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MAGNUS

Cuando apareció en su casa no solo se había dado cuenta que Raphael llevaba al pequeño en sus brazos, sino que también los dos adultos habían tenido una velada muy activa y ahora estaban un poco mal al saber que tendría que llevarse a Rafita con él, no querían dejarlo ir, tenían miedo de que se lo quitarán, pero los entendía, el cónsul y los miembros de la clave eran hombres de leyes mientras que el inquisidor, bueno ese parecía que había tomado algo antes de venir. Magnus sintió ganas de reír al pensar en un inquisidor dopado.

— Tienes que jurar que Rafita volverá—dijo Raphael.

El brujo rodeó los ojos, cruzó los brazos y chequeó la lengua, estaba tardando por ellos y no quería que pequeño Max se quedará con esos hombres y Alexander no necesitaba estar escuchando tantas ignorancias, pero de algo que estaba seguro es que no se llevarían al pequeño.

— Juro que lo traeré— dijo por milésima vez Magnus.

Simón miró a Rafita con tristeza y se estiró para darle un beso a su frente, Raphael sostenía a su pequeño en sus brazos.

— Te llamaremos cada diez minutos— dijo Simón— para asegurarnos de que aquellos hombres no se lo llevaron y no quiero un no como respuesta.

— Creo que mi celular está sin batería— se escuchó por parte de Magnus.

Vio como Raphael frunció los labios enojado, Magnus le guiño un ojo mientras estiraba sus manos para tomar al pequeño, el vampiro mayor lo apretó en su pecho haciendo que el brujo chequeara la lengua impaciente.

— Promete que contestaras los llamados— dijo Raphael.

— He dicho que no tengo batería.

Vio como Simón le pasaba un celular.

— Este es el celular de Alec, tiene batería, te llamaré a ese— dijo Simón.

Magnus los tomó confundido ¿Qué hacía con el celular de Alexander? Se lo guardó en el bolsillo para poder estirar sus manos de nuevo al cuerpito de Rafita.

— ¡Espera! No tiene ropa para ir.

Y ahora que lo miraba tenía razón, llevaba la misma ropa que tenía en la mansión de los Morgenstern y con el problema de que los dos vampiros no podían salir a la luz era muy difícil para ellos conseguir ropita.

— Los Nephilim pensaran que lo estamos maltratando— dijo Simón histérico—no puede ir así.

— Entonces no va a ningún lado— apoyó Raphael.

El brujo chequeó los dedos y el pequeño apareció en sus brazos dejando confundidos a sus amigos.

— Yo me voy a encargar de que este limpio y guapo para la visita a los Nephilim, ahora quédense aquí y déjenme irme de una vez— dijo Magnus.

Le sonrió al pequeño que lo miraba con fascinación en aquellos ojitos avellanas.

— Panquesito es hora de visitar a unos hombres gruñones.

Y chequeó sus dedos para hacer un portal, antes de irse miro a su dos amigos que lo miraban preocupado, Magnus le sonrió para tranquilizar sus nervios y paso por el portal para aparecer en la sala de la institución donde los demás jóvenes y Max estaban pasando la tarde, Izzy estaba acostada en un sillón abrazando el pequeño cuerpo de su hermano menor, al otro lado de la sala cerca de un ventanal, estaba Clarissa, había perdido a toda su familia, solo le quedaba está familia y Luke que estaba siendo curado por su manada, pero allí estaba metida en un libro haciendo que todo lo demás fuera a segundo plano.

— Magnus tienes que ir ahora a la sala, los hombres están ansiosos por verlo— dijo Jace.

El brujo no pudo evitar pegar un saltito por el susto, volteó su vista, el niño rubio había aparecido de la nada.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora