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RAPHAEL

Había caminado hacia el cementerio donde fue la primera vez que había traído a Simón, quería llegar puntual y así poder estar en compañía de su soledad un rato, tener tiempo para pensar en que tenía que hacer todo el proceso para transformar a Simón otra vez. Había recordado todos los momentos que había pasado con el menor desde que lo encontró en Pandemónium llevándolo con Camille hasta ahora, habían pasado tanto como la primera vez que lo beso en la mansión Morgenstern hasta su primera vez en la cama, era su chico, el indicado y nada podría separarlos porque ellos dos se pertenecían, porque Simón había querido regresar de nuevo a él antes que a su vida mundana y se casarían porque los dos querían eso, porque Raphael quería tenerlo para siempre y jamás lo dejaría ir.

Siguió caminando escuchando los movimientos de los árboles por el viento que se había levantado, la luna siendo tapada por nubes dando a entender que la noche se estaba a punto de descomponer, se había vestido lo mejor que pudo, no solo venía a transformar a Simón si no a pedirle casamiento, en el bolsillo izquierdo de la chaqueta gris llevaba una cajita donde estaba el anillo de la familia Santiago, el merecía llevar ese anillo.

Se quedó mirando a la nada por un momento ¿Ya todo había terminado? Estaba todo tan pacífico y era raro que no hubiera otro peligro más ¿Era verdad que ahora podían vivir en paz? ¿Ahora él y Simón podrían estar felices los dos juntos? El portal de Magnus apareció a unos metros de él y no pudo evitar pasar su lengua por sus labios en muestra de nerviosismo, esto era complicado, ahora que lo pensaba no estaba muy seguro si podría enterrar a Simón de nuevo bajo tierra ¿Había posibilidad de arrepentimiento? Miró cómo Simón cruzaba por el portal para tirarse encima y abrazarlo, lo sostuvo de las caderas y lo levantó haciendo que el menor colocará sus piernas a cada lado de su cuerpo, el mayor tuvo que medir su fuerza para abrazarlo y no hacerle daño pero disfruto el aroma a mundano que tiraba el pequeño olor a sangre pero con mezcla de productos artificiales como vainilla y menta.

— Te extrañé— susurró Simón.

—Yo también bebé— dijo Raphael.

Apoyó su cara en el hueco del hombro de Simón, encantado de esta cercanía.

— Si quieren tener intimidad podemos irnos por un rato.

Raphael alzó la mirada viendo a Magnus y Alec cerca, no pudo evitar darse cuenta que tenían ese brillo que antes no tenían, se veían menos tensos y más relajados.

— Veo a dos personas que parece que sí tuvieron diversión en el instituto—dijo Raphael.

Pudo ver como el Nephilim comenzó a avergonzarse y Magnus sonrió.

— Ya era hora, sólo que a Simón se le ocurrió molestar—murmuró Magnus—al igual que el chico rubio.

— Han traumado a mi pequeño— dijo Raphael.

Podía escuchar el corazón del menor palpitar con fuerza, estaba nervioso o capaz recordando lo que había visto lo ponía así, el vampiro mayor soltó con delicadeza el cuerpo de menor y lo dejo en el suelo mirándolo de nuevo a la cara, llevaba sus lentes haciendo que Raphael no pudiera ver bien esos ojos que tanto amaba, su cara estaba sonrojada por la vergüenza y estaba mordiendo partes de su labios inferior.

— Cabe decir que no sabía que estaban teniendo eso—dijo Simón apenado.

Raphael empezó a reír.

— No sabes cuánto te amo—susurró Raphael.

Vio a Simón avergonzarse, algo que extrañaría de Simón mundano era verlo así con sus pómulos enrojecidos.

— Yo también te amo.

— Bueno ¿Podemos apurarnos? Tengo un bebé en casa, un niño que llevar a dormir y tres adolescentes que uno de ellos va a descontrolar a todos los del instituto— dijo Alec—y mañana me nombran como encargado del instituto.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora