Capítulo 17: empecemos de cero

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-Narra Hugo-

Me llamo Hugo y tengo 31 años, soy hijo de policía y mejor amigo del inspector Fernández y del subinspector Garmendia. Los conozco desde antes de nacer y he tenido que enamorarme de la hija de uno de ellos, Adriana. Es verdad que nunca he ido en serio con alguna chica, que siempre me han durado meses o son rolletes y que incluso salí con su tía, de ahí viene lo de tito Hugo, pero con Adri era distinto, es. Al principio, cuando me enteré que me quería, tenia ella 17 años y yo no la podía ver con otros ojos que con los que se ve a la niña que has visto crecer, a tu princesa pero día tras día ha ido cambiando y la empecé a ver con otros ojos hasta llegar a enamorarme ¿se dice pronto verdad? Pues sí, me enamoré como un tonto, hasta las trancas, y aunque llevemos esto en secreto ya no tiene ningún sentido, todos se daban cuenta por nuestra forma de mirarnos, nuestras sonrisas... ¿quién me iba a decir a mí que la felicidad se perdería de repente y por completo? Es verdad que durante su hospitalización no he ido ni me he quedado con ella pero tenia miedo, miedo de que se dieran cuenta lo mucho que me importa, que por mis formas se me escapara que la quiero y los planes que tenia para ella pero apareció Pablo, es verdad que él no es el culpable de nada, que todo me lo he buscado yo pero ¿por qué las cosas cambian tan de repente? Tengo que hacer algo para impedir que lo nuestro, sea lo que fuese, no se acabe, no me tengo que dejar acobardar por el miedo, como dice un buen amigo mío, "vivir con miedo no es malo, lo malo es que el miedo controle tu vida". Y yo soy de todo menos de los que se dejan vencer por el miedo. Voy a recuperarla y espero que no sea tarde

-Narra Pablo-

Tras la cena se nos ha ocurrido la genial idea de ir a uno de los bares de copas del paseo del Guadalquivir, con vistas a la torre del oro y al puente de Triana, mejores vistas y mejor compañía no se pueden pedir. Es gracioso ver como Adri se ha pedido un cocktel sin alcohol y es de color azul o pitufo como ella dice, la verdad que esta noche es un de las pocas que repetiría más de una vez

-Adriana: ¿En qué piensas principeso?

-Pablo: en que estás muy guapa con esa boca azul que se te ha quedado

-Adriana: habló el que tiene la boca verde y parece una rana

-Pablo: y tu un pitufo

-Adriana: son más bonitos que las ranas- dice haciéndome burlas-

-Pablo: y si mezclamos los dos colores ¿cuál saldrá?

-Adriana; pues marrón, cual va a salir si no- dice dejando el vaso en la mesa-

-Pablo: ya lo sabía, era para que pillaras la indirecta

-Adriana: claro, claro, ya si eso mañana si eso mezclamos los colores

Cuando nos vamos antes de dejarla en su casa la llevo a la mia, quiero enseñarle una cosa

-Pablo: entra, te voy a enseñar algo-digo cogiéndola de la mano-

Subimos las escaleras y la llevo hasta mi habitación la siento en la cama, saco de la mesilla una pequeña libreta negra y se la pongo entre las manos

-Pablo: leela, necesito tu opinión

-Adriana: solo la letra es profunda y sincera, habla de las vivencias de ambos y de todos los sentimientos que se suceden... es preciosa- dice con varias lagrimas recorriendo sus mejillas- ¿cómo la vas a llamar?

-Pablo: Un amor que muere- digo cabizbajo-

Ella deja la libreta a un lado, se levanta y me abraza, a mi solo me sale abrazarla más fuerte y hundir mi cara en su hombro al igual que ella ha hecho. Al separarnos nos quedamos a centímetros de distancia, nuestras narices se rozan y yo empiezo a jugar con ellas. Adriana sonríe, pero esos centímetros cada vez se acortan más, no quiero que nada rompa este momento, no sé si estoy seguro de lo que voy hacer, a lo mejor me llevo una negativa o que ella salga corriendo de nuevo como aquella vez, pero por intentarlo no pierdo nada y antes de que ella pueda decir algo la beso, al principio se muestra fría, desconcertada pero después me sigue y así como un juego inocente pasamos de ser dos amigos con el corazón roto a ser uno

-Pablo: ¿te quiero?- digo mirándole-

-Adriana: ¿y yo a ti?

Adriana se levanta y se encierra en el baño ¿qué le habrá pasado?

-Pablo: ¿pequeña estás bien?-digo intentando abrir la puerta- adri, abreme

-Adriana: Pablo, déjame a solas un momento

Accedo a lo que me pide y me vuelvo a la cama, cojo mi libreta y empiezo a escribir, parece que las musas han venido a mi o que ella, su forma de ser y sus vivencias me inspiran. Cuando voy casi por la mitad de la canción ella sale del baño, en ropa interior y con los ojos cuajados de lágrimas, aparto mi libreta y me incorporo, ella se sienta sobre sus piernas en la cama y me mira, estamos en silencio, hasta que lo rompe

-Adriana: Pablo lo siento... siempre me imaginé esto de otra forma, con la persona a la que quiero, bueno quería, porque ya no es nada...

-Pablo: no me des explicaciones, pequeña, no hace falta

-Adriana: creo que el tiempo que llevo contigo todo ha cambiado, me siento como otra persona y sobre todo creo que me estoy enamorando, sí Pablo, si antes te quería, los días que he pasado contigo y sobre todo estos dos últimos han hecho que pueda decirte que te quiero

-Pablo: -interrumpiendole- démonos una oportunidad, empecemos como amigos, como mejores amigos pero en el fondo los dos sabemos lo que sentimos el uno por el otro, sí yo también he empezado a sentir cosas con estos dos últimos días y sí, te quiero.

-Adriana: ¿puedes abrazarme?

-Pablo: eso siempre pequeña, eso siempre- digo dándole un abrazo de esos que sé que le ayudan a la misma vez que un beso-

-Adriana: ¿dormimos?

-Pablo: durmamos- digo tumbándola sobre mi pecho y rodeando su cuerpo con mis brazos-

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora