Capítulo Nueve

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Las sonrisas de mis padres eran la única razón para que mi estado se mantuviera remotamente normal. Bailamos y reímos, festejamos como nunca pero no pude sentirme contenta... al menos no del todo.

— ¡Phoe! —gritó Alex desde la pista de baile — ¡Ven!

Mis pies comenzaron a doler, y el sudor comenzó a bajar por mi espina dorsal. Negué con un leve movimiento de mi cabeza recuperando mi respiración, pero Alex ya estaba muy concentrada bailando con Mark y Carter.

Coloqué mi espalda sobre la pared e intenté mantener mi respiración calmada, pero algo me lo impedía.

Alguien me lo impidió.

—Hola —dijo junto a mi haciéndome voltear en un movimiento brusco.

Mi corazón bombeaba demasiado rápido, tanto que podía escuchar mis latidos retumbar en mis oídos.

Su sonrisa era amigable, pequeña, como si tuviese miedo de mostrarme una de las cosas que más me gustaban de él.

—Hola —le respondí muy bajo. Estoy segura de que no me escuchó en lo absoluto.

Él hizo un movimiento con su cabeza para que saliésemos de ahí, en dirección al enorme jardín en donde fue la ceremonia horas atrás.

Mis piernas comenzaron a moverse rápido, casi demasiado. Cuando salimos, el aire un poco frío golpeo mi rostro. Realmente me encontraba cansada, y debo admitir que posiblemente me veía espantosa con todo el maquillaje corrido.

—Que fiesta... ¿La estás pasando bien? —preguntó mirándome fijamente.

No pude responderle, ya que mi garganta se rehusaba a colaborar. Logré asentir, pero en este momento lo único que deseo es estampar mi cabeza contra una enorme roca.

Él asintió y comenzó a acercarse a mi, dejando un espacio considerable entre nosotros, lo suficiente para que mi cerebro lograse funcionar de manera correcta.

—Ha pasado mucho tiempo, Phoebe —dijo, finalmente — ¿Cómo has estado? —preguntó mirándome de una manera diferente.

Diferente, pero no mala.

—Bien —mentí — ¿Qué tal tú? —realmente quiero saber como ha estado, pero no quiero que me diga lo feliz que ha estado sin mi.

—Bastante bien, gracias por preguntar —respondió de manera cortés —. Te ves diferente.

—Soy diferente —afirmé manteniéndome segura —. Igual que tu...

—Eso creo. Ambos hemos crecido, eso es seguro. Ya no eres la niña que jugaba con nosotros en el jardín.

—Y tu no eres el molesto niño que siempre pedía la pizza de pepperoni solo para él —Josh comenzó a reír cerrando sus ojos un momento. Dio un respiro profundo y volvió a mantener su compostura —Josh... yo...

—No, no digas nada. Sé lo que harás y este no es el mejor momento para comenzar a sacar remordimientos del pasado. No lo hagas, Phoebe. Por favor.

—No son remordimientos del pasado, solo necesito que hablemos un momento. De lo que pasó...

—No hay nada de qué hablar, Phoebe. Éramos unos niños inmaduros, además tu tienes tu vida ahora y yo tengo la mía. No podemos pretender que nada de eso existe.

—No estoy pretendiendo nada, solo necesito hablar contigo de algo... decirte la verdad sobre...

— ¿Sobre tu mentira? ¿Es eso en lo que quieres sincerarte? No necesito recordar uno de los peores momentos de mi vida, gracias...

Phoebe, Schlesinger IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora