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MAGNUS.

Era la primera vez que despertaba tan alarmado, un movimiento brusco sobre la cama, un llanto, él brujo no había ni podido estirarse antes de despertar ni poder sentir el sol entrar por la ventana comenzando a tocar su piel y calentar su cuerpo. El amanecer alumbró el lugar mostrando la figura de su chico con su abdomen al descubierto dejando ver las marcas de sus runas, su pelo estaba revuelto y en sus brazos tenía al pequeño Max, el brujo respiró con tranquilidad y se estiró mientras veía como Alec se sentaba en la cama.

— Lamento haberte despertado— se disculpó Alec.

Magnus se acercó y beso su mejilla, no era una hora propia de despertar pero entendía, era su primer día con su palomita y hasta el mismo se había alarmado, se acercó más a ellos viendo como el pequeño estaba haciendo pucheros con sus labios y sus ojos estaban mojados por las lágrimas.

— ¿Qué sucede palomita?

Movió uno de sus dedos frente a los ojos del bebé haciendo que saliera una llama azul llamando su atención y captando la atención de Alec que parecía fascinado, el bebé comenzó a balbucear y movió sus manos para agarrar las luces, su cara había cambiado y parecía que ahora no tenía ganas de llorar, quería ser mejor padre que los que él había tenido, no quería que nadie sufriera lo que él sufrió, una madre suicidándose al descubrir quién era el padre de su niño. Estando al lado de Alexander con aquel pequeño sabía que no sería igual a sus padres.

— La clave llegará en unas horas— susurró Alec.

Magnus lo miró y vio que la cara de su esposo mostraba preocupación.

— ¿Qué sucede garbancito?— preguntó Magnus.

Escuchó un suspiro por parte del menor y después observó cómo lo miraba.

— Tengo miedo ¿Y si no soy lo bueno para llevar adelante al instituto y criar a los chicos a la vez?— preguntó Alec— ¿Y si la clave nos lleva a Max, a los dos Max y a Rafael?

Sus ojos azules parecían más brillantes de lo normal, podían reflejar el dolor, la preocupación, el miedo, Magnus sintió una punzada en su pecho, necesitaba parar esas inseguridades.

— Tú vas a poder con eso, con el instituto y la familia, no te preocupes cariño, yo estaré para ayudarte en lo que necesites— dijo Magnus—nunca más estarás solo, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe y mucho después de eso.

Vio cómo su niño abría los ojos asombrados como si lo hubiese tomado como sorpresa las últimas palabras. Volvieron la mirada a Max que parecía embobado con las luces y estaba haciendo el intento de hacer lo mismo con sus manitos.

— Te amo, no te olvides de eso— pudo decir Alec— no tengo las palabras justas para decirte lo que siento por ti, pero no te olvides que tengo ese sentimiento, por favor no lo olvides.

El brujo sintió un cosquilleo en su cuerpo, los sentimientos y las emociones de una persona enamorada la estaba sintiendo en este instante y no faltaba que Alec se expresara, por qué con esa dos palabras ya habían hecho su día mucho mejor.

— Nunca cariño.

Y se concentraron los dos en ver como Max hacia magia con sus manitas.

— Es tan igual a ti—dijo Alec— tan inteligente, tan hermoso y míralo a su edad ya está haciendo cosas grandiosas.

— Ese fue un hermoso halago—Sonrió Magnus.

La puerta fue golpeada y se abrió, Izzy había aparecido en el umbral de la puerta con su largo pelo negro revuelto, sus pómulos estaban sonrojados y llevaba la misma vestimenta de anoche, parecía sorprendida y un poco perdida.

— Están aquí.

Y esas palabras fueron los últimos para que Alec comenzara a ponerse nervioso y Magnus tuviera que socorrer a su ayuda.

ALEC

Todos estaban esperando en la sala excepto Jace que había ido en plan "Divertir un poco a la clave mientras los demás se preparan" no le había gustado ese plan ya que a veces Jace sabía ponerse muy pesado y la clave no eran personas con sentido del humor, pero no había podido decir nada porque su Parabatai ya se había escapado de sus manos así que se cambió con rapidez, hasta Magnus y Izzy habían hecho malabares para poder vestirse en minutos y lucir tan bien, lo más sorprendente es que Magnus había tenido tiempo para vestir a Max mientras que él había luchado para lucir formal y presentable a los ojos de los adultos.

— Izzy, Clary y Max— dijo Alec—se quedarán en la otra sala, si los adultos quieren verlos los llamaré.

Vio como su hermana ponía cara de molesta.

— ¿Qué? Tarde minutos para vestir presentable ¿Y no puedo ir contigo? Me siento estafada— dijo Izzy cruzándose de brazos.

Alec miró a todos que parecían ofendidos, tenían razón, se habían cambiado para que ahora él viniera y le dijera a ellos que se quedarían en la otra sala, eso sí era injusto pero a la vez sabe que no es una reunión de visita si no para asuntos serios.

— Solo confíen en mí, no es bueno una reunión con ellos— consoló Alec—Magnus tú te quedarás con ellos.

— ¿Qué?

Magnus parecía sorprendido y ofendido.

— Entraré yo solo, si no me será más difícil— dijo Alec— me quedaré con Jace allá dentro.

— Me siento traicionado y ofendido— murmuró Magnus.

Alec caminó hasta él y besó sus labios para después sonreírle.

— No seas tan dramático—dijo Alec— sé qué te parece asombrosa la idea de estar lejos de la clave.

— Está bien, tienes razón pero no quiero que te quedes solo allá adentro.

— Estaré con Jace— dijo Alec.

Besó la frente de Max y miró a los demás.

— Hagan caso a Magnus ¿Entendido?

— Si "papá"— contestaron todos al unísono riéndose.

Alec sonrió y comenzó a caminar por los pasillos, caminó hacia la sala de reuniones y comenzó a escuchar algunas que otras voces molestas y las risas de Jace, no le gustaba cuando hacía estas cosas, bueno a veces, pero este no era la ocasión.

— Jonathan Herondale si no te vas ahora mismo crearé un acuerdo para que te saquen las runas por ser tan idiota—dijo el inquisidor.

Pero Jace solo dejó escapar una carcajada, Alec se adentro a la sala.

— Jace— lo retó Alec—deja en paz a los adultos.

— Aún no entiendo como tú, Lightwood, elegiste como tú Parabatai​ a este chico— dijo el cónsul.

Alec se sentó al lado de Jace.

— Es problema nuestro las decisiones que tomamos—dijo Alec molesto.

Nadie podía insultar a su Parabatai frente a su vista, eso era una falta de respeto.

— Lamentamos la muerte de todos los adultos de este instituto— dijo un hombre que debía ser de la clave.

— ¿Cómo dices eso? ellos son traidores— dijo el cónsul.

Ya le estaba cayendo gordo ese hombre, aunque todos los que forman parte del cónsul son iguales.

— No todos eran traidores y a pesar de eso sigue siendo mis padres y nuestra familia— respondió Alec.

Y al parecer Jace había decidido cerrar su boca en esta vuelta porque la conversación se estaba volviendo seria.

— Tienen toda la razón— dijo el inquisidor— y no es el tema de hablar, si no de tu nuevo cargo, Alexander Lightwood.

Alec asintió concordando con él.

— Pero primero lo primero ¿Dónde están los niños? Los bebés que fueron encontrados— dijo el cónsul.

Está reunión sería larga e irritante.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora