Capítulo Dos

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Ver mi habitación de la residencia de estudiantes me da el último empujón que necesito para que la melancolía finalmente se apodere de mí.

Cuando vine aquí por primera vez, decidí vivir en la residencia por cuenta propia. Por más apartamentos y casas que papá me ofreció, los rechacé todos. Quería tener una verdadera vida universitaria. Quería la experiencia completa. No quería llegar y ser Phoebe Schlesinger, solo quería ser Phoebe, quería una vida normal, aunque fuese por un par de años.

—Phoe, ¿te quedarás esto? —Bella se mueve de un lado a otro, guardando todas sus cosas en maletas, removiendo todo.

Después de empacar todas las pertenencias de Stanley procedimos a las nuestras. Estamos a solo un día de la graduación, lo cual nos deja solo un día para vaciar este lugar.

—No, si lo quieres es tuyo —digo, mirando mi viejo suéter lila.

— ¿Vez por qué te adoro? —entre risas, proseguimos con la tarea de encontrar cosas que ni siquiera recordábamos que teníamos.

Empacar mis cosas nunca fue tan doloroso.

Sobre mi escritorio se encuentra una buena cantidad de libros que esperaban ser guardados, pero, por mi propia terquedad, acabaron en el suelo esparcidos al intentar cargarlos todos de una vez.

—Maldición... —me quejo agachándome a recoger todo lo que esta ahora en el suelo. Bella se acerca a ayudarme, pero se detiene en seco frente a un objeto en específico.

Un portarretrato.

—Se ven tan pequeños —Bella observa la foto y pensamientos tortuosos comienzan a recorrer toda mi cabeza.

La foto de Alex y yo en nuestra graduación de secundaria, con Blake a nuestro lado hace ya tanto tiempo.

—Se siente como si hubiese sido un siglo atrás.

— ¿Aún no te ha llamado? —niego mirando la fotografía una última vez, guardándola en una de las cajas —Bueno, pues ese idiota se lo pierde. No tienes por qué estar aguantando sus tonterías.

—No fue su culpa... —defender a Blake es lo más sensato que puedo hacer en este momento.

—Blake no tiene idea de la chica que está dejando ir... es un idiota si termina contigo.

—No lo culparía...

— ¡Oh vamos Phoe! No puedes estar hablando en serio, el tipo te dejó en la puerta llorando a mares, en mi opinión que se lo lleve un perro entre el hocico.

No debes decir mentiras, Phoebe

—Él no fue el culpable, yo cometí un error y ahora debo pagar las consecuencias.

—Él fue el idiota, Phoe. No tu...

—Se que lo dices como la increíble amiga que eres, pero, créeme cuando te digo que él tuvo sus razones para molestarse.

El silencio entre nosotras nunca fue tan incómodo como ahora.

—Dime algo... si tanto lo defiendes, ¿Por qué no lo has llamado tu, entonces?

Porque no me atiende el teléfono y tampoco contesta mis mensajes...

—Prefiero dejar que se calmen las mareas antes.

Bella no continúa con sus interrogatorios; sin embargo, puedo ver en su mirada lo preocupada que está por mí.

Pensar en aquella noche es bastante triste... la cena fría frente a mí, mis lágrimas en mis mejillas y el remolino de pensamientos en mi cabeza mientras Blake me observaba decepcionado.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora