a flote el negocio familiar. Tendremos dos hijos y nos casaremos en Viena. Todo está planeado, y ni siquiera fue difícil analizarlo en un comienzo. Es como si, con Blake a mi lado, no necesitase pensar en nada más que lo que necesito comer en el desayuno, porque el todo lo tiene bajo control.

Él es un seguro. Es mi seguro para una vida estable y feliz... supongo. Al menos, eso es lo que quiero pensar.

— ¿Cómo ha estado Theo? ¿Nervioso? —preguntó mientras caminábamos por los jardines del hotel. Después de cenar, caminar siempre me ha gustado, y a él también.

—Está bastante impaciente. No ha parado de llamar a Anne Señora Schlesinger.

—Bueno, yo probablemente también estaría alardeando de tener a la mejor chica a mi lado —besó mi mejilla rápidamente, al mismo tiempo en mi sonrisa apareció en mi rostro.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora