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RAPHAEL

Se despertó en el piso y se sentó con dificultad, no estaba en la fiesta de Magnus si no estaba en su cuarto en el hotel de Camille, miró hacia todo lados y no vio a Simón, él no estaba, se sentía vacío. Se levantó y sintió marearse, Camille usó droga con algo de magia, no era normal que algo lo durmiera así.

Empezó a caminar hacia fuera de la habitación y se apoyó en la pared para recuperar la compostura, tenía que volver con Simón, tenía que estar con él, lo había visto caer en el suelo, si el ahora estaba despierto debería estar bien asustado y no estaba ahí para calmarlo. Su niño era muy sensible y lo necesitaba, necesitaba proteger a su pareja, estar allí con él y nunca dejarlo de mimar. Caminó por el pasillo y bajó con rapidez las escaleras, necesitaba salir de acá, ahora.

— El sol está en su punto más alto, no puedes salir de aquí.

Volvió su vista y vio cómo Camille aparecía en una bata provocadora en medio de la sala, con un cigarro en su mano y una sonrisa fingida.

— ¿Por qué me hiciste esto?— preguntó Raphael.

Camille caminó hacia él y trató de ponerle su mano en el hombro pero el vampiro se alejó, la mujer vampiro chequeó su lengua.

— Te estoy protegiendo Raphael— explicó Camille—algún día me lo agradecerás, no ahora pero en una década sí.

Raphael no entendía ¿Protegerlo? ¿De qué? debían ser mentiras de ella, siempre uso las situaciones a su favor y a la vez manipula para lograr su objetivo.

— ¿Qué estás diciendo Camille? dime ahora mismo lo que sabes—exigió Raphael.

Camille sonrió para darle una gran calada a su cigarro y caminar por la sala.

— Andan comentando los subterráneos que Jonathan dará un golpe—dijo Camille.

— ¿Y?

Vio como la mujer vampiro caminaba hacia la puerta mientras reía.

— Piensa Raphael ¿O él polluelo te ha afectado?

Y desapareció dándole a saber que Magnus y Simón estaban en peligros, Jonathan daría su golpe allá.

MAGNUS

Consolar a un vampiro como Simón no era muy bueno, pero lo hizo aunque no entendía mucho, ya que este sentimiento que el menor estaba pasando todavía no lo había experimentado ¿Pero saco a todos de la fiesta? Si. El sol ya había dado su bienvenida y la habitación estaba alumbrada haciendo notar vasos y líquidos en el piso como consecuencia de la fiesta, Magnus estaba sentado al lado de Simón sobándole la espalda mientras el niño vampiro se desahogaba llorando, después limpiaría todo el desastre.

El ruido de la puerta ser golpeada sorprendió a ambos, Magnus chequeó sus dedos y una llama grande y ancha se transformó viendo la presencia de Alec que lo hizo sorprender, lo vio pasando su mano reiteradas veces por su pelo, Magnus sonrió y habló.

— Garbancito ¿Quedaste insatisfecho?— dijo Magnus con picardía.

Alec miró la puerta y resopló por aquellas palabras.

— Abre Magnus, esto es importante.

Magnus chequeó los dedos, la puerta ya debería abrirse para el nuevo visitante.

— Por favor, más malas noticias no— susurró Simón.

El brujo siguió sobando la espalda del menor aunque atento a los ruidos de Alexander mientras entraba.

— Vas a estar bien— consoló Magnus—Raphael vendrá al anochecer y todo va a estar bien.

— ¡Simón!

Se sorprendió al ver como Alexander gritaba nombres mientras caminaba por la sala.

— ¡Raphael!

No podía entender la desesperación de los llamados del Nephilim, pero no debían ser buenas noticias.

— Alec estamos acá— dijo Simón.

El ojiazul apareció abrazando a Simón con fuerza ¿Se había enterado? ¿Tan rápido? Vio como Alec se separaba un poco y lo analizaba para después suspirar relajado.

— Estás sano— susurró Alec.

Simón asintió, Magnus vio como el Nephilim dirigía su mirada a él y un escalofrío recorrió su cuerpo, le gustaba aquella mirada pero no la preocupación que transmitía.

— ¿Dónde está Raphael?

El brujo dejó escapar un quejido, Alexander tenía que estar pidiéndole una sección de besos como lo de más temprano no preguntando por Raphael, Simón empezó a murmurar incoherencias hasta que logró formular las palabras.

— Camille se lo llevó.

Magnus miraba con atención la marca en el cuello en Alec, le gustaba como le quedaba y eso le estaba haciendo sentir diferentes tipos de emociones, ese Nephilim le gustaba y mucho.

— Están en peligro Simón— explicó Alec— alguno de los dos está en peligro.

Los pensamientos inapropiados que estaba teniendo se detuvieron ¿Cómo qué estaban en peligro y él no estaba enterado?

— ¿Qué?

SIMÓN

Miró a Alec asustado por su reciente comentario.

— ¿Qué? ¿Qué dijiste?

Alec se sentó a su lado y suspiró reiteradas veces decidiendo hablar o no sobre lo que había pasado en su habitación y como se dio cuenta de este mal suceso.

— Me estaba por bañar— susurró Alec—y vi a Jonathan.

— ¿En el baño?— preguntó molesto Magnus.

—Si en el baño, salí a perseguirlo y se escapó, pero cuando miré en mi habitación vi la pared escrita con una advertencia.

Simón sentía que se desmayaría en este momento por la tensión a la cual se estaba enfrentando.

— ¿Y? ¿Qué decía?— preguntó Magnus.

— ¿El vampiro o el nuevo? eso decía— respondió Alec.

— Eso es extraño—dijo Magnus pensativo.

— Camille se lo llevó a la fuerza— susurró Simón preocupado— él no está seguro.

Vio como Magnus y Alec se miraban, como si estuvieran hablando a través de ella, pero Simón no pudo entenderlos del todo.

— Camille jamás haría daño a uno de los suyos—defendió Magnus—la conozco hace siglos y sé que no es capaz de llegar a ello.

Simón se hizo ovillo y empezó a mecerse, no entendía nada, parecía como si fuese su primer día de transformación y tendría que tener una vida al lado de criaturas mágicas, Raphael tenía razón, había salido de su vida mundana a enfrentarse diferente tipos de peligro.

— Entonces Raphael no está en peligro—dijo Magnus después de pensar—Simón sí lo está.

— ¿Por qué dices eso?— preguntó Simón.

— Por alguna razón Camille no te llevo—explicó Magnus—tú no eres de su clan, ella no te considera uno de los suyos.

— Entonces dejó desprotegido a Simón— concordó Alec—Camille está metida con Valentine.

— Claro que no—dijo Magnus sorprendido—Camille no lo haría, no es capaz de ello.

Simón levantó la mirada y vio como los dos estaban por empezar una pelea por ver quién tenía razón.

— Cálmense—dijo Simón—no peleen, iré a la habitación a tranquilizarme mientras tanto ustedes tienen que hablar.

— ¿Hablar qué?— preguntó Alec.

Alzó los hombros y salió de allí, tenía que sacar conclusiones solo y no meterle problemas a una futura relación que aún no había comenzado.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora