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Pienso que va a besarme pero lo que hace es pasarme una camiseta por la cabeza, y yo paso los brazos por las mangas. Me da un casto beso en la cabeza, y tras colocarse en mi espalda me hace una trenza en el pelo tan rápido que me sorprendo, coge la ropa de mi cama - de ahí ha sacado la camiseta - y la pone sobre la mochila. Me empuja suavemente y me dejo caer en el mullido colchón.

- Gracias susurro.
- No hay de que, princesa.
Cierro los ojos y me quedo dormida.

Me despierto con los primeros rayos de sol. Marie está en la cama dormida, y yo me levanto. Mierda, tengo un dolor de cabeza bastante importante. Me acerco a la ventana y observo el lago. Decido ponerme el bikini, una camiseta cualquiera y bajo descalza las escaleras. El salón está vacío, parece que he sido la primera en levantarse. El reloj marca las ocho, voy hasta la cocina y me tomo un analgésico y un vaso de zumo. Salgo fuera, el sol y la brisa mañanera acarician mi piel y mecen mi pelo. Me quito la camiseta y la dejo en las escaleras que dan paso a la casa.

Cuando el agua toca mis pies me recorre un placentero escalofrío, no dudo, sigo andando hasta que el agua me llega a la cintura, es tan clara que puedo verme los pies, y está fresquita.
No se cuanto tiempo paso nadando, me sumerjo por última vez y buceando llego a la orilla. Cuando saco la cabeza del agua me doy cuenta de que Lukas está sentado en las escaleras, con una toalla en el regazo. Ando hasta él.

- ¿Un bañito mañanero? -dice y me tiende la toalla para que me seque.
- Si, me ha sentado genial. ¿No te metes?
- No, me da nosequé.
- Vale -me siento a su lado y nos quedamos mirando el lago.

- ¿Os acostasteis?
- ¿Qué?
- Drake y tú.
- No, se portó como un caballero -recuerdo con una sonrisa.
- Más le vale - la respuesta me sorprende. Le miro, pero él no contesta, sigue con la mirada al frente. Me permito el lujo de observarle. Lukas es muy mono, tiene los rasgos marcados pero dulces.
- Voy dentro, ¿vienes? Tendrás que desayunar, has estado horas nadando.
- Si, vale -me levanto y me pongo la camiseta.

En el salón ya están todos, y el reloj marca las diez y poco. Cojo un bollo de la cocina y me siento en el sofá, junto a Drake.
- Gracias por lo de anoche, te portaste genial conmigo.
- No me las des, tonta. Eres una princesa, hay que tratarte como tal -el comentario me hace sonreír y él me da un leve empujón con el hombro.
- Veo que alguien ya se ha metido en el agua -dice Liam dirigiéndose a mí - ¿Está muy fría?
- Está buenísima.
- No me fio yo de ti, seguro que está congelada -dice Sarah y yo ruedo los ojos.
- ¿Qué haremos hoy?
- Pues yo he pensado en llamar a una amiga que vive cerca, nos puede enseñar el pueblo -dice Drake.
- ¿Laura? -le pregunta su hermano. ¿También la conoce?
- Si
- Vale, a mi me parece bien.
- Pues vestiros.

Subimos todos a las habitaciones menos Drake, que está marcando el número de la tal Laura. Arriba, las tres nos cambiamos en la misma habitación. Cambio el bikini, ya seco, por ropa interior y me pongo una camiseta de tirantes, unos pantalones cortos vaqueros y las zapatillas de deporte. Las chicas llevan ropa similar. Me recojo el pelo en una coleta mal hecha y bajamos.

- ¿Laura viene?
- Si, nos espera en la plaza del pueblo.
- En marcha.

Esta vez me toca en el coche de Liam y Sarah, que van hablando entre ellos todo el camino, cosa que entiendo y no me molesta. Miro por la ventana y me doy cuenta de que hemos parado.
- Ya estamos. Ahí está Laura.

Salgo del coche y miro a la chica que está sentada en un banco a través de mis gafas de sol. Es menuda, con el pelo larguísimo y rubio, y va vestida con un pantalón corto de chándal y un top que deja su ombligo a la vista. Se acerca corriendo hacia Drake y le da un fuerte abrazo. Algo se me remueve por dentro pero no se que es. Me enciendo un pitillo y me acerco hasta donde están todos presentándose.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora