Capitulo 20: Una voz singular

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-Narra Pablo-

Al principio dudé si venir o no pero al final tomé la decisión acertada. Los padres de Adriana son muy majos, su madre es un amor y su padre, es cierto, que al principio es un poco serio pero después te trata como si fueras uno más y tiene unas caídas... sus tias son a cada cual peor, Silvia ha venido acompañada por Jota, que es con la persona que más he hablado durante la noche, puede ser que sea porque en el fondo somos igual y además es un hombre con el que puedes hablar hasta del tema más remoto que se te pase por la cabeza... bueno y para que decir algo de Pepa, ya sé de dónde ha sacado Adri esa parte loca que tiene

Por un momento pierdo de vista a Adriana y minutos más tardes veo a Hugo entrar, con una sonrisa un poco cínica, del patio. Me asomo a la ventana y veo a Adriana sentada en la tumbona, sosteniendo en sus manos un sobre y haciendo, de vez en cuando, un gesto como si se estuviera secando las lágrimas

-Pablo: ¿pequeña que ocurre?- ella se asusta y esconde el sobre-

-Adriana: nada, necesitaba tomar un poco el aire y sentir la brisa que corre esta noche... pareciera que va a llover- dice secándose las lágrimas y dándome una sonrisa queriendo esconder que algo le duele-

-Pablo: he visto entrar a Hugo y que has escondido algo tras de ti- digo sentándome a su lado-

Al principio me mira y se queda con la cabeza baja, sin hacer nada, en completo silencio pero cuando hago el intento de marcharme me para y me da el sobre

-Adriana: son los billetes de avión del viaje que planeamos para cuando tuviera 18

-Pablo: ¿qué piensas hacer?

-Adriana: no sé, ha vuelto a cambiarme entera, no sabes cuantas veces soñé con esto

-Pablo: le sigues queriendo aunque intentes esconderlo

No recibo ninguna respuesta, tan solo está con la cabeza bajada y llorando. Se me parte el alma al verla así pero con su silencio me ha dado entender que si

-Pablo: es mejor que me vaya-digo levantándome de la tumbona, dejándole el sobre a su lado y sin despedirme de nadie salgo de la casa-

Cuando llego a casa el silencio me invade y las musas vuelven a mí, a este paso hago el disco entero en menos de tres semanas, me paso las horas y las horas escribiendo las letras sentado en la cama y grabando la melodía tatareada con las notas de voz del móvil hasta que un tremendo estruendo me asusta. Me asomo a la ventana y veo como el cielo de Sevilla está totalmente iluminado y un rayo acaba de caer tras la giralda, la verdad que esto impone pero me da una idea, ya tengo el titulo para la canción que acabo de terminar Un amor que mata

-Narra Adriana-

Tras ver como Pablo sale de mi casa sin yo poder decirle nada, dejo los billetes sobre la tumbona y entro en casa, cierro la puerta y todos se quedan mirándome, veo como Hugo intenta venir a mi pero Mariano le detiene, mi mirada se dirige al él y mi tía Pepa se da cuenta

-Lola: cielo- dice acercándose a mi-

Esquivo a mi madre y subo a una velocidad que jamás me imaginé las escaleras, cierro la puerta de mi cuarto y me tiro en la cama, solo quiero estar sola y creo que es el mejor momento para irme y dejarlo todo.

Llaman a la puerta y veo como mi madre intenta que le abra No quiero ver a nadie mamá, a nadie le digo casi gritando para que me deje tranquila pero su ¿ni si quiera a mi? Hace que me levante, abra la puerta y me abrace a él, esa persona que sabe siempre que hacer cuando estoy mal, la misma que sus abrazos me hacen sentir que estoy a salvo.

-Jota: ¿ha sido por esto verdad?-dice enseñándome los billetes ya los dos solos en la habitación-

-Adriana: ¿Cómo lo sabes?

-Jota: sabes que a mí no se me pasa ni un detalle, te vi salir, después vi entrar a Hugo, salir a Pablo y ya pues entraste como alma en pena

-Adriana: ha vuelto a desmontarme por completo-digo echada sobre su hombro-

-Jota: ¿recuerdas las palabras de Nietzsche?

-Adriana: claro, como para no hacerlo, tus palabras también las recuerdo

-Jota: yo estuve 18 años con una persona a la que quería más que mi vida, con ella tengo un hijo maravilloso pero hay veces en la vida que las cosas no son como parecen ni mucho menos eternas. Un día llegué a casa y me la encontré con otro... esto no es lo que parece fue lo que me dijo al verme y tú has visto que aunque nuestra vida juntos se haya acabado mantenemos buena relación

-Adriana: al final llevaba yo razón, eso lo pusiste de ejemplo en clase y por como brillaban tus ojos noté que era algo real

-Jota: no creas en las promesas, Hugo pudo ser tu presente pero las circunstancias no lo permitieron y sus actos tampoco sin embargo Pablo apareció por casualidad y más de una vez te ha salvado, tú misma me lo has dicho- dice acariciando mi pelo- ahora te voy a dejar sola para que descanses pero creo que es el momento de que te vayas por un tiempo

-Adriana: gracias- digo dándole un abrazo antes de que se vaya-

-Jota: adiós niñata- dice guiñándome el ojo y eso me hace sonreír-

Me tumbo en la cama, me pongo los cascos y spotify no me quiere en estos momentos, empieza por vívela en acústico y sigue por desencuentro en acústico, quédate conmigo, el ruido, miento, vuelvo a equivocarme... todas estas letras me rompen por dentro y no hago más que llorar, un estruendo y la iluminación posterior de mi habitación hace que me asome a la ventana y vea el cielo totalmente blanco. Me vuelvo a tumbar y las lágrimas siguen empapando la cama a veces pienso que es mejor desaparecer para siempre, andar sin rumbo fijo y así seguro que todo se acaba por completo

-¿? Eso no lo hagas nunca Adri, nunca

¿De dónde viene esa voz?

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora