(58)

1.4K 139 37
                                    

RAPHAEL

Estaba en su habitación, desnudo, y con alguien a su lado, desde que Simón había hecho trizas​ sus sentimientos se había encargado a olvidarlo ¿Y quiénes eran los mejores para eso? lo polluelos. Al principio se le había hecho difícil, Simón rondó por su mente todo el tiempo, pero después unos de los polluelos empezó a hablarle bonito, y los demás le siguieron, y se habían convertido en sus acompañantes a la hora que necesitaba sacar la frustración. El chico con el que estaba ahora tenía el pelo lacio y largo cómo el de una muchacha, era muy delgado, tenía unos ojos color miel y una sonrisa encantadora, Raphael podía sentirlo como lo abrazaba con suavidad, cómo solía hacerlo Simón.

— Tendríamos que salir algún día a cenar—dijo el muchacho alzando su vista.

Nunca había llevado a Simón a cenar, ni al cine, ni algún lugar bonito mundanos, capas por esas razones también Simón se había cansado de él.

— Estaría bien, Tom— respondió Raphael.

Podía sentir como su mente se perdía a cada rato, no era lo mismo que cuando estaba con Simón, este hablaba de las maravillas de la música clásica, algunas anécdotas tontas y hasta a veces trataba de contarle chistes malos cual le divertían mucho, ellos se habían amado, Raphael lo había amado. Había pensado cerrar su corazón y ser un triste y aburrido vampiro resentido de un rechazo, pero su madre le había dicho tantas veces.

<<En el amor tienes que intentarlo reiteradas veces, no siempre el primero es el verdadero. >>

Tom podía ser su "amor verdadero" o Karl o hasta el mismo polluelo Rith, con el tiempo podría quedarse con alguno y hacer lo que tenía planeado con Simón. Maldito Simón.

— ¿Sabes? todos los vampiros andan hablando de un polluelo—dijo Tom acariciándolo— vive con un brujo.

— ¿Mm?

— Dicen que Camille no lo quería porque sobrepasaba los límites de la inutilidad— dijo Tom—por eso fue prohibido venir acá.

Raphael se molestó, Simón no era inútil, era el polluelo más fuerte que había conocido, había aprendido mucho y se había enfrentado a Jonathan, había salvado a Alexander y a la Nephilim de cabello rojizo, era asombroso, todos estaban hablando estupideces.

— No fue así— murmuró Raphael mirando el techo para ocultar su dolor—el polluelo se quedó porque tenía una novia Nephilim allá.

— ¿Una novia Nephilim?— preguntó Tom asombrado.

— Sí, una mujer muy hermosa— respondió Raphael con dificultad—creo que es hora de que vuelvas a tu habitación.

Tom asintió para pararse de su lugar mientras que Raphael lo observaba, no era igual que Simón, Tom era delgado y con piel nívea, Simón tenía un poco más de carne y su piel blanquecina era hermosa, Tom tenía ojos miel, Simón verde grisáceos, este chico tenía el pelo largo, su Simón tenía el pelo corto y alborotado, Tom tenía una sonrisa encantadora, pero su Simón tenía una sonrisa que hechizaba. Eran tan distintos.

El polluelo antes de irse beso a Raphael con entusiasmo, los besos de Simón no eran intensos, esos besos hacían volar. Cuando vio que el vampiro se fue cerrando la puerta detrás de él, no pudo evitar dejar escapar un suspiro que no necesitaba su cuerpo hacer, esto era mucho para él, extrañaba al maldito chico que había roto sus sentimientos.

MAGNUS

— Hogar dulce hogar— murmuró Magnus.

Había traído a Alexander y a Simón a su nueva casa donde Jonathan no podría encontrarlos ya que estaba escondido y tenía hechizos para que nadie pudiera rastrearlos, era enorme y muy adornada, una casa perfecta.

— Iré a buscar mi habitación— susurró Simón.

El polluelo desapareció con sus cosas por los pasillos, Magnus agradeció aquello para sonreír y mirar a Alexander, podría estrenar su habitación con el ojiazul que tenía enfrente, continuar todo lo que le habían interrumpido.

—Vamos a mi habitación— dijo Magnus.

—Hoy no será el día, tengo que volver al instituto.

—Necesitamos tener nuestro momento a solas— se quejó Magnus.

El brujo había comenzado a hacer puchero mientras se cruzaba de brazos para hacer un tipo berrinche mundano que había visto, observó como el Nephilim se acercó hasta él algo avergonzado.

— Sabes—dijo Alec nervioso—antes de llevarme a tu cama hay que hacer otras cosas.

Magnus sonrió para darle la razón a su garbancito, ya que no todos tenían el mismo concepto de lo que se lleva en una relación.

— ¿Estás diciendo de una cita? ¿Una boda? ¿Ir al cine?

Alec abrió los ojos y la boca asombrado, se había quedado perplejo al escuchar aquellas palabras, al parecer lo de la boda estaba demás.

— Yo decía lo de la propuesta de novios—susurró el ojiazul.

Novios, eso era una palabra muy...él no lo había usado desde ¿Hace siglos? lo miró sin poder hablar, el era su Alexander, le había correspondido y le daba unos espectaculares besos ¿Por qué no llamarlo con esa gran palabra? Además solo eran rótulos.

— Creí que no necesitábamos esa definición—dijo Magnus alzando sus hombros— los dos tenemos un sentimiento mutuo, eso basta.

— Entonces ¿Somos novios?

Magnus iba a tener que decirlo en voz alta para que la persona frente a él pudiera estar tranquilo.

— Sí, somos novios Alexander.

SIMÓN

Estaba caminando por una gran sala de libros, un piano adornaba la habitación y a un lado de la pared vacía había un gran espejo, empezó a caminar hacia él ya que había llamado su atención, podía verse completo, una imagen de alguien desastroso, cuando estaba a punto de irse el reflejo de Jonathan apareció detrás de él, miró hacia atrás aterrado pero Jonathan no estaba allí, volvió su mirada al espejo viendo como el chico seguía en su lugar con una sonrisa que lo hizo aterrar.

— Vine a buscarte— dijo el chico.

Para empezar a salir del espejo y agarrarlo de la chaqueta para tirarlo dentro con él.

— ¡Raphael! 

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora