CAPÍTULO 10 ( PARTE 4 )

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Las Mujeres de la Baraja disponían su huida en la mansión de Macao.

- Ahora, girad a la izquierda y bajar las escaleras, os esperaré con la furgoneta en la entrada de la casa, necesito que esteis las tres o sino no tendremos tiempo de huir ya llevaremos a la policía pisándonos los talones, ¿Entendido? - Habló Helena.

- Entendido. - Confirmó Agnessa.

- Entendido. - La imitó la italiana.

- ¿Harakura? ¿Harakura? ¡Mierda! ¡Contesta!

La nipona no respondía a sus compañeras y el plan podría acabar siendo un auténtico desastre.

¿Que estaría haciendo?


- Ha sido... Guau, ha sido increíble. - Confesó Koyoro Zhang entre calada y calada que daba a su cigarrillo.

Harakura se encontraba desnuda a su lado y había recibido las órdenes de Helena pero no pudo contestar por que el hombre estaba muy pendiente de ella, debía avisar a sus colegas que estaba todo en orden o la operación se iría al traste o incluso las demás Mujeres de la Baraja se irían sin ella de Macao. ¿Qué podía hacer?

Al lado derecho de la cama había una botella de Champagne rosado y ella llevaba somníferos en el bolso, sólo tendría que ir al baño, aplastar los somníferos y ofrecerle una copa de vino al millonario con la droga dentro, así ella podría escapar por el tejado.

- Koyoro, voy al baño un segundo. - El hombre la miró con aprobación. La mujer cogió el bolso y corrió hacia el aseo. - Chicas, chicas. Estoy aquí. - Dijo en tono suave, esperando que el micrófono incrustado en su muela captara su voz en ese tono.

- ¡Harakura, gracias al cielo! ¿Dónde estás? Ya han alertado a la policía de Macao y vendrán en poco tiempo. Estoy en la entrada, en la furgoneta esperando a Agnessa y a Antonella, las estoy visualizando por la cámaras de seguridad, en menos de dos minutos estarán aquí y tú deberías hacer lo mismo.-Informó Helena más nerviosa que de costumbre.

¿Dos minutos? El somnífero no haría efecto en tan poco tiempo...

- Helena, necesito que confíes en mí. Necesito diez minutos más, le voy a drogar para que se duerma... Pon el cronómetro, si no estoy en diez minutos en la furgoneta... Iros sin mí.

Harakura sacó seis pastillas de color amarillento de su bolso y las aplastó con un bote de colonia que había en un estante, se guardó el polvo amarillo en una mano y salió al aposento de nuevo. De espaldas a su cita, cogió la botella de Champagne, dos copas y las llenó hasta arriba, añadió la droga en una de ellas y la removió con el dedo.

Se acercó a la cama y le ofreció la copa:

- Brindemos... por habernos conocido. - Celebró Koyoro Zhang.

Harakura le  miró y chocó su vidrio contra el de su pareja. Quedaban menos de cinco minutos. El alcohol consumido por el chino durante toda la noche y el hecho de no haber comido nada en varias horas hizo que el efecto de los somníferos se adelantara.

El hombre entornaba los ojos:

- Disculpa, estoy muy cansado. No sé qué me pasa...

Un minuto.

Al fin, el chino estaba dormido.

Harakura no tenía tiempo de atravesar todas las habitaciones y pasillos hasta llegar a al entrada principal y se le ocurrió un peligrosa e ingeniosa idea: Cogió su vestidos de seda roja de miles de dólares y lo rompió en trizas, las ató y las enganchó en el balcón del dormitorio principal. Se apoyó en el borde de mármol y miró hacia abajo, ahí estaba el furgón, a unos cinco metros de altura, no lo pensó dos veces y comenzó a descender. Miró hacia el frente, se oían las sirenas de policía a lo lejos.

Saltó y cayó encima del techo del vehículo, desató el vestido para no dejar pruebas y golpeó el techo para que sus compañeras se cercioraran de su llegada:

- Arrancad, perras. No nos van a pillar esta noche.


Veni,vidi,vici (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora