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CAMILLE

Estaba sentada dentro de una de las salas de la mansión de Jonathan, se sentía incómoda al terminar de presenciar algo horrendo, aquel Nephilim que era su amante había matado a su padre frente a sus ojos, al mismísimo Valentine Morgenstern, y Joselyn, su madre, lo había ayudado con esta atrocidad. Ahora mismo el cadáver de aquel hombre estaba tirado frente a ella, en un gran charco de sangre, una forma tan humillante qué alguien podía morir.

— Teníamos que deshacernos de él algún día ¿O no madre?— preguntó Jonathan.

— Hijo...—dijo Joselyn.

— Mira mis ojos, son negros como el carbón, ya no tienen ese brillo esmeralda que sabía tener, ya no siento lo que sentía cuando era normal, el acabó con mi vida, con nuestra vida—dijo Jonathan.

El chico dijo aquello acercándose a la mujer, Camille se había dado cuenta que venir a este lugar había sido un gran error, no era bueno meterse con Jonathan, pero ella quería poder y no había visto lo que era capaz de pasar, las consecuencias.

¿Así qué mi hermana está acá madre?— preguntó Jonathan.

El chico de pelo plateado había vuelto la mirada hacia la puerta haciendo que sus ojos brillarán y apareciera una sonrisa malévola.

— Jonathan.

— Oh y viene con Jace ¿Cierto?— preguntó Jonathan riendo—qué malo sería que él muriera hoy.

Camille no podía creer lo que estaba escuchando, un Nephilim planeando con tranquilidad la muerte de otro Nephilim con cuál había convivido, la mirada de aquel joven giró hacía ella.

— Camille, ven querida.

Jonathan le tendió la mano y Camille se levantó mientras acomodaba su vestido negro que se abría en la espalda, acomodó su pelo ahora rojizo por pedido de Jonathan hacia un lado de su hombro, cuándo tomó su mano el chico sonrió.

— Querida, tengo un trabajo para ti y para mi madre—dijo Jonathan.

— ¿Cuál?

Escuchar sobre un trabajo de Jonathan hizo que tragara con dificultad porque no sabía que sucedería.

— Irán al instituto y traerán a todos— ordenó Jonathan—no dejaré que ellos rebelen nada de nuestro plan.

— Pero hijo, los hermanos silenciosos están ahí—dijo Joselyn preocupada.

— Llevarán compañías de demonios— explicó Jonathan—nada les pasará.

— Está bien—dijo Joselyn.

Pero Camille no quería ir y no podía ir a matar a unos hermanos silenciosos, eso era... no podía hacerlo, ni siquiera tenía algún odio hacia ellos.

SIMÓN.

Estaba viajando por un portal, capaz por última vez, el pequeño Rafael junior estaba amarrado a su pecho en una sabana, iba despierto y riendo por el movimiento mientras que el niño brujo, cual aun no podía colocarle un nombre, iba alzado en el brazo izquierdo admirando las luces. Habían estado tanto tiempo dentro del portal que creía que había sido mala idea entrar, empezó a ver como llegaban al fin, o eso esperaba, para ver una pared blanca y figuras de personas, Simón trato de apurarse aunque podían ser los hombres de Jonathan que los estaban esperando.

— Prometo que no dejaré que les suceda nada—dijo Simón a los niños.

Cuando al fin salieron del portal se tambaleó y casi cae arriba de uno de las personas, pero esta lo sostuvo, cuando el vampiro pudo ver con más claridad vio que era Jace, nunca había estado tan agradecido de verlo como ahora.

— Simón.

Volteó y vio a Izzy mirarlo, pero la mirada de todos se centraba en los niños que tenía en los brazos.

— ¿Qué hacen aquí? Jonathan está bien loco— dijo Simón sin soltar a los niños.

— ¿Por qué tienes dos niños?—preguntó un hombre.

Simón volteó y lo miró, estaba sentado en el suelo con vendajes en su cuerpo y parecía estar por morir, podía sentir su aroma de licántropo desde donde estaba, lo cual por alguna razón no le gustaba el aroma.

— Jonathan los tenía encerrado— explicó Simón—yo y Valentine teníamos que ser su niñero, había sido pedido por Jonathan.

¿Valentine?—preguntó Jace— ¿Qué hacías con Valentine?

— Estábamos los dos prisioneros, no sabía que era él hasta que nos llevaron a la habitación de los niños.

Sintió como Rafael junior apretaba con fuerza su remera y el pequeño niño brujo se agarraba a su cuello, todas las personas aquí eran desconocidas para ellos.

— ¿Dónde está ahora?—preguntó Clary.

La chica de pelo rojizo estaba sentada al lado del hombre herido y parecía estar llorando.

— Valentine se negó a cuidar niños y Jonathan lo mató— respondió Simón—tenemos que huir de acá, Jonathan está loco.

— Lo siento Julieta—dijo Izzy—no podemos irnos de aquí hasta que nos encontremos con tu Romeo.

— Y hasta que encontremos a mi madre— añadió Clary.

¿Raphael estaba acá?

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora