CAPÍTULO 10 ( PARTE 6 )

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Allí estaban, las Mujeres de la baraja rodeando la mesa del comedor de la suite del hotel.

Bip, bib, bip. Bip, bip, bip.

Otra vez ese maldito aparato. Harakura lo dejó encima de la mesa y volvió a deslizar su dedo sobre la pantalla.

- Queridas mías, como os he dicho antes estoy contento con vuestro entrenamiento, por lo que os voy a hacer un regalo a cada una de vosotras. Quiero avisaros de que cada uno de los regalos tiene condiciones, será elección vuestra aceptarlos o no. Que comience el juego. -Rossi finalizó la videollamada.

- ¡Eh! ¿Dónde están nuestros regalos, capullo? - Gritó Harakura sin saber muy bien a quién. Nada más hablar volvió a sonar la tablet.

Esta vez aparecía en la pantalla un paquete de regalo de color rojo que parpadeaba y en la etiqueta del regalo ponía Helena.

Helena pulsó encima del regalo y apareció un cuadro de texto:

''Hola, Helena. Este es tu regalo: Vas a poder realizar una llamada a tus hijos ahora mismo, la única condición es que no vas a poder hablar con ellos, sólo escucharles. Si quieres la rosa deberás aceptar las espinas, ¿aceptas?'' Y dos botones, el verde en el que ponía ACEPTAR en mayúsculas y el rojo en el que se rotulaba DENEGAR.

Helena no dudó, pulsó el botón verde y automáticamente se escuchaba el tono de llamada.

Un tono

Dos tonos

- ¿Hola?

¡Dios mío! ¡Era Violeta! Su niña... Helena rompió a llorar.

- ¿Hola? ¿Hay alguien? - Preguntó Violeta desganada.

Helena sólo quería escucharla.

Violeta esperó unos segundos y sin pensarlo muy bien preguntó:

- ¿Mamá? -¿Qué? ¿Cómo lo había sabido?- ¿Mamá eres tú?

Violeta sollozaba y Helena no pudo resistirse más:

- Sí, mi amor, soy yo. -Helena se quitó las lágrimas de encima del labio con la lengua. - Estoy bi... - La llamada había acabado y apareció Rossi en la pantalla de nuevo:

- Os dije que no me gustaban los desobedientes. No has cumplido el trato, la condición era que no podías hablar con ellos, sólo escuchar. Acabas de firmar la sentencia de muerte de tus hijos, Helena. -Rossi desapareció de nuevo.

Las Mujeres de la Baraja no podían creerlo. ¡Rossi iba a matar a Max y a Violeta! Helena se encontraba a miles de kilómetros de sus hijos, nunca conseguiría salvarlos. 

La Dama de Tréboles, la Reina de Diamantes y la Reina de Corazones se retiraron a sus aposentos y dejaron a Helena sola en el salón con su tormento, pero minutos más tarde salieron las tres de sus dormitorios con todos sus equipajes, mochilas y bolsas.

Helena se quitó las lágrimas de la cara y las miró:

- ¿Qué hacéis? ¿Dónde vais?

Agnessa cerró una bolsa deportiva y le contestó:

- ¿Crees que así salvarás a tus hijos? ¿Llorando? Me das vergüenza, Dama de Picas. - La regañó con un fuerte acento ruso.

Antonella seguía haciendo el equipaje.

- Pobre Rossi... - Musitó Harakura.

- Pobre Rossi, ¿por qué? - Preguntó Helena.

Las otras tres damas se miraron unas a otras con complicidad.

- Por que no sabe con quién se está metiendo. Somos Las Mujeres de la Baraja y nos vamos a Monteluna. Vamos a salvar a tus hijos.

Veni,vidi,vici (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora