Capítulo 38: El principio del fin

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-Narran Hugo y Adriana-

A veces me preguntaba como serían las cosas cuando yo ya no estuviese aquí... y me costaba imaginarmelo, supongo que todos nos creemos demasiado importantes, que nuestra casa ya no puede ser la misma si no estamos para sentarnos en nuestro sofá, que el bar dónde desayunamos no será el mismo sin el grupo tomando el café de la mañana, pensamos que cuando morimos la vida se va a deterner, que va a hacer un alto para digerir que ya no estamos, pero no es verdad, el mundo no se para y sigue su marcha sin nosotros y lo único que cambia es el tamaño de tu nueva casa, una caja de madera a 12 palmos de profundidad en dónde la humedad y las lombrices son tu única compañía.

Camino agarrada por mi madre y mi padre, totalmente cabizbaja, ida, sin ser capaz de sostenerme en pie, abrimos el cortejo fúnebre, atrás vienen mis tías, mi abuelo y los más allegados, tras ellos portado por policías y guardado por asuntos internos el féretro de Hugo, donde van los restos de la persona a la que más he querido, los restos del amor de mi vida. Al llegar al hueco dejan el ataúd a un lado para el que sacerdote pueda dar una pequeña homilía antes de despedirnos por completo y eso hace que me venga aún más abajo, observo el hueco fijamente, no soy capaz de creerme que Hugo vaya a quedar ahí por los siglos de los siglos, su risa, su voz, sus besos, su barba, todo eso pasea como imágenes por mi cabeza y hace que empiece a llorar, noto como alguien llega y me agarra del hombro, me giro y me abrazo a ellos, lloro más fuerte, no lo puedo evitar pues es demasiado grande el vacío que ha dejado en mi. Jota y las chicas no me han querido dejar, incluida Sara, que camina hacia mi dado que estaba en un segundo plano, se colocan atrás pero yo hago que Jota se quede agarrando a mi tía Silvia y sintiéndolo cerca
Las palabras del sacerdote resuenan en mi cabeza como un fino hilo del cual apenas oigo nada, tan sólo divagan los recuerdos y la voz de Hugo, nuestras últimas semanas juntos, nuestro primer acercamiento, el primer beso, la primera escapada secreta, siento que no voy a ser capaz de ser feliz si el ya no está, si me falta su ruido, su figura protectora y rebelde a la vez, sé que no eramos nada pero ha significado mucho para mi. En medio del campo de visión observo como mi padre se pone frente al féretro para decir unas palabras, pero es incapaz, no le salen porque para el Hugo era más que un compañero, el hijo de su mejor amigo, mi madre me suelta, yo sigo mirando el hueco, hacia bajo, y mi madre comienza a hablar

-Lola: Yo no sé si Hugo era un buen policía o no, para mi era más que eso, era un hijo y como todo hijo da disgustos, se juntan con compañías malas y se echan la novia que menos podías esperar -miro a mi madre- pero hagan lo que hagan y sean lo que sen van a seguir siendo tus hijos -coje aire- y le vas a querer siempre- mis padres se abrazan y yo sigo como antes, ida, con la mirada pérdida y con las lágrimas recorriendo mi rostro hasta perderse en el cesped, sintiendo la mano de Jota en mi cintura y el abrazo de Sara al igual que hice con ella cuando Fermin-

Cuando eres policía, y más de infiltración, la muerte es la única compañera que te acompaña siempre, al salir de la academia, junto con la placa te dan 800 formas de jugarte la vida por ella, pero luego cada uno tiene que aprender a que huele su carne chamuscada por una herida de bala, saborear el agua cuando esta encharca sus pulmones o a que suena su hueso al hacerse astillas... después de doce años en el cuerpo he aprendido a mirar a la muerte a la cara pero esta no siempre viene de frente.

Tras el final del discurso de mis padres mariano me entrega una caja con todas las pertenencias que Hugo tenia en comisaría, se me cae el alma a los pies, no hablo porque no soy capaz, estoy totalmente ida y si pudiera lo mando todo al cuerno y correría hasta perderlos de vista pero no es hasta que Mariano saca la pistola de Hugo de su bolsillo, él quería que la tuvieras tú, que lo miro fijamente, le doy la caja a mi padre y corro, necesito salir de aquí. Llego a la tumba de mi abuela y me siento sobre ella, veo como mi madre llega corriendo y se sienta a mi lado, peinando mi pelo

-Lola: ¿Quieres que nos vayamos a casa cariño?

-Adriana: No, sólo quería sentarme aquí sola un rato.. cuando papá dijo si alguien tenía algo que decir sobre Hugo ¿Sabes de lo que me hubiese gustado hablar? De un viaje, los dos solos, en una habitación con vistas al mar, abrazados en el porche viendo las estrellas, siendo libres para amarnos

-Lola: ¿Y eso cuando fue Tesoro?

-Adriana: Nunca, nunca y lo peor de todo es que todo lo bueno con Hugo aún estaba por pasar si hubiera luchado por ser feliz y ahora ya no hay nada

Mi madre me da su mano y volvemos para el fin, todos van soltando sus rosas y yo me quedo para la última, ahora es cuando más que nunca no me creo que no vaya a ver más a Hugo, comienzan a echarle las primeras palas de tierra para enterrarlo, doy los pasos que me separan del hueco y observo como todo llega a su fin, hasta siempre Hugo Moreno, las lágrimas vuelven a mi y se pierden en la tierra, todos comienzan a marcharse excepto mis padres que me esperan en un segundo plano, caigo de rodillas en el lugar que me encuentro y sigo viendo como poco a poco la tierra cubre el ataúd y todas las rosas, te he querido como a nadie en esta vida, nunca antepuse nada a ti pues eras mi principio y mi fin, aunque ya no estés hay una parte de mi que te pertenece... hasta siempre Hugo

Hay cosas en la vida que no se pueden elegir como el día de nacimiento, la familia en la que caes, ni el país ni el color de tus ojos, pero sí hay una cosa que eliges y eso son los amigos, antes de saltar por los aires los llamé y me cite con ellos aún corriendo el peligro de que me delataran para poder enviarle el video a Adriana, vinieron los dos, Antonio y Mariano así que la muerte me sorprendió rodeado de los que más quiero, y por cosas como algo que sólo nosotros tres sabemos... yo me coroné eligiendo a mis amigos

Tras esto mi padre me coje y me lleva a la salida, quiero que sepas que todo lo he hecho por tu bien, espero que me perdones alguna vez.

-Adriana: ¿sabes lo que me hacía bien? Oir la risa de hugo por las mañanas, sus besos a primera hora o que me pinchara con la barba de tres días y ya no habrá nada de eso papá, nada.

Dicen que cuando vas a morir, en el último segundo ves la película de tu vida, a tu madre haciendo la paella del Domingo, las reuniones con los amigos o a tu chica dormida tras vuestra primera vez juntos...
Lástima que a mí nada de eso me fuera posible

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora