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Llevamos una hora en la carretera, por la ventanilla ya solo se ven casas cada dos o tres kilómetros, estamos rodeados de bosques e infinidad de verdes y marrones me llenan la vista. Bajo la ventanilla y cojo una gran bocanada de aire. Huele a pino y a hierba húmeda.

-¡En cuanto lleguemos pienso emborracharme como un cosaco! ¿Dormiremos juntas, Ry?
-Claro.
-¿O prefieres dormir tu con ella eh, Drakey?
Giro la cabeza para poder asesinarla con la mirada y me fijo en la cara que está poniendo Drake.
-Eso tiene que decidirlo ella -dice con media sonrisa.
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a mirar por la ventana. Un cartel nos indica que ya hemos llegado a Pineswood. Lo señalo y miro a Marie.
Yujuuuu! -grita.
Subimos más la música y Drake toca el claxon dos veces. Liam responde de la misma manera. Ya queda poco.

Aparcamos y bajamos del coche. Tengo el pantalón corto pegado a los muslos por el calor y ya puedo notar como la humedad del lugar se adhiere a mi piel. Apenas veinte metros separan la enorme casa del agua, es genial.
-¡Nena, se te cae la baba! -me dice Sarah.
-Estoy enamorada de esta casa, ¿a tus padres les importaría si me la quedo?
-Que va, no se enterarían, llevan tres años sin venir, los últimos que estuvimos aquí fuimos Liam y yo en Navidades, ¿te acuerdas, cariño?
-Si, casi morimos congelados y la loca esta quería bañarse en el lago en pelotas.
-Exagerado -responde Sarah dándole un beso en la boca.
-¡Id a una habitación! -dice Drake
Liam le susurra algo a Sarah al oído y ésta se ríe. Vaya dos.

Abro el maletero para sacar mi bolsa pero no está.
-Ya la he cogido yo -me dice Lukas.
-Gracias -sonrío - ¿Tienes ganas? 
-¿De estar aquí? -asiento - Claro.
Entramos sonriendo y ya están todos en el salón. Ahora tenemos que decidir quien duerme con quien, y escoger habitación.
-Liam y yo juntos, evidentemente -dice Sarah apartándose el pelo de un manotazo.
-Evidentemente -dice Marie - Ry y yo juntas.
-Entonces solo quedamos tú y yo, Lukas.
-Guay.

Marie me arrastra hasta nuestra habitación. Es amplia, con dos camas individuales separadas por una mesita de noche de madera - como todo lo que hay en la casa - con una lamparita y un pequeño reloj-despertador. Las ventanas visten unas cortinas blancas y las camas, sábanas del mismo color. Enfrente de ellas hay una tele de pantalla plana último modelo - por supuesto - sobre un mueble-bar. La habitación es muy luminosa y tiene vistas al lago.
-Tenemos la mejor habitación.
-Hombre, se lo que te gusta el agua, por eso la he escogido -me dice con cara de suficiencia.

Nos tumbamos en la misma cama y suspiro.
-Nos esperan unas vacaciones de puta madre.
-Si -sonrío y nos quedamos mirando el techo hasta que pican a la puerta.
-Entra.
-Chicas, ¿que vais a poneros? -dice Sarah con un montón de ropa en los brazos.
-¿Hay que arreglarse? Porque no he traído nada bonito - digo.
-Yo te dejo algo -responde.
-Si claro, y me lo pongo en una oreja -Sarah viste por lo menos dos tallas menos que yo, además es más alta y tiene más pecho. Un pivón rubio. Marie, por el contrario tiene el pelo negro con un corte bob, igual de delgada pero algo más bajita. Yo, tengo el pelo pelirrojo, abundante y a media espalda, y también estoy delgada pero tengo las caderas anchas. La verdad es que no tengo ningún complejo, y me gusta mi cuerpo, pero la realidad es la realidad, y su ropa no me cabe.
-Que si, tonta, vamos saca lo que has traído y nos cambiamos.
Acabo de sacar todo lo que llevaba en la bolsa y lo pongo encima de la que va a ser mi cama durante los próximos días. Todo lo que tengo son camisetas anchas básicas y pantalones cortos vaqueros.
-Nada de eso vale. Es todo muy sport -dice Sarah - Toma, pruébate este vestido.
-Tú estás chalada -le digo con la prenda en alto - Esto es enano -y no miento, es un vestido de licra color menta, que apenas debe tapar los glúteos - Dame otra cosa más larga, por favor.
-Mmm... pues este -me pasa otro, esta vez más largo, de color crema, cuello halter de crochet y con vuelo.
-Guau, me encanta -digo embobada, me quito lo que llevo puesto y mientras me lo pongo repito un mantra - Por favor que me quede bien, por favor que me quede bien... - y sí, me cabe, las miro y pregunto - ¿Bien?
-Tía, estás buenísima -dice Marie.
-Preciosa -confirma Sarah.
-¿Si? Gracias -digo con una sonrisa tímida.

Ellas terminan de arreglarse mientras yo me peino con los dedos - para no deshacer las ondas naturales de mi pelo - y me pongo máscara de pestañas. Mi madre siempre me dice que es lo único que tengo que hacer, que el color de mis ojos no hay que taparlo con nada, cosa que no entiendo pues son de un corriente color miel.
Sarah lleva el vestido color menta, que le sienta como un guante, y se ha hecho una cola de caballo. Marie se ha puesto una falda de tubo por encima de las rodillas, gris de punto y una camiseta de tirantes corta, enseñando el ombligo.
-Sin tacones -digo.
-Sin tacones -repiten al unísono.

Bajamos las escaleras - ellas en sandalias, yo descalza - y nos encontramos con los chicos en el salón. El equipo de música está encendido y ya están bebiendo, lo que parece ser, ron con Cola. Sarah corre hacia Liam a darle un beso y decirle lo guapo que está. Y es verdad, Liam es alto, más que ella, rubio y de complexión atlética, se ha vestido con una camisa de cuello mao de color blanco y unas bermudas informales color crema. Los tres chicos llevan la misma camisa, pero Lukas en color azul marino y Drake en negro.
-¿Os habéis vestido igual, marineritos? -dice Marie picándolos. Se miran sorprendidos.
-¡No se habían dado cuenta! -dice Sarah, y las tres rompemos a reír mientras ellos siguen desconcertados, cosa que nos hace más gracia aún.

Me siento en el lujoso sofá junto a Lukas, con una Cola en la mano.
-Estos dos no pierden el tiempo -dice señalando a Sarah y Liam con la cabeza. Están bailando pegados, muy pegados.
-No -río.
-Es raro, ¿no? Cuatro años juntos y siguen igual que el primer día.
-Es bonito, ojalá todas las relaciones fueran como la suya -y lo pienso realmente, se tienen mucho cariño y respeto mútuo, confían el uno en el otro y se hacen reír - Algún día yo también quiero algo como lo que ellos tienen.
-Puede que tengas a alguien así más cerca de lo que crees -y se que se refiere a Drake.
-Puede, pero no quiero arriesgarme a perder a un buen amigo.
Lukas no contesta, y yo me levanto a por un cigarrillo que no encuentro.
-Toma -dice Drake.
-Gracias -lo pone entra mis labios, coloca otro entre los suyos, y enciende los dos a la vez con el mechero.
-Tenemos que encontrarle una chica a Lukas, está muy gruñón -dice levantando las cejas repetidamente.
-Pff... -resoplo poniendo los ojos en blanco.
-Puedo llamar a una amiga, vive cerca. Puede que le apetezca venir.
-Como quieras -digo, apagamos los cigarros y él le da un trago a su vaso.
-¿Quieres beber algo?
-No, aún no.
-Pues concédame este baile, señorita -dice haciendo una reverencia exagerada.
-Vale -me río y el me coge por la cintura con una mano y con la otra agarra la mía. Pongo la que me queda libre en su hombro y empezamos a bailar un vals a pesar de que está sonando una canción de reggaeton.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora