Capítulo Dieciséis

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Estar en una oficina nunca me ha parecido aterrador hasta el día de hoy. Los asientos de la sala de juntas son demasiado suaves, y eso solo me hace pensar que aquí primero quieren que te sientas muy cómodo como para querer levantarte y huir.

Yo realmente quiero huir.

—Señorita Schlesinger, es un placer conocerla soy Justin Trech, cofundador de la firma —El señor Trech me extiende su mano y la tomo aún con algo de nerviosismo en mi sistema.

—El placer es todo mío.

Seguidamente, algunas personas comienzan a entrar a la sala de juntas, pero ninguna de ellas reclama mi atención como el hombre que atraviesa las puertas de vidrio y coloca su mirada en mi con tanta intensidad, que perfectamente podría jurar que está leyendo mis pensamientos.

—Señor Pearson —digo sin apartar mis ojos de los suyos.

—Señorita Schlesinger.

Josh toma asiento junto al señor Trech y él parece encantado. Supongo que recibir una oferta de parte de Industrias Schlesinger los ha tomado desprevenidos.

—Muy bien señorita Schlesinger, el ingeniero Pearson nos comentó que su compañía se encuentra interesada en contratar a nuestra firma para un trabajo en Boston.

—Así es —no puedo dejar pasar la forma en la que se dirigió a Josh como ingeniero... suena tan irreal... —Industrias Schlesinger es responsable de un proyecto humanitario en África desde hace ya varios años. Nos estamos enfocando en mejorar las condiciones de miles de personas y necesitamos aumentar los fondos para ellos. Nuestra intención es abrir una tienda de productos cien por ciento orgánicos cultivados en nuestras granjas en Montana y Kansas —la sala de juntas se mantiene en silencio, las personas me observan con seriedad, están en su modo formal. El señor Trech y Josh me miran con una sonrisa en sus rostros, la del señor Trech mucho mas prominente que la de Josh, por supuesto —, debo decir que uno de nuestros mayores propósitos es acabar con la hambruna mundial. El uso de tecnología amigable al ambiente es crucial en todos nuestros proyectos, siempre. Es una tarea que mis padres se ha tomado muy, muy en serio desde que fundaron la compañía y no borraré su deseo. Necesito trabajar con una firma que entienda esas condiciones, señor Trech. ¿Están dispuestos a darnos lo que queremos?

El señor Trech me mira esta vez con algo de intimidación en su rostro, al contrario de la sonrisa de Josh, que solo se encargaba de crecer con cierta picardía.

—Me encantaría poder ayudarla, señorita Schlesinger. Podemos reunirnos cuando usted lo vea conveniente.

—Supongo que el señor Pearson olvidó mencionarles que necesitamos que la infraestructura esté lista para el próximo mes —el señor Trech tose y me mira con sus orbes casi al punto máximo de su salida.

— ¿Un mes? Señorita Schlesinger eso es —él traga saliva —, un poco descabellado. Una infraestructura de tal magnitud no podría ser construida en tan poco tiempo.

—En realidad si es posible. Ya lo hemos analizado con el arquitecto de Industrias Schlesinger y él asegura poder hacer el trabajo incluso en un menor tiempo. Él lo haría, pero tuvo unas complicaciones medicas que impidieron que realizara el trabajo, por eso estamos recurriendo a ustedes. Nos dijeron que eran la mejor firma aquí en Los Ángeles, no me gustaría pensar que me han mentido.

—No, no, para nada, señorita Schlesinger. El problema es que en este momento nos encontramos con una agenda un poco ajustada de tiempo —pude notar como el hombre me veía con cierto miedo. Debo dejar de ser tan dura en las juntas.

—Yo podría hacerlo, Justin —dijo Josh, finalmente.

—Josh recién te acabo de asignar el proyecto de las cabañas de Oregon.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora