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SIMÓN

— ¿Oyes eso?— escuchó al hombre preguntar.

Simón no escucho nada, el estaba cantando una canción de Queen que había escuchado en el celular de Magnus, ya se había cansado y había aceptado su final así que trataba de distraerse con algo, cuando dejó de cantar y agudizó sus oídos le dio la razón al hombre escuchaba algo cómo ¿Llantos? estaba escuchando llantos de bebés ¡Eso no podía ser!

— Son niños—afirmó Simón

— No entiendo porque Jonathan tiene niños acá.

La puerta se abrió y Simón se sentó cerrando los ojos con fuerza, sus ojos habían ardido con la luz por estar tanto en la oscuridad, pero pudo escuchar la voz de ese hombre que lo había traído acá.

— Es su día de suerte, escorias— escupió Jonathan—servirán como niñeras.

Después de eso Simón había sido golpeado, empujado para ser arrastrado por dos hombre a la habitación donde estaban los niños, cuando miró atrás de él para ver si el otro hombre que estaba prisionero estaba bien, casi se cae de la sorpresa, el hombre que venía arrastrado por los hombres de Jonathan, era el mismísimo Valentine.

— Valentine—balbuceó Simón.

Había estado encerrado con ese hombre, hasta le había hablado, Valentine no lo estaba mirando si no a su hijo con algo de molestia.

— No seré niñera de nadie-—escupió Valentine—suficiente fue contigo y tu familia.

Miró a Jonathan, su cara estaba seria y su pelo plateado tirando hacia su cara, sus ojos oscuros y su vestimenta negra hacía verlo tenebroso y alguien que había perdido la cordura, ni quería saber cómo Valentine había acabado perdiendo contra su hijo.

— Entonces morirás—dijo Jonathan chequeando la lengua.

Vio cómo los hombres se llevaban a Valentine, este no gritó ni trató de escapar, el sabía que esto pasaría ¿Pero por qué había creado a este monstruo? ¿No podía pararlo?

— Vampiro—dijo Jonathan—tú estarás a cargo de estas dos criaturas.

Simón sabia que negarse a Jonathan no sería nada bueno y que su vida acabaría lo más rápido posible, solo asintió, cuando se adentro a la habitación y se acercó a los dos niños que seguían llorando, los miro con curiosidad, uno de ellos era un niño de piel azulada con unos ojos amarillos verdosos y con unos pequeños cuernitos, era tan hermoso y le hacía acordar tanto a Magnus, a su lado un bebe con ojos avellanas como los de Raphael lo miraba con atención, no tenía nada que dijera que era diferente, parecía un mundano más, un bebé mundano.

Los niños habían dejado de llorar y lo miraban con atención, el pequeño niño que tenía los mismos ojos que Raphael le estaba sonriendo ¿Para qué Jonathan quería a estos niños? ¿Los mataría? No podía dejar que esto sucediera, haría todo para sacarlos de este lugar aunque tuviera que dejar su vida en ello.

ALEC

Mirar hacia los ojos de Jace, ya no era lo mismo como cuando él tenía algún sentimiento amoroso por él, ya no existía más qué un sentimiento de hermanos, pero ahora tenía sentimientos por alguien más, pero ¿Quién es ese tal Will? ¿Y por qué Magnus lo conocía? Los celos lo estaban matando ¿Había sido un amor de su pasado? ¿O estaba jugando a dos puntas?

Suspirando observó como todos se estaban preparando para ir al rescate de Simón, eso le ponía orgulloso, había podido enfrentar a sus padres y a su familia, y a pesar de todo había prometido que este día acabaría con Jonathan aunque fuese hermano de Clarissa, miró a su hermana preparando las armas y colocándolo entre medio de sus botas, enrollando su látigo a su brazo y otras armas a su cintura.

— Izzy—dijo Alec caminando hasta ella.

— ¿Qué sucede?— preguntó Izzy.

Su hermana no tenía los ojos azules como él, ella tenía ojos oscuros, no merecían​ entrar a esto, no quería verla en algún peligro aunque fuera una de las mejores Nephilim, por lo cual era mejor hablar con ella de que se quedara.

— No quiero que vayas, no quiero ponerte en peligro.

— No, claro que no Alec— se quejó Izzy—si tu vas yo voy, no me voy a aburrir en este lugar mientras tu estas divirtiéndote allá.

— No quiero que te pase nada.

— No me va a pasar nada Alec—dijo Izzy—confía en mí.

Alec se separó de un abrazo fugaz que le dio, ahora estaba empezando a dudar, eran muy pocos para ir a enfrentar a Jonathan, porque capaz todo esto era una trampa.

— Creo que estamos haciendo algo mal—susurró Alec.

— Claro que no, tienes que estar seguro garbancito, esto irá bien—dijo Magnus detrás de él.

Alec cruzó los brazos y miró hacia otro lado que no fuera al brujo, aún estaba enojado y no sabe si realmente es con él o sus propias inseguridades de estar en pareja con un ser inmortal.

— ¿Garbancito qué sucede?—preguntó Magnus.

El brujo se había puesto frente a él para enfrentar el tema.

— Nada.

— He vivido muchos siglos para saber qué nada significa que sucede algo— murmuró Magnus.

— ¿Quién es Will? ¿Y qué relación tiene contigo?— preguntó Alec molesto.

La risa de Magnus lo hizo enojar más ¿Se estaba riendo de él? Eso era ofensivo para su persona, después de atreverse a hablar de lo que siente.

— ¿Estás jugando conmigo? ¿Estás con alguien más?

— ¿Qué? ¡No! claro que no garbancito ¿Por qué piensas eso?

— Entonces dime quién es ese tal Will— reitero Alec.

— ¡Tenemos que apurarnos!— grito Raphael.

La mano suave de Magnus en su cara era una gran sensación y también algo que le tomó por sorpresa porque no esperaba esta acción de su parte frente a su familia.

— Bueno es el tátara abuelo de tu Parabatai— explicó Magnus— ¿Qué te preocupa de él?

— ¿Entonces no estás saliendo con él? ¿No estás jugando conmigo?—preguntó Alec— ¿Es verdad que quieres estar conmigo?

Sintió como los labios suaves de Magnus se aplastan contra los suyos para darle un casto beso.

— Nephilim estúpido, cuando regresemos de rescatar a Simón te demostraré todo lo que siento por ti.

— ¡Alexander!

Alec volteó la vista hasta su madre que lo miraba asombrada y enojada después de aquel grito, lo había visto besarse con Magnus, todos los habían visto.

— ¿Cómo te dignas a hacer eso? Frente a mí y a tus hermanos—gritó su madre— ¡Con ese brujo!

Su madre estaba furiosa y el chico Nephilim sabía que había hecho algo malo.

— Hay madre no es para tanto—dijo Izzy

— Alec tiene permitido a amar mamá—dijo Max—además Magnus es asombroso.

Alec sonrió a los comentarios de sus hermanos, ya que ellos eran los más importantes en su vida.

— Necesitamos rescatar a Simón—dijo Raphael molesto.

— Claro que sí— concordó Magnus— sin antes olvidarme, Maryse usted ha creado a un gran y hermoso hijo.

Alec miró hacia otro lado y sonrió avergonzado, sabía que Magnus lo hacía para molestar, pero le gustaba, lo sintió moverse de su lado y se dirigía a la pared creando un portal con facilidad.

— Vamos todos en filas, entren de a dos, no se tropiecen y vayan justo al objetivo, no se desvíen.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora