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ALEC

Estar a solas con Magnus no era algo que quería hacer ahora mismo, porque con lo que habían vivido ambos estaba muy avergonzado al punto de comenzar a rascar sus brazos y su cuello, dejando una marca roja por lo mismo.

— Entonces...— murmuró Magnus con una sonrisa.

El ojiazul empezó a mover sus manos, nervioso de todo lo que estaba sucediendo.

— No hay nada de qué hablar Magnus—dijo Alec—creo que me iré a informar esto al instituto, sobre lo sucedido.

Empezó a dirigirse fuera del lugar sintiendo como el brujo lo seguía de atrás.

— Claro—dijo Magnus.

Volteó a escuchar aquello ¿Cómo que claro? ¿Así que el beso no le significo nada? Se sentía ofendido que no podía ocultarlo de su rostro ¿Lo estaba echando bien? Pero si estaban bien hace rato.

— Eres alguien sin corazón—dijo Alec.

El Nephilim se sorprendió al dejar salir aquel comentario, él había dicho que se iría primero, tenía que dejar de ser tan así, solo observó como el brujo caminando con pasos largos hacia donde estaba el y con una de sus manos tocó su frente, estaban tan cerca.

—Necesitas descansar—susurró Magnus—puedes quedarte aquí, le avisaré a tu Parabatai y lo que has descubierto para que informe él.

Magnus se quiso separar pero Alec lo tenía agarrado de la camisa con un poco de fuerza, notó eso y lo miró esperando su siguiente acción. El ojiazul no sabía cómo comportarse con Magnus, desde la primera vez que lo había visto hasta el día de ayer que había despierto, no sabía cómo actuar frente a él, cada movimiento no era controlado como había sucedido con el beso y ahora. ¡Oh por el ángel! Ahora iba a ser otro momento que no podría controlar.

— Alexander...

— Bésame Magnus—pidió Alec—por favor bésame.

Al principio vio como el brujo lo miraba sin decir nada y eso le dolió un poco, significaba que no lo haría y había perdido un poco de dignidad, el poco que le quedaba, pero después se sorprendió al sentir las manos de él en su mejillas y como unos labios chocaban con los suyos, este beso no era como el de la habitación, este no era hambriento buscando más del otro, este beso era lento y suave con una pizca de cariño en el que hizo que Alec se sintiera querido, cuando se separaron quedando frente contra frente con sus ojos cerrados disfrutó de aquel momento intimo.

MAGNUS

Estaba experimentando un nuevo sentimiento, tener a ese Nephilim así tan cerca de él era muy difícil de explicar, en todos sus siglos de vida este sentimiento se había posicionado después de mucho tiempo.

— Yo...

Alexander parecía un pequeño animal indefenso que pedía ser cuidado, sus mejillas reflejaban un color carmesí por estar avergonzado y verlo así, intentando hablar hacía que la ternura en él aumentará, Alexander era inocente y eso al brujo le encantaba.

— Tenemos que descansar—dijo el Nephilim separándose.

Otra vez se le escapaba, observó cómo caminaba fuera de la sala y no dudó en seguirlo para poder detenerlo de que se vaya, pero se sorprendió a ver que se dirigía a su habitación, la habitación de Magnus, cuando lo vio con más determinación lo vio despojarse de su ropa para solo quedar en ropa interior, con mucha confianza.

— ¿Qué estás haciendo Alexander?— preguntó Magnus.

Vio como el ojiazul se volteaba a verlo dejando a la vista lindo abdomen, su cuerpo tenía runas esparcidas y el chico sonreía, una combinación perfecta.

— Dije que íbamos a descansar— señaló Alec.

El Nephilim frente a su vista bostezó, y con la palma de su mano lo pasó por encima de sus ojos ¿Un Nephilim podía verse tan lindo? Magnus empezó a caminar para adentrarse a la habitación y entonces vio como Alexander abría los ojos con sorpresa y lo miró avergonzado.

— Oh, yo tenía que ir a una habitación de huéspedes ¿Cierto?— preguntó el menor.

El brujo sonrió y asintió con diversión para hacer que la persona frente a él se avergonzará más.

— Lo siento—se disculpó.

Empezó a agarrar su ropa para caminar hacia afuera, pasando por su lado y así poder salir de la habitación pero Magnus lo detuvo poniéndole su mano en su pecho.

— Descansa conmigo Alexander— pidió Magnus.

— Pero...

— Solo quédate y duerme conmigo— volvió a decir.

Alec asintió y dejó su ropa en una orilla del sillón para sentarse en la cama mientras lo miraba con vergüenza, el brujo sonrió y empezó a desprender la camisa sin dejar de mirar a su Nephilim, si Alexander le había dado una buena vista ¿Por qué él no lo haría? Al llegar al último botón se sacó la camisa y caminó hacia los sillones, podía sentir la mirada del Nephilim en él, cuándo se despojó de toda la ropa y quedó igual que el menor sonrió como este suspiraba y huía para acostarse y taparse hasta la cabeza, Magnus término por sacarse todos los accesorios y caminó hacia la cama mirando como su pequeño Nephilim susurraba algo.

— Hace calor Alexander—dijo Magnus.

El brujo se sentó en la cama y vio como Alexander se negaba bajo las sábanas.

— Em, tengo un poco de frío.

Magnus tocó su frente con preocupación y vio como el ojiazul se tenso a aquel toque.

— No tienes fiebre— murmuró Magnus— ¿Te sucede algo?

El ojiazul negó reiteradas veces, en un estado de nerviosismo.

— Estoy bien, solo cansado ¿Podemos dormir?

— Claro.

El brujo se dio vuelta dándole la espalda a Alec y sonrió divertido por la situación, con un movimiento de dedos la luz se apagó y las cortinas se cerraron mostrando oscuridad absoluta en la habitación para una mejor comodidad para ambos.

— Descansa Magnus— susurró Alec.

— Descansa garbancito.

SIMÓN.

Quería llorar, necesitaba desahogarse con algo, algo iba mal y él lo sabía, debía usar las técnicas de su Raphael y averiguar qué estaba sucediendo, mientras tanto trataba de pensar en positivo y saber que su pareja volvería a él, pero si Alec tenía razón uno de los dos estaba en peligro y temía por ello. Nunca había pensado que estaría así al tener un novio, pero lo estaba, estaba preocupado, aterrorizado y aunque no se consideraba con totalidad débil necesitaba de la presencia de Raphael para estar en paz en este nuevo mundo. Busco en el armario del mayor encontrado su ropa, sacó una chaqueta negra cual Raphael había usado y aspiró su aroma y al de jabón de limpieza, no estarían tanto tiempo separados eso lo sabía y nada iba a poder impedirlo, ni Jonathan, ni Camille ni nadie. 

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora