Sin quererlo; así como ocurren todos los hechos que alguna vez en latitudes disímiles de la tierra y otras esferas, se presentaron por accidente y vinieron a desencadenar una sarta de eventualidades que dio con el origen de nuestra historia. Años así, que por obra de magia como chasqueando los dedos, lunas eran soles para épocas diurnas y de fruncir el ceño, letreros en burbujas sobre la coronilla acometían el acto de explicarte diálogos, que yo con mi voz no quería emprender queriendo esquivar tu mirada. Siempre igual; tan diferentes. Hechos de miradas ambiguas, entorpecidas por las embestidas de las ilusiones que siempre dan al traste por lo rígido de la contextura de nuestra situación.