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ALEC

Estaba caminando pasando cerca de subterráneos que lo miraban con coqueteo, se había separado del grupo, su hermana se había ido con Simón sabiendo que a Raphael no le gustaría nada, mientras que Jace con Clarissa habían ido por trago y él buscaba a Magnus, algo dentro de él le decía que no lo buscara, que no le gustaría lo que encontrará, pero otra parte de él le exigía ir y no huir como cobarde.

Pudo ver como los subterráneos bailaban chocando su cuerpo, sus vestimentas sus antifaces mezclándose con los de las otras personas, las luces cegaban su vista y la música entraba en su oídos para aturdirlo, muchas de las subterráneas movían sus manos para poder tocarlo, el ojiazul rodeó los ojos y trato de evitar sus manos amistosas, pudo llegar a las mesas donde se sentaban a descansar las parejas viendo que en una de ella llamó su atención, un chico de piel morena y ropa negra brillante con un antifaz dorado hablaba muy cerca de una mujer con un vestido provocativo y pelo recogido con un antifaz blanco como su vestido, se paralizó y algo dentro de él rompió.

La música en su oídos pareció desaparecer y todo a su alrededor también, podía ver como el brujo y la vampiro estaban cada vez muy cerca y con descaro la vampiro rozó con sus labios en los labios del brujo, antes de darse vuelta vio como la mirada gatuna de Magnus se situó en el, pero Alec ya estaba huyendo, se dirigió hacia la puerta principal y salió sacándose el antifaz, no podía creer que había venido ilusionado por el amor de un brujo, se había dejado llevar por su sentimientos y había terminado con un corazón roto otra vez. Pasó su mano con frustración por su pelo y tuvo ganas de llorar de rabia por haber hecho esto, el brujo ya tenía su vida.

Se afirmó en la pared y frunció su ceño, no tenía que estar así, tenía que dejar de estar desilusionado cada vez que un chico rompía su corazón, ya no era un adolescente, empezó a caminar hacia el instituto, después le mandaría un mensaje a su hermana y a Jace para decirle que tuvo que irse porque sentía mal, cuando unas llamas azules rodearon su cuerpo y supo que Magnus estaba cerca, parpadeó y vio que ya no estaba en la vereda caminando lejos del Loft si no ahora estaba en la habitación del brujo y este estaba presente frente suyo.

MAGNUS

No se sentía muy a gusto con Camille cerca de él, al principio creyó que sería bueno pero después se incómodo, cerca de él pudo escucharse que los Nephilim estaban en las fiestas, este quería huir de la mujer y correr hacia donde estaba su niño de ojos zafiros, Pero no lo hizo, no sabe las razones, pero solo se quedo ahí.

— Magnus, te he notado tan perdido en este rato— dijo Camille.

La mujer había tomado un trago de su tercera copa, el brujo la miró, tan hermosa y tan malvada como siempre, ahora podía recordar como Camille había roto su corazón.

— Han llegado los Nephilim, temo que arruinen la fiesta— susurró Magnus.

La mujer vampiro dejó escapar una risa y lo miró como si algo estuviera planeando.

— No te preocupes cariño—dijo Camille.

La vio como se acercó a su oído y después a su mejilla, a Magnus no le estaba gustando esa cercanía, ella depositó un beso cerca de la comisuras de su labios y pudo oírle susurrar unas palabras.

— Lástima que un Nephilim muy sexy nos esté mirando— dijo Camille divertida.

El brujo alzó la vista para mirar la pista y lo vio, ahí estaba parado en medio de los subterráneos que bailaban, su ropa, su antifaz, estaba tan hermoso, Magnus no sabía qué decir cuando el ojiazul lo miró y se dio cuenta que se iba, quería correr detrás el Nephilim, necesitaba escucharlo y saber porque lo busco. Se dirigió corriendo hacia su habitación y así llegar hacia la ventana viendo al Nephilim caminando fuera del lugar, entró en pánico, tenía que hacer algo, sin razonar movió sus dedos hacia el cuerpo del Nephilim e hizo que apareciera en su habitación.

Se le hacía difícil respirar cuando el chico estaba cerca, estaba por entrar en un pánico si no hacía, vio como Alexander cruzó sus brazos y se sentó en un sillón que había colocado en el lugar.

— ¿Tan temprano te ibas de la fiesta?— preguntó Magnus.

Trató de esconder su voz nerviosa para observar como el Nephilim se dirigía a la cama y se sentaba en ella con la mirada en el suelo.

— No me siento a gusto con las fiestas, preferí irme a hacer algo más productivo— susurró el chico.

El brujo lo miró tragando con dificultad porque verlo así le daba dolor.

— ¿Por qué no me buscaste? Podríamos estar entretenidos juntos— dijo Magnus.

Pudo ver como el ojiazul cruzaba sus brazos y arqueaba unas de sus finas cejas al tiempo que fruncía su ceño y le miraba a los ojos.

— No quise molestarte con la persona que conseguiste para tener sexo— dijo Alec alzando sus hombro.

Touché, había ganado y dolido. Se levantó y miró por la ventana, por más que quisiera decirle unas cuantas palabras se controló y mantuvo su mirada en el edificio de al frente con los brazos en su cadera, lo sintió suspirar.

— Lo siento ¿vale?—dijo Alec— no quise decirte eso, estoy medio estresado así que me iré.

Escuchó los pasos dirigirse hacia la puerta, el brujo movió su dedo para que la puerta se cerrará con seguro y no lo dejara irse.

— Magnus ¿Qué estás haciendo?

El brujo no se movió y siguió con su vista en la nada, el alcohol que había tomado se había ido de su sistema y ahora estaba más consciente de lo sucedido, pudo sentirlo detrás de él.

— Magnus me quiero ir, abre la puerta— dijo Alec.

— Nunca te llamé la atención ¿Cierto?— susurró Magnus—cuando te salve y te cuide ¿No sentiste nada?

ALEC x2

Se quedó estático, esperaba cualquier comentario por su parte, cualquier pelea, pero esto jamás, nunca esperó que saliera de sus labios tan directamente.

— No te conozco Magnus— dijo Alec— dijiste que ahora estamos a mano, no sé por qué me has reprochado esto.

— Creí que había algo más entre nosotros— murmuró Magnus— creí que te darías cuentas que yo no hago esto por nadie y por ti si lo hice.

Al ojiazul se le resecó la garganta, su respiración se aceleró y podía jurar que las mejillas se estaban enrojeciendo por la vergüenza al escuchar una confesión por primera vez dirigida hacia él.

— Creí...

— ¿Creíste qué?—suspiro Magnus— ¿Que jamás llamaría mi atención? que equivocado estás Alexander.

Tragó con dificultad y agachó la mirada por no saber qué decir.

— Soy un simple Nephilim.

Todo de enfrentar al brujo se había terminado, ahora estaba ahí, con la mirada en el piso y sin saber qué decir.

— Tú no eres un simple Nephilim, puedes que seas mi Nephilim.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora