Capítulo Cuarenta y Cuatro

1.7K 243 38
                                    

Nueva York estaba nublado, frío y oscuro, incluso daba un poco de tristeza mirar el cielo gris.

Estuve en casa de mis padres unas cuantas horas para descansar y luego tomé mi auto y me fui a la carretera. Quería conducir para no pensar en nada que no fuese las direccionales, y en nada más.

Tomé la carretera, y me voy sin pensarlo. Fue un impulso, más que todo. Le dije a mis padres que me iría a mi apartamento en Chicago en un vuelo comercial y que no tenían que preocuparse por nada, pero no pude girar al aeropuerto, en lugar de eso, continué y ahora voy en dirección hacia alguna parte del norte del estado de Nueva York.

No estoy segura de cuántas horas conduje, fueron unas cinco... tal vez siete... pasé a dos restaurantes de comida rápida y continué mi camino hacia solo Dios sabe dónde.

Empiezo a sentirme mal en el momento en que el sueño me golpea. Cuando estoy lo suficientemente consiente de lo que hago, me detengo en el primer hotel que veo para pasar la noche.

A la mañana siguiente, al salir a mi auto, este no enciende. No tenía uno de los neumáticos delanteros y la ventana estaba rota. Se habían robado la radio y algunos cables para el teléfono que estaban a los lados.

—Genial.

Abro la tapa y el motor se ve bien, aunque uno de los tubos que honestamente no tengo idea de para que funcione está partido a la mitad y algo está goteando de él.

Estaba estancada en un pueblo llamado Champlain y lo peor del caso es que no tengo la menor idea de qué hacer.

Tomo asiento en la acera y me llevo las manos directamente a la cara. No quiero llorar, tengo que salir de esta por mi cuenta, pero aquí no hay nadie a quien recurrir. En la recepción del hotel no saben como ayudarme, ni siquiera tienen cámaras de seguridad como para saber quien le ha hecho esto a mi auto.

Observé mi teléfono, estoy bastante nerviosa, tengo que llamarlo. Es mi única salida, y estoy un noventa y cinco por ciento segura de que él podrá ayudarme.

El teléfono me da tono y cuatro segundos después escucho su voz un poco adormilada.

— ¿Hola? —dice de manera ronca por el sueño, seguramente lo he despertado.

Siento como me recorre un escalofrío por toda la espina dorsal en el momento en que repite el hola.

—Hola, soy yo... —le digo con la voz quebrada, haciendo que el silencio al otro lado fuese llenado con lo que creo es el sonido de su cuerpo levantándose de la cama.

— ¿Phoebe? ¿Está todo bien? —pregunta haciendo que comience a sentirme nerviosa.

—Si... no... no tengo idea...

— ¿Aún estás en Washington?

—En alguna parte cerca de la frontera con Canadá.

— ¿Qué haces...? —pregunta, pero se queda ahí sin decir nada más y estoy segura de que tiene la llamada en altavoz porque puedo escuchar a la perfección como se mueven cosas en el fondo — ¿Estás con alguien?

—No... alguien dañó mi auto... rompieron la ventana y cortaron algunas partes del motor, se llevaron la radio y se llevaron un neumático.

Lo escucho maldecir al fondo y segundos después una puerta cerrarse.

— ¿En qué parte cerca de la frontera estás?

Levanté el pequeño panfleto del hotel en dónde se encuentra la dirección del lugar.

—Algún lugar en la calle Oak, en Champlain. El hotel se llama Tranell Inn —puedo escuchar como teclea algo en su computadora y parece suspirar dos segundos después.

—Escucha Phoe, estás a una hora del aeropuerto de Vermont, entra al hotel y quédate ahí, ¿de acuerdo? Tomaré el primer vuelo que encuentre e iré por ti, ¿está bien?

No preguntó siquiera lo que estaba haciendo aquí... él simplemente va a tomar un vuelo hasta el aeropuerto más cercano y conducirá por una hora hasta aquí sin más...

» Phoe, necesito que me digas que estás bien, y que has entendido lo que te he dicho... por favor...

—Lo he entendido... estaré dentro del hotel...

—De acuerdo, espérame ahí y en unas horas estaré contigo.

—Está bien... gracias...

Él termina la llamada y automáticamente después me envió un mensaje de texto.

"Háblame... voy en camino"

Observo la pantalla de mi teléfono, mis manos comienzan a temblar un poco e intento mantener la calma mientras vuelvo al lobby del hotel y pago una noche más, indicando que alguien más vendrá.

"Iba en directo al aeropuerto y seguí directo en la carretera... estuve por horas en el auto y me detuve en este hotel" —envío y unos segundos después llega su respuesta.

"¿Estás conduciendo desde Manhattan?"

"Si" —respondo sintiéndome realmente tonta.

"Había un vuelo disponible, ya compré mi boleto, estaré llegando al aeropuerto en unos minutos. Estaré en Vermont en unas tres o cuatro horas, alquilaré un auto y en una hora más o menos estaré contigo, ¿de acuerdo?"

"No me moveré de aquí" —respondo sin poder creer todo lo que está haciendo.

"De acuerdo, porque cuando te vea realmente quisiera golpearte, Phoebe, pero como jamás en mi vida podría hacerte eso... realmente quisiera abrazarte muy fuerte, zopenca."

Me río tan fuerte al ver su mensaje que incluso la recepcionista me mira de manera extraña.

"A veces puedes ser muy molesto ¿Por qué me insultas tanto?" —le respondo entre risas.

"Estoy cien por ciento seguro de que te has reído."

Y ahí estaba de nuevo mi risa, y la mala cara de la recepcionista.

Pasamos enviándonos mensajes tontos durante horas. Hasta que su vuelo despegó y tuvimos que detenernos un rato. Me quedé sentada en los sofás de la recepción mirando la televisión que estaba puesta. No tengo idea de que programas estuve viendo, pero era mejor que cualquier cosa mientras las horas solo pasaban y pasaban.

—Disculpe señorita, pero creo que está muy lejos de casa —escucho detrás de mi, y de nuevo, pero mucho más intensos, son los escalofríos en mi columna vertebral esta vez.

Me doy la vuelta de manera inmediata y ahí están las mariposas en el estómago al verlo después de mucho tiempo.

» Lamento el retraso... —dice con una sonrisa tierna en su rostro.

Y ahí, la falta de aire al ver sus ojos mirar los míos, y debo admitir que incluso me duele verlos con algo de miedo y preocupación.

Me aferro a su torso en el momento en que sus brazos me rodean. Siento mi corazón acelerarse un poco más de la cuenta cuando sus labios tocan mi cabeza, y yo parezco perderme en él y su toque.

—Yo lamento haberte hecho venir hasta aquí.

—Por ti iría a cualquier parte el mundo, Phoe. Siempre que me necesites ahí estaré, lo sabes.

—Lo sé... gracias por siempre venir al rescate, Bart. 

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora