Capítulo Cuarenta y Seis

2.3K 253 52
                                    

Barton Williams me ha salvado en más de una ocasión. Ha sabido repararme desde antes de que me diese cuenta yo misma de cómo hacerlo. En algún momento, supo mi mecanismo, y parece que se adueñado totalmente del manual.

Su teoría me tiene inquieta por una razón muy simple... se que tiene razón, pero al mismo tiempo no estoy completamente segura. No tengo la más remota idea de lo que ocurre conmigo.

«Pensé que tal vez, podrías estar enamorada de mi»

Sus palabras me dan vueltas en la cabeza, no le di una respuesta, él tal vez pensará que me quedé dormida, o que no quería contestarle tal afirmación. Conociéndolo, estoy segura de que pensará en lo segundo.

Cuando me levanto en la mañana, Chicago parece la postal de un cuento invernal. Nieve por todas partes. En el transcurso de la noche, la calefacción se encendió y no me enteré del cambio de temperatura en ningún momento.

Me encierro en mi oficina todo el día, incluso creo que no desayuné, ni siquiera me duché. Estaba evitando lo inevitable. En algún momento tendría de enfrenta esa conversación.

Mi correo estaba un poco saturado, no había muchas cosas realmente importantes, tal vez solo el citatorio para la sentencia final de Blake.

Tendría que volver a verlo, y no quería, para ser honesta.

"Me ha llegado el citatorio del caso de Blake, ¿qué debo hacer?"

Le envío a mi abogado, quien me indica lo que debo de responder a la corte.

Tengo que estar en los tribunales de Massachusetts dentro de tres días, o darían mi ausencia como respuesta final enviándolo a prisión por, tal vez, cadena perpetua.

Tomo mi teléfono y marco el número de mi hermano, pero me envía directo al buzón de voz. Intenté con el número de su casa y afortunadamente éste si fue respondido.

— ¿Hola? —la voz de Anne suena alegre. Justo lo que necesito en este momento.

—Hola —contesto de vuelta.

— ¡Phoebe! ¿qué ha pasado contigo? — ¿acaso sabría lo del viaje improvisado a Champlain? —Te has olvidado de nosotros, los niños te extrañan.

Logro volver a respirar con normalidad por un momento.

— ¿Cómo me van a extrañar? Solo tienen un mes de nacidos.

—Bueno, con niños incluyo también a tu hermano. Además, yo también te extraño, y bueno, Bart también te extraña.

Me mantengo en silencio y puedo escuchar como se mueven cosas del otro lado y luego una puerta cerrarse.

— ¿Has hablado con él? —pregunta después.

—Estuve con él ayer.

— ¿Cómo? ¿Viniste a Boston, y no pasaste a decir hola? ¿por qué no viniste aquí? ...

—No, Anne... escúchame —ella dejó de lanzar preguntas al aire y se quedó en silencio esperando mi respuesta —No estuve en Boston. Él... fue por mi a Champlain.

— ¿¡Champlain!? ¿Qué rayos hacías en Champlain?

—Tuve un problema volviendo a Chicago.

— ¿Volviendo a Chicago? Estabas en Manhattan y terminaste en Champlain, ¿me podrías explicar? Realmente, no estoy entendiendo nada.

—Iba rumbo al aeropuerto y me desvié un poco... o, mejor dicho, no me desvié nada, seguí directo en la carretera y llegué hasta Champlain. Me quedé en un hotel que encontré y cuando desperté alguien había destrozado mi auto, rompieron la ventana y se llevaron la radio, incluso se llevaron un neumático. Llamé a Bart, y él me rescató.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora