Capítulo Doce

3.4K 245 13
                                    

Desde hace dos días que estoy en casa de mis padres. No me siento con la suficiente fuerza de voluntad para irme a un apartamento yo sola aún. Al menos hasta que Bella regrese del congreso en el que está.

Alex está aquí, al menos dice que tiene un par de semanas libres antes de tener que viajar a Milán.

— ¿Segura que es una buena idea? Me parece que estás jugando con fuego.

—Es la única alternativa que me queda —dije defendiendo mi plan para recuperar a Josh.

—Eso no es cierto, pero eres demasiado testaruda para notarlo. ¿Al menos has hablado con Blake? —Alex no está del todo feliz con esto, dice que es una estupidez luchar por algo que no tiene remedio. No le he mencionado la carta, y prefiero dejarlo así.

—Hablé con él hace dos días. Llegará hoy a Nueva York así que probablemente lo vea esta noche.

— ¿Terminarás con él, cierto? —dijo más como un hecho que una pregunta.

—Intentaré sacar el tema.

—Phoebe no puedes jugar con él de esta manera. No es justo.

— ¿Crees que no lo sé? Me duele saber que podré causarle daño, pero no tengo opción. No puedo seguir con él mientras siga sintiendo lo que siento por Josh —ella respira de manera profunda y me mira agotada.

—Has lo que quieras Phoe. Es tu vida después de todo, solo espero que no salgas lastimada con todo esto —mi prima mira la pantalla de su teléfono y se levanta de su asiento —. Debo irme, mamá quiere que pase con ellos la tarde. Avísame si ocurre algo, por favor.

—Te mantendré informada —le dije, sonriéndole y dándole un fuerte abrazo —. Hoy es el día de Mark —dije, refiriéndome a que hoy llevaré a mi pequeño niño a ver una película y probablemente a alguna juguetería.

—Suerte con el pequeño revoltoso. Dale un enorme beso de mi parte. Nos vemos, Phoe —Alex se despide saliendo de mi habitación dejando la puerta abierta detrás de si.

Me propuse a que, me costase lo que fuera, recuperaría a Josh. Sé que será difícil y la probabilidad de éxito es muy poca, pero debo intentarlo, aunque sea una última vez.

— ¿Estás ocupada? —escuché la voz de papá desde la puerta de mi habitación, mirándome con una sonrisa tranquila. Él se ve mucho mejor ahora, mucho más relajado y nada estresado. Aunque se rehúsa a dejarme todo el trabajo a mi, se ve menos agobiado.

—No, pasa —contesté, tomando asiento sobre mi cama. Él imitó mi acción segundos después besando mi cabeza — ¿Qué ocurre?

—Quería informarte que vengo de hablar por teléfono con Douglas Hoffman.

— ¿Quién es Douglas Hoffman? —pregunté sin entender lo que me decía.

—Es el hijo de Franklin Hoffman, ¿recuerdas el hombre que nos alquiló los molinos de viento que usamos en Montana? —asentí recordando al hombre de barba blanca que conocimos hace unos seis meses de emergencia cuando nuestros molinos de viento se vieron afectados por un tornado —Bueno, al parecer el señor Hoffman quiere tener una reunión con nosotros cuanto antes. Se va a retirar del negocio y dejará todo en manos de su hijo —papá se queda en silencio unos segundos minaremos directo a los ojos —. Quiere conocerte.

— ¿A mi? pero si él ya me conoce.

—Su hijo, quiero decir. Ahora tú eres la que está a la cabeza y quiere negociar un contrato contigo.

— ¿Por qué estás sonriendo? —pregunté con el ceño fruncido. Él comenzó a reír y volvió a besar mi cabeza.

—Bueno, debo decir que me sentí un poco ofendido cuando Douglas me dijo que quería una reunión contigo y no conmigo, pero bueno, esto es una oportunidad única para el negocio, Phoe —la sonrisa de papá comenzó a crecer más —. Si cierras el contrato, los molinos de viento en Montana serán todos nuestros. Ellos necesitan el dinero y nosotros volver a montar la planta eólica en ese lugar.

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora