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MAGNUS

Todo pasó tan rápido para el gran brujo, el mundano huyendo y un preocupado Raphael corriendo detrás de él, pero allí estaba él sosteniendo con una mano al pequeño Alexander para que no hiciera lo mismo que su amigo vampiro porque era asunto que solo los hijos de la noche deben hacer. Además la broma que había hecho más temprano no había salido como él quería y la verdad juraba no saber que el Nephilim fuera virgen, solo creía que este cuidaba su reputación, pero ahora muchas piezas encajaban y debía dar sus disculpas y explicar su broma.

— Suéltame.

No se había dado cuenta que todavía sostenía a Alexander, lo miró con cuidado, ese pequeño era tan hermoso y tan serio a la vez, todo lo contrario a él, que cada cosa era divertida, y él no era hermoso ¡él era brillante!

— Lo siento —se disculpó el brujo.

Sintió como Alexander suspiraba y con una de sus manos movía el pelo de su cara, parecía muy frustrado con toda esta situación y lo entendía, debía estar pasando por muchas cosas que resguarda dentro de él como su enamoramiento prohibido por su propio Parabatai.

— Magnus, Clarissa, una de nuestras Nephilim, quiere saber si puedes encontrar a su hermano—dijo Alec sin mirarlo.

La cara del brujo fue tan épica, el Nephilim le estaba pidiendo un favor para otro Nephilim pero no era capaz de hablar de lo que había sucedido en la habitación cuando amanecieron. .

— ¿Qué?

— La noche de tu fiesta Jonathan, un Nephilim, desapareció—suspiró el Nephilim.

— ¿Y yo que tengo que ver con eso?— preguntó molestó Magnus.

— ¡Magnus! El desapareció, aunque intentamos localizarlo con el vínculo Parabatai no funciona—dijo Alec molesto.

— ¿Es tu amante?—preguntó Magnus.

— ¿Qué?

Nunca había visto cambiar y ver tantas caras en una persona, los gestos del Nephilim y su sonrojo en la piel de este eran tan interesantes de ver, pero le hacía dar cuenta que también lo delataba de muchas cosas que no decía en palabras.

— ¿Vas a ayudar o no brujo?— preguntó Alec molesto.

— No hago favores Alexander, yo siempre pido algo a cambio—dijo Magnus cruzándose de brazos.

El silencio volvió a reinar en el lugar, los árboles habían dejado de moverse, la luna brillaba resaltando al pequeño Nephilim, su pelo azabache y sus hermosos ojos zafiros, la dureza en la posición de pararse, marcando cada uno de los músculos, a Magnus le gustaba, Alexander no necesitaba de pinturas y ropa nueva, porque con lo más mínimo el chico relucía como una obra de arte.

— Me quitaste algo Magnus si no recuerdas—dijo Alec enojado—ya ven conmigo y ayúdanos en esto.

— No te he quitado nada Alexander— comento Magnus—solo fue una broma.

— ¿Qué? Una broma—preguntó Alec molesto— ¡Estas mintiendo!

— Mira esto pequeño...

Magnus tendió la mano hacia la dirección de Alexander, tratando de darle a entender que el Nephilim le diera mano también, vio como este dudaba un poco para después suspirar y tender la mano, sintió como una corriente corría en él a tocar la mano del chico, esta no era tan suave pero no pasaba a lo áspero, era normal, cruzó sus dedos con los de él, un color miel mezclarse con un color blanco, este también las miraba, el brujo empezó a tomar un poco de la energía de Alec, solo para que viera el truco y comprobará por el mismo que no le había robado nada, una llama empezó a expandirse por la mano de un tono azul como los ojos del Nephilim, Alec miró el espectáculo hechizado mientras que Magnus comenzó a soltar la mano con lentitud, no quería mostrar sentimiento a alguien que no le correspondía.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora