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RAPHAEL

Arrastró a Simón hasta el cuarto mientras besaba su cuello, justo en aquel huequito donde su vampiro menor perdía la cordura, Rafita se había dormido y esperaba que no despertara en un buen rato así aprovechaban a disfrutar de un buen momento de una vez por todas.

— No tendríamos que irnos lejos ¿Y si Rafa llora?— dijo Simón preocupado.

Debía admitir que su chico se veía más que adorable desde que había empezado las preocupaciones con aquel bebé, se notaba que quería mucho tener a esa criatura, ser su padre y no es que le molestara eso, al contrario también quería que el niño se quedara con ellos pero en estos momentos solo quería estar con Simón en una cama.

— Lo escucharemos— dijo Raphael.

Colocando sus manos en la parte baja de la cintura, los dos cuerpos se juntaron más de la cuenta haciendo que casi se cayeran en medio del pasillo si no fuera porque Raphael tuvo que mantener el equilibrio y agarrar con fuerza del frágil cuerpo de Simón para que no se cayera, la risa de los dos inundó aquel lugar.

— Raphael Santiago— lo retó Simón riendo.

— Mala mía— se disculpó mientras reía.

Buscó sus labios de nuevos, está vez besándolo como extrañaba hacer, con eso lo dirigió hasta la pared y lo apretó para poder besarlo mucho mejor, metiendo sus manos bajo la remera del menor, tocando su piel suave, para después moverse hasta arriba arrastrando con ella la remera, no aguantaba estar tan lejos de él, dejó sus labios para sacar la remera, comenzó a besar su pecho. Puede escuchar los suspiros de Simón en su oído, algo que extrañaba mucho, le gusta mucho.

— Raphael.

Pero el vampiro mayor no hizo caso, se arrodilló en el piso y comenzó a besar sus caderas para después con una de sus manos desprender el pantalón.

—Raphael, cama, ahora—gruñó Simón tirando de su chaqueta.

Alzó su vista para ver a Simón con los labios medios abiertos y devolviendo la mirada como esperando recibir la respuesta.

— Lo que ordenes— respondió Raphael.

Se levantó para después levantar el cuerpo de Simón y sentir como se agarraba a su cuerpo, las piernas se enrollaba a su cintura y las manos se colocaban en su cuello escuchando una pequeña risita por parte de su amado.

— Oh cielos extrañaba esto, te extrañaba.

Estuvieron entretenidos en la cama un buen rato, Rafita no despertó ni arruino el momento, ambos pudieron volver a tocarse, a besarse y a ser uno como hicieron en el principio de su relación y que por culpa de Camille y Jonathan tuvieron que separarse y pasar por muchas cosas, se dijeron muchas palabras lindas y pudieron volverlo a hacer hasta sentirse satisfechos. Una vez finalizado Raphael pudo contemplar a su pareja acostado arriba de él después de haber terminado juntos, podía verlo sonreír mientras que él pasaba una mano por la espalda de su chico como manera de tener ese pequeño contacto.

— Debo decirte algo—susurró Simón un poco después— es un mal momento, pero debo decírtelo.

Y acá iba aquello que le había estado ocultando.

— ¿Qué sucede amor?— preguntó Raphael.

— Quería saber si te gustaría ir a visitar a mi madre una de estas noches— dijo Simón con rapidez.

— ¿Qué?

No esperaba escuchar eso, el celular comenzó a sonar en alguna parte de la habitación haciendo que Simón se moviera y comenzará a caminar desnudo por la habitación en la búsqueda del celular sonando.

— ¿Ahora quién es?

El llanto de Rafita se escuchó a lo lejos.

— Tú te encargas del niño, yo buscaré el celular— dijo Raphael.

Vio como Simón asintió y se comenzó a vestir para comenzar a correr a la sala mientras que el se encargaba de buscar el celular para encontrarlo bajó la cama ¿Cómo había terminado allí? Lo agarró y vio que era uno de los Nephilim, Jace, aún no le agradaba por haber arriesgado la vida de su futuro esposo, contestó de mala manera.

— Acabas de interrumpir algo y despertaste a mi hijo ¿Qué quieres?—gruñó Raphael.

— La clave, el inquisidor, y el cónsul está en el instituto, quieren ver al niño— respondió Jace.

Raphael se quedó inmóvil.

— ¿Qué? Se lo van a llevar a Idris, no puedo permitir eso Simón está muy encariñado, no pueden hacernos esto— dijo Raphael.

— Claro que no, no dejaré que eso pase, ninguno lo dejará—se quejó Jace— Magnus lo irá a buscar.

— Se lo diré a Simón, espero que cumplas tu palabra, Nephilim.

Y la llamada se cortó, comenzó a buscar su bóxer y sus pantalones para comenzar a caminar a la sala donde estaba el menor.

— He escuchado todo— lo sorprendió Simón cuando estaba saliendo de la puerta— confío en ellos, no dejarán que Rafita se vaya.

Raphael comenzó a hacer jueguitos con su mano para llamar la atención del niño.

— Esperemos que así suceda.

No le gustaba esto, de saber que posiblemente pierdan al niño.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora