capítulo 9: Lo siento

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-Narra Pablo-

Espero apoyado en el coche a que Adriana salga pero ciertos movimientos extraños dentro de la secretaria me escama, una muchacha alta, delgada y morena viene corriendo hacia la puerta y llama mi atención, muy agitada me pregunta si espero a alguien de dentro y yo asiento a modo de respuesta pero su entra corre hace que me escame más de lo natural.

Al entrar me veo a otra muchacha buscando en la ficha de Adriana el número de su padre, los directores bajan corriendo y llaman a la ambulancia ¿Qué está pasando? Por fin logra dar con el número y enseguida le explica lo acontecido, por otro lado uno de los directivos habla con una tal Silvia a la que le dicen que su sobrina está entaponando la herida de arma blanca, no puedo estarme aquí quieto y pidiendo que me digan donde se encuentra Adriana me pongo en su búsqueda.

Al entrar en el despacho me la encuentro totalmente destrozada, con la ropa ensangrentada y las manos totalmente rojas, abrazada al cuerpo casi inerte de esa persona tal especial para ella. Sin dudarlo corro hacia ella, me pongo con las rodillas clavadas al suelo y la abrazo muy muy fuerte, ella no para de llorar, está en la fase de negación pues se le ha ido en sus brazos, varias frases hace que se me haga un nudo en el estómago y cuando hace referencia al pequeño jota de apenas 7 años se me parte el alma. ¿Qué va a ser del chico sin su padre o de mi sin máximo apoyo? ¿por qué? En ese momento entra un grupo de policías encabezados por su padre al cual ni se acerca pero a un muchacho alto, moreno, con pelo corto y barba si que con la mirada le dice algo y este le responde. Los servicios sanitarios entran y tras ellos, su tia, con la que antes estaban hablando que intenta que suelte el cuerpo, necesita ponerle todo lo necesario para intentar que vuelva y esta le es franca. No creo que salga adeante pero si lo hace será gracias a ti. Como puedo la levanto y abrazada a mi la llevo a una esquina del despacho, no me deja que la saque fuera, quiere estar presente en todo momento. Su mirada está perdida, ha parado de llorar pero sigue respirando con el corazón encogido como se suele decir, en su mirada se ven reflejados todos los recuerdos que ahora está teniendo, lágrimas de dolor vuelven a recorrer sus mejillas, ahora mismo está incrédula ante el abismo que se le presenta.

Por un momento se seca las lagrimas ella sola y se separa de mí, me da un beso en la mejilla y se dirige al policía con el que antes se ha cruzado las miradas, este está de espaldas a nosotros y lo único que le dice antes de hacer lo que va a hacer es lo siento. Intentan que no salga con el arma en busca del hombre pero es terca como una mula y da razones de peso que hacen que la deje ir pero antes de perderla por el pasillo hacemos un trato. Ya se han llevado al profesor, Silvia dice que no saldrá, Los demás siguen recogiendo las pruebas y hablando con las patrullas que tienen repartidas por todo el colegio pero un grito de desgarrador de Adriana hace que nos preocupemos, de repente se corta y empieza hablar, parece que lo ha encontrado, le peguntamos donde se encuentra pero no responde, solo quiere acabar con él. De esa conversación logramos el lugar y yo junto con el policía joven corremos hacia allí con el aviso de todas las unidades pero antes de llegar se escucha la palabra en clave Se acabó. Un tiro, el hombre herido de gravedad, Adriana se gira, tiene su mano en el costado y este no para de sangrar y cae desplomada en mis brazos.

~DIAS MÁS TARDE~

me encuentro sentado al lado de su cama como todos los días, las noches las hago yo y las mañanas también aunque el relevo con su madre siempre está, no me quiero separar de ella porque, en cierto modo, que esté ahí es mi culpa por haberla dejado ir. Actualmente son las diez de la mañana, lleva cuatro días inconsciente, la herida era profunda y estaba en muy mal sitio, si llega a pasar antes de que estuvieran allí los servicios de urgencias tendríamos que lamentar dos bajas. Todos los días le cuento quien viene, como va todo y de vez en cuando tengo que decir que le canto. Me levanto y me siento en el borde de la cama, le retiro el flequillo y le agarro la mano buenos días mi niña le digo sin resultado alguno, sigue como el primer día, le doy un beso en la mejilla y cuando me voy a levantar veo como aprieta mi mano ¿será un acto reflejo? Adri, despierta le digo intentando que abra los ojos pero la única respuesta que recibo es de nuevo que me aprieta la mano. Voy a llamar a Silvia le digo al soltarla para salir a la puerta y decirle a cualquiera que pase que la avise pero algo hace que me quede quieto a su lado.

-Adriana: espera Pablo, no vayas- dice bajito y abriendo los ojos-

-Pablo: mi niña, estás bien- digo dándole una enorme sonrisa, esa que su madre me dijo que era su debilidad-

-Adriana: tu sonrisa... no puedo pedir nada mejor para ver tras despertarme- dice sonriendo- ¿Qué ha pasado?

-Pablo: Alejandro te hirió de gravedad y llevas 4 días en "coma" ha pasado todo el mundo por aquí, te quieren un montón

Adriana se incorpora y la cara se le pone pálida ¿estás bien?- pregunto asustado- a lo que ella responde con un ¿Dónde está Jota? Ante esa pregunta no sé cómo responder sin que le haga daño, agacho mi cabeza, rasco mi nuca

-Pablo: verás, Jota...

-Adriana: jota ¿qué? Pablo por favor- me dice con los ojos llenos de lágrimas-

-Pablo: lo siento

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora