Capítulo 36: Perdóname

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-Narra Pablo-

Sus palabras y sus ojos cristalinos de los que salen unas profundas lágrimas hacen que mi alma se estremezca y se me parta en mil pedazos, su voz se escucha como un hilo débil y frágil, su corazón palpita a toda velocidad y no soy capaz de entender lo que me está contando aunque en el fondo del asunto me da miedo que lo último que pueda salir de su boca es lo que tanto me temo y a lo que le achaco su distanciamiento estos días pero ¿Tendré que contarle yo también lo mio? En el fondo me da miedo por el mero hecho de poder perderla ¿y si mis temores son infundados? Mejor dejemos callados a los pensamientos y escuchemos su relato, eso sí, cada vez que puedo detengo las lágrimas que vierten por su rostro hasta perderse en las sábanas blancas.

-Adriana: El día que llegué no vi a nadie en casa, tan sólo había una nota en dónde me advertían que estaban en comisaría todos, que tenían un caso muy importante y difícil entre manos y que toda ayuda era poca. Solté la maleta, puse una lavadora y mientras almorzaba hablé contigo... al terminar y recoger todos los cacharros de la comida puse rumbo a verles, cuando llegué estaba todo manga por hombro, todos de acá para allá, papeles y cajas volando por comisaría, era la primera vez que me encontraba algo así y si no fuera porque Gonzalo llamó mi atención todavía seguiría buscando a mis padres. Tras verles noté que me ocultaban algo, cosa que hacían mis tías inclusive, y me mandaron a ver a mi abuelo, este estaba totalmente agobiado, firmando papeles y haciendo llamadas pero sacó un momento para contarme que pasaba, la infiltración se torció y Hugo y Carlos estaban en la cárcel como miembros de la banda a la que intentaban atrapar desde dentro... yo no pude quedarme quieta, fui a verles e hice todo lo posible para que salieran, al final escaparon y por mala fortuna del destino, Hugo disparó a un guardia civil para salvar a uno de la banda y que así no dudaran de él, estos salieron corriendo dejando a Hugo con el marrón y a Carlos, herido en el suelo. Asuntos internos lo detuvo acusandolo de atentado contra la autoridad, dado que ese disparo estaba totalmente fuera de la operación de infiltración, pero él no lo podía consentir porque sabía que esa banda podría ir contra cualquiera de nosotros así que la lió en comisaría y con mi ayuda escapó pues le quité la llave de las esposas al oficial que custodiaba la puerta y se las di. Mi padre, al ver que escapaba y presionado por la comandante Garrido tuvo que dispararle por la espalda hiriendole en el hombro, cosa de lo que se arrepiente desde el minuto uno. Nadie sospechó de mi, pues yo no tenía acceso a nada y cada vez que entraba en la sala lo hacía acompañada de un agente.
Esa misma noche estaba en mi habitación, sola dado que hasta mi madre fue a patrullar para ver si encontraban a Hugo, este apareció en mi terraza, había subido por el conducto del agua, herido y totalmente pálido, había perdido mucha sangre. Enseguida lo metí en mi habitación y taponé su herida pero tuve que hacer algo más, cosersela cuando apenas tengo experiencia ni conocimiento, sólo lo básico que mi tía me había enseñado.
Por suerte mi padre le hizo una herida limpia, con orificio de entrada y de salida, sin tocar hueso o vena alguna, atendió a las demandas de la comandante pero sin faltar a su amistad y yo pues no tuve otra y a base de hilo y aguja bañada en alcohol y él en completa consciencia le cosí la herida. Como culpa de la orden de busca y captura lo tuve que esconder en mi habitación, sé que era un peligro pero peor es que saliese y lo pillaran pues en el fondo creí en todo lo que me contó, a partir de ese momento empecé a cerrar el pestillo de mi cuarto y aprovechando que mis padres no estaban en casa le he puesto una cerradura con llave, claro está que con todo el trajín y la subida de comida a mi cuarto después de haber comido con ellos les escamó y vinieron a ver que pasaba, incluso mi padre sospechó que lo tuviese escondido pero al decirle que jamás lo haría porque para mi no es nada pareció dejarle más tranquilo aunque el día en el que yo estaba de prácticas con silvia en el hospital para ver las maneras de manipular una herida de bala mi padre entró y Hugo tuvo que huir. Ese mismo día la comandante inspeccionó mi habitación y me detuvo como cómplice de su marcha, cosa que venía cabilando desde que me vió en el despacho de mi abuelo sin que él estuviese allí, con lo cual, en el fondo yo sabía que me arriesgaba y que un día ocurriría... estuvimos sin noticias de Hugo hasta ayer que me mandó un video mintiendo para que me exculparan de cómplice y de sacar información confidencial de comisaría cara, todo sale bien esas fueron sus últimas palabras -Respira hondo y traga saliva- horas más tardes y después de estar yo ya en casa y haberte llamado, mi tia llegó y después mi padre llegó con Mariano, todos totalmente abatidos, con los ojos rojos de llorar y la camisa llena de ollín pues Hugo había saltado por los aires, alguién le habia puesto una bomba en la furgoneta y sin esperar explicación alguna cogí el coche y me puse a conducir sin rumbo fijo hasta que me di cuenta que estaba aquí. Pablo, estar casi dos semanas con Hugo escondido en mi habitación y durmiendo juntos reavivó antiguos sentimientos, hubo algún que otro acercamiento, basados en timidos besos que reuia pero te juro que la única vez que me deje llevar un poco más por aquella situación, en cuanto me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer lo corté de raíz

No digo nada, tan solo guardo silencio pues en pocas palabras me acaba de decir que Hugo y ella estuvieron a punto de fundirse el uno en el otro, veo como empieza a recoger su bolso y se seca las lágrimas, yo sigo sentado en el mismo sitio, sin moverme ni un ápice.
Lo siento Pablo, lo siento y tras esto sale de la habitación... ¿debo dejarla marchar? Me pregunta mi razón a lo que mi corazón responde con un impulso.

Corro escaleras abajo y me la encuentro abriendo la puerta sin apenas poder dejar de llorar, con sus manos temblorosas y evitando hacer ruido para no despertar a nadie, Espera pequeña, ella se gira y veo como las lágrimas recorren sus mejillas cual agua corre del grifo, quiero estar contigo y me da igual ese pequeño acercamiento con Hugo pues a mi me ha pasado con Claudia y tú has sido testigo de uno de ellos, perdóname tú a mi, Cojo su cara entre mis manos, ella suelta su bolso y sus llaves en el suelo y nos fundimos en un bonito y cálido abrazo

Te quiero pequeña, dejemos el pasado atrás, quiero pasar el resto de mi vida contigo

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora