(15)

2K 191 15
                                    

RAPHAEL

Ya había encontrado una provisión grande de sangre del hotel y ahora estaba yendo hacia el cementerio "Greenwood" que quedaba al sur de Brooklyn, llevaba los materiales para el entierro, una pala y un bolsón con ocho o diez bolsas de sangre para que el pequeño se alimente bien una vez que se logre la transformación; atrás de él viene el Nephilim de ojos azulados cargando a Simón, Raphael era quién quería traer así al pequeño ¡Pero el Nephilim no lo había dejado! y atrás venía Magnus, haciendo unos de sus trucos para que ningún mundano viera la situación en la que estaban, para Raphael el cementerio era precioso, la entrada resaltaba a cuadras y cuando ya se estaba allí, con la luz de la luna podría ser lo más tenebroso o lo más hermoso que se podía ver.

Las lápidas estaban esparcidas por todo lados, separadas correctamente, en el centro había una iglesia y de allí salían pequeñas calles para todos lados, el viento soplaba un poco más fuerte allí adentro, Raphael a veces pensaba que los cementerios tenían alguna magia ya que el viento ahora soplaba cada vez más fuerte cuando se dirigían a su objetivo. Vio como Alec se había detenido en una lápida, sin dejar de sostener a Simón, Raphael se puso a su lado, más para ver al mundano que para ver lo que le interesaba al Nephilim.

— Este es el abuelo de Simón—dijo Alec y señaló las lápidas— y aquel es el padre.

Será por las palabras del Nephilim que el vampiro sintió la culpa lo estaba matando por dentro, no quería sentirse así, por el amor de dios que no lo quería sentirse de esa manera tan dolorosa.

— Yo...—empezó a decir Raphael.

— No—lo interrumpió Alec— no digas nada.

Vio como el Nephilim se alejaba dejándolo solo y con un "lo siento" apunto de querer salir, vio a Magnus llegar a su lado y le puso una mano en el hombro dándole un mensaje discreto de consuelo, pero Raphael no lo entendió o trato de hacer que no lo había entendido, Magnus dejó escapar un suspiro y sonrió.

— Vamos Raphael, a revivir a tu mundano.

Estaba empezando a caminar cuando se dio cuenta de lo que había dicho el brujo, se dio vuelta mirándolo serio para explicarle aquel error.

— No es mi mundano.

Y volvió a caminar escuchando la risa burlesca del brujo detrás de su espalda, como si se estuviera aburriendo y aprovechara este momento para divertirse.

— Tu futuro vampiro—gritó Magnus.

El vampiro no dijo nada, camino hacia las partes final del cementerio hasta encontrar un lugar perfecto para la iniciación, Magnus se sentó en una lápida mirando como si fuese a ver lo más fascinante del mundo aunque ya lo hubiese visto tanta veces, Raphael negó un poco cansado, el brujo hacía eso cada vez que venía a un cementerio, mirar con diversión y no ayudar, hoy no era la excepción.

— Ayúdame Raphael— dijo Alec.

Miro al chico que tendía a Simón en sus brazos hacia su dirección pero primero no lo comprendió, lo miró arqueando una de sus finas cejas para darle a entender al Nephilim que se lo explicara mejor.

— Toma a Simón, yo haré el pozo, si no tú tardarías horas.

— No te hagas el gracioso Nephilim.

Soltó todo, la pala y la bolsas, no le importaba como cayeran o si la pala golpeara su pies solo quería alzar al mundano y sentirlo en sus brazos, se reto por decir tantas cosas cursis en sus propios pensamientos. Cuando sintió al menor en su brazos mientras el Nephilim se hacía la runa de velocidad y empezaba a escarbar un hoyo, Raphael miró a Simón, su piel ya estaba poniéndose de un color níveo grisácea, como su pelo estaba desparramado en su cara, su peso mundano era casi nulo, frágil, tan poco que sintió ganas de tenerlo alzado por siglos, y su olor, su olor era a sangre, sangre de Camille por todos lados, pero un diminuto rastro de su sangre todavía se sentía y le gustaba, esperaba que ese olor quedará después de su transformación.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora