Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)

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MAGNUS

— La has cagado Magnus— dijo Raphael.

Que se había acercado hasta donde estaba él para hablarle de lo que había pasado y el momento incómodo que se pudo presenciar.

— Li his cigidi...— repitió Magnus burlándose.

Se dio media vuelta y empezó a caminar hacia el pasillo para ir hacia su habitación y tomar unos tragos, así su cabeza no lo torturaba tanto con lo que había sucedido, de todas formas no lo volvería a ver.

— Magnus, estamos hablando—reprochó Raphael siguiéndolo— ¿Viste como dejaste a ese Nephilim?

Magnus se detuvo para mirarlo.

— ¿Eres ahora mi voz de conciencia Raphael? ve y sigue lo que estabas haciendo con Simón y no me molestes— dijo enfadado el brujo.

Siguió caminando hacia su habitación y se asomó hacia la ventana, no entendía este gran rechazo que tenía en su interior ¿Qué iba a hacer? Si el mismo Alexander había dado a entender que sentía vergüenza a que los vieran juntos; no era de esos que creía en el amor, porque la vampiro Camille le había robado esa ilusión y aunque tuvo muchos amores en todo estos siglos y si había apreciado sus compañía, ninguno había movido tanto su corazón como el Nephilim de ahora.

Era algo raro, al principio había creído que era solo un capricho, ya que el Nephilim poseía todo lo que él le gustaba, los ojos azulados, el pelo negro azabache, el tipo de cuerpo correcto, pero cuando conoció mas el interior del ojiazul su comportamiento, su personalidad, lo cautivo mucho más de lo que pensaba y ahora todo había vuelto al principio. Hizo aparecer un pequeño vaso con whisky y lo tomó sin delicadeza ¿Por qué el amor era tan cruel? Volvió a pensar en el Nephilim y en su mente recreó sus gestos, cómo se paraba y sus sonrisas ¿Por qué Alexander era tan cruel con él?

Él había visto como el Nephilim ojiazul miraba con amor a su Parabatai, suponía que se enamoraría del otro, ya que el vínculo que ellos tenían era como una relación de pareja, pero Magnus le había dado las señales para darle a entender que estaba interesado en él y que todo a lo contrario de Jace él si le iba a dar atención.

¡Qué ridículo te hace el amor!

Magnus suspiró y caminó hacia su cama aunque sabía que no iba a dormir, estaría viendo a la nada por un rato, empezó a pensar algo para la próxima fiesta que haría, no por este rechazo iba a dejar de hacer fiestas, claro que no, pensó miles de ideas y opciones para una fiesta increíble, en esta fiesta iba a olvidar al Nephilim, lo tenía asegurado. Hasta que se le ocurrió la idea más fantástica de todas, como lo hacían a la antigua en Francia ¡Fiesta de antifaces!.

Miró el celular y vio que recién estaba empezando la mañana así que se levantó para caminar más animado hacia la habitación de huéspedes donde se situaban los vampiros y como estaba distraído pensando en la idea ocurrida entró sin golpear llevándose una sorpresa de que en la cama, medios tapados, Raphael estaba encima de Simón cual estaba en una posición comprometedora, Magnus salió de la habitación traumado.

— ¡Ah!

Muchos ruidos se escucharon dentro de la habitación y después como Raphael aparecía en la puerta con cara de pocos amigos y con toallón enrollado a su cintura.

— Sé muy bien que te moleste esta mañana, pero que me vengas a interrumpir así no tiene comparación— dijo Raphael molesto.

— Lo siento, solo venia a informar que esta noche haré una fiesta aquí— dijo Magnus.

— ¡¿Solo por una fiesta?!— musitó Raphael.

— Claro, fiesta de antifaces.

— Te voy a matar.

— Fantástico Magnus estaremos presentes, pero ahora me llevo a Raphael— interrumpió Simón.

— Está bien—dijo Magnus.

Con una pequeña sonrisa viendo como la puerta se cerraba en su cara, por los menos los dos vampiros tenían amor y se divertían juntos mientras que el estaba con su soledad, disfrutando el inicio de su juvenil vida sexual. Llamó por celular a Elias, su gran amigo de fiestas y le comentó de la idea y le dijo que invitara a todo el mundo lo más rápido que pudiera, nunca le había fallado. Esta noche olvidaría a ese Nephilim.