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Los viajes en coche siempre me han gustado, me dejan tiempo para simplemente escuchar música y pensar. No hace falta que me ponga a ello y me decida por una situación o un tema, viene solo. Y esta no es una excepción.

Recuerdo la primera vez que mi madre me presentó a Mike, ella estaba nerviosa y él, aunque no quisiera que se notase, estaba histérico. Supongo que mi madre pensó que iba a comportarme como una niña celosa y caprichosa que no quiere que nadie robe la atención de su madre, pero no fue así, aunque solo tenía trece años, era lo suficientemente madura para comprender que, tras diez años de luto sentimental por la muerte de mi padre, ella se merecía darse una oportunidad a sí misma y a Mike. Ella habló conmigo más tarde, cuando él se marchó y me felicitó por haberme comportado tan bien y me dijo lo orgullosa que estaba de mí. Ya eres una pequeña mujer, Riley.
Tras aquél día, Mike estuvo con nosotras la mayoría del tiempo, estuvo en nuestros cumpleaños, en mi primer tatuaje, la primera -y por suerte única- vez que nos cortaron la luz por impago, la primera vez que traje al grupo a casa, en mi graduación…
Se que no intenta sustituir a mi padre, aunque yo era muy pequeña cuando falleció, pero Mike me ayudó en innumerables veces y estuvo ahí cuando fallé, simplemente apoyándome. No voy a decir que él me ha criado, de eso se encargó muy bien mi madre antes de conocerle, pero sí ha sido una persona muy importante en mi vida y lo considero mi familia aunque no compartamos la misma sangre.
Riley, me he enamorado de tu madre me susurró a los pocos meses de conocernos, un día cualquiera en mi casa, en un despiste de mi madre ¿Me das permiso para pedirle matrimonio algún día? Asentí con la cabeza y él me acarició el pelo. ¡Claro que quería que se casaran! De echo, sigo queriendo que se casen, mi madre es feliz a su lado, ¿qué más puedo pedir?

- ¿Nena?
- ¿¡Eh!? –me sobresalto.
- Te he preguntado si necesitas ir al baño, vamos a parar en diez minutos.
- Ah, si, si.
- ¿Te he despertado? –dice Drake apartando la mirada de la carretera unos segundos.
- No, que va solo estaba pensando.
- ¿En mí? –dice arrogantemente.
- Si, pensaba en lo mucho que me gustaría que me comprases una hamburguesa con bacon –digo en tono soñador.
- Eres vegetariana.
- Bien, veo que ya pillas el sarcasmo. Vamos progresando.
- Ja-ja qué graciosa –estaciona en la gasolinera y me da un amistoso empujón.

- En serio, está muy rarito –dice Marie sobre Lukas.
- Lo se, ¿tú lo has notado, Ry? –esa es Sarah. Estamos en el baño de chicas, yo sentada junto al lavamanos mientras ellas… hacen sus necesidades. Y sí, se oye todo.
- Si, lo he notado. Haced el favor de mear más rápido, que aquí me muero de calor…
- Ya, ya –tira de la cadena.
- No puede una cagar tranquila –Espeta Marie tras tirar de la cadena.
- Marrana –salimos del baño.
- Vamos a la tienda, quiero comprar algo para beber.

Para beber decía, se ha comprado media tienda, chuches, patatas fritas, barritas de chocolate, creo que hasta ha cogido un paquete de jamón al vacío.
- No entiendo como puedes comer tanto, Marie.
- Estoy creciendo necesito alimentarme.
- Tú dejaste de crecer hace años –me meto con ella, es la más bajita de las tres.
- Umpa lumpa –Sarah y yo reimos.
- Que graciosas –nos saca la lengua.
- ¿Ya estáis, chicas? –Liam está apoyado en la auto caravana con los brazos cruzados.
- Si.
Nos montamos pero esta vez conduce Liam y Sarah se sienta en el lugar del copiloto. Detrás se está bastante cómodo, hay dos filas de asientos con tres sitios cada una. Me siento junto a Lukas, porque no me apetece que Marie me llene de migas y bolsas vacías.
- Ey –le sonrío.
- Hola.
- ¿Lo estás pasando bien?
- Um… si, claro.
- Genial –no se que más decirle, tras la noche en la acampada me siento un poco incómoda. Aún no me ha aclarado si pasó algo entre nosotros, pero este no es el lugar idóneo para hablar de ello, tendré que esperar.
- Hafe mfucho caloff –Marie farfulla con la boca llena de patatas.
- Por Dios, traga –le pide Drake.
- Ya te gustaría.
- ¡Marie! –la riño.
- ¿Qué? No insinuaba nada sexual…
- Ya, claro.
- Decía que hace mucho calor.
- Estamos en verano, es normal.
- Istimis in virini –me imita con voz de pito y yo ruedo los ojos.
- Es como hablar con una niña pequeña –digo y Drake se ríe.
- Chicos –Liam nos llama – el próximo pueblo está a una hora, ¿queréis visitarlo?
- Vale, podemos comer allí.
- De acuerdo –coge la siguiente salida.

Ya hemos salido del pueblo, allí hemos comido y hecho un poco de turismo, en total apenas nos ha llevado dos horas pero es que realmente era un lugar muy pequeño, aunque pintoresco.
Están todos en silencio y la música está bajita, el sol ya no es tan molesto y el calor es más soportable. Me vendría bien echar una cabezadita, el madrugón y el viaje me han cansado bastante.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora