Capítulo 14: Soy la de la mala suerte

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-Narra Adriana-
Estamos atados cada uno a la pata de una silla, mi padre y mariano están igual que nosotros pero amordazados. El salón vuelve a ser el mismo, la oscuridad y el miedo es el de siempre, es una pesadilla me digo pero no surge efecto. Pablo está a mi lado intentando desarme pero no lo consigue, yo intento lo mismo con él pero las cuerdas me están quemado las muñecas tan solo hay algo raro, falta Hugo ¿Dónde está? Un tiempo más tarde, la misma mujer rubia, delagada, alta de pelo corto y rizado aparece por la puerta acompañada de Hugo ,al que trae mal herido y cuyas señales parecen de haberle apaleado hasta dejarlo tal y como está, y de un empujón lo deja caer al lado mia.

Mientras ella da su discurso de despedida, pues de ahí no saldremos ninguno con vida, Hugo intenta desatarme y lo consigue, deslizándose suavemente por el suelo consigue que llegue al bolsillo bajo de su pantalón en donde guarda una pistola pequeña de la que nadie nunca se da cuenta, ya que él siempre entra con la reglamentaria en la mano. La mujer está a punto de dar su primer tiro y no tiene otra ocurrencia que apuntarme a mí, yo no sé como lo hago pero me muestro fría, como si nada me importara, pero Hugo se pone en medio, dándome tiempo a que termine de desatar a Pablo y le quite el seguro al arma, lo único que él no tiene tanta suerte ya que la mujer lo hiere en el hombro izquierdo a centímetros del corazón y tras verle caer lentamente al suelo, sin pensarmelo y sinceramente sin saber como lo he hecho, aprieto el gatillo dándole 3 tiros y acabando con dicho sufrimiento. Tiro el arma al suelo, tapono la herida de Hugo pero la mujer se incorpora un poco como puede y dispara a Pablo, yo me pongo por medio con lo cual me lo llevo yo y acierta de pleno en el vientre, caigo abatida en brazos de Pablo.

Siento un golpe muy fuerte, estoy aturdida, no sé que pasa, esa oscuridad cada vez se transforma más en claridad, me intento incorporar

-Adriana: ay! Joder que porrazo más tonto -digo en el suelo-

-Pablo: ¿pequeña que haces ahí?- me pregunta aguantando la risa-

-Adriana: buscar dinero- digo palpandome el vientre

-Pablo: ¿estás bien?

-Adriana: ha sido esa horrible pesadilla de nuevo - digo ya sentada sobre mis piernas en la cama- Buenos días -le digo riéndome-

-Pablo: buenos días -dice dándome un calido beso- ¿Desayunamos?

-Adriana: mira el muerto de hambre

-Pablo: ¿con que esas tenemos eeh?

En ese momento se tira encima mía y empieza a hacerme cosquillas Pablo para digo a carcajada limpia y como no podía ser de otra forma acabamos de nuevo en el suelo.

-Adriana: sabes que estoy convaleciente y no puedo hacer esfuerzos -digo casi sin poder respirar-

-Pablo: claro, claro -dice haciéndome burlas- anda vístete que nos vamos a desayunar y te llevo a que veas a Jota

-Adriana: mi Jota, se me había olvidado por completo...

-Pablo: se lo voy a contar- dice poniéndose los vaqueros-

-Adriana: corre, ya estás tardando, fue él el que me dijo que no fuera a casa y pensara tranquila

-Pablo: me cae bien, es sabio y ¿has conseguido poner tus pensamientos en orden?

- Adriana: digamos que los pensamientos sí y el corazón va por el camino, ahora solo queda la peor parte -digo saliendo de la habitación y despeinandolo antes-

Cuando llegamos a Sevilla, antes de ir a casa nos pasamos por el hospital para ver a Jota y al abrir la puerta de la habitación no me creo lo que estoy viendo

-Adriana: hombre, si que se ha recuperado bien el enfermo

-Silvia: ya ves tesoro, no tiene ni retraso en las constantes ni nada

-Adriana: el retraso lo tiene desde que era chico- digo apoyándome en su hombro-

-Jota: tener alunmas para esto- dice intentando incorporarse-

-Silvia: eh, ahí tumbado, no te puedes incorporar- dice apuntándole con el dedo- ahora te subo algo de comer

-Adriana: ese dedo es de mala leche- le digo riéndome- yo que tu le haría caso

-Jota: yo contigo no me hablo, tengo retraso, lo siento- dice haciéndose el enfadado-

-Adriana: pero si yo te quiero- digo abrazandome a él- no sabes el susto que me diste

Jota observa como mi tía sale, esta se apoya en el hombro de Pablo mientras contempla nuestro pique y antes de irse se dan una sonrisa

-Adriana: esa sonrisa?- digo poniendo cara de interesante- ¡¿te gusta mi tia!?

-Jota: ssh que dices loca-dice tapándome la boca-

Miro a Pablo y este se rie

-Jota: solo que es mi doctora y me cuida, está siempre pendiente mía, esta noche que ella la tenia libre, para que mi madre se fuera, se quedó ella-dice sonriente- se parece mucho a ti

-Adriana; te has enamorado, admítelo, sino ¿a cuento de que esa sonrisa?

-Jota: bla, bla, bla. Dice haciéndome burlas- la cosa es que la conozco de antes y no sé de que

-Adriana: de mi graduación ¿no idiota?- digo riéndome- te gusta mi tía, te gusta mi tía

-Jota: que pesada eres quilla, ¿y por qué no me dices lo que me tienes que decir?

-Adriana: yo? Nada- digo mirando a Pablo de reojo que acaba de descruzar los brazos-

-Jota: yo creo que sí- me dice haciendo un gesto señalando a Pablo- ya me lo dijo el enano ayer, que no te dejaba sola nunca- me dice con una mirada picara-

-Adriana: bueno vale, estoy confusa pero sí, puede que me esté enamorado, vamos puede no, lo estoy haciendo y no tiene sentido ninguno porque no puedes querer a dos personas de la vez

-Jota: si quieres a dos es porque del primero no estás enamorado de verdad ¿pensaste como te dije?

Adriana: sí, hemos pasado la noche en la casa de la sierra

-Jota: los dos solos? Te ha servido a que sí

-Pablo: creo que te debo de esperar fuera

-Jota: no Pablo, ven acercate, te voy a pedir una cosa, sabes lo que siente y veo que tu estás igual que ella, si lo vuestro se forma por favor cuídamela, no le hagas daño porque como eso pase no vas a tener por donde corre ¿ de acuerdo?

Pablo asiente y mi tia entra con la comida y mandando como siempre, venga irse que hay que hacerle algunas pruebas, esta tarde vienes y te quedas a cuidar al retrasado

-Jota: oye! No tenía suficiente con una que ahora la tia también

-Silvia: es la costumbre de oírla-dice giñandome el ojo-

-Jota: Adios niñata, por cierto mi respuesta a tu pregunta es sí.

Nos montamos en el coche y vamos rumbo a casa, no quiero que haya gente esperándome con lo cual no he avisado a nadie, prefiero entrar de la mano de Pablo, sin nadie que haga preguntas, y acostarme o tumbarme a tomar el sol.

Pero como siempre, la suerte no está de mi parte, voy agarrada a Pablo por la cintura y freno en seco pues en el jardín de mi casa no están otros que mis padres, Mariano y Hugo que al oír la puerta se gira...

Princesa ya estás aquí

El baile del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora