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Después de ver a Riley marcharse en su coche, decido ir a tomar una copa. Sí, yo solo, se que es bastante patético, pero me la pela. Entro en el primer bar que encuentro y pido un whisky solo con hielo. La tía de la barra me guiña un ojo, pero no le hago caso. Tiene un buen par de tetas, quizás si no me sintiese tan hecho mierda me la ligaría.
Pero ¡joder! ¿Por qué ha tenido que aparecer así, después de cuatro años, tan jodidamente guapa y hacer cómo si nada hubiera sucedido? Es injusto. Bebo un trago casi todo el vaso y pido otro.
Recuerdo lo mal que lo pasé cuando me echó de su casa… Y de su vida. Así, sin más. Fuera.
Bebo otro trago.
Casi dos meses, en los que no dijo absolutamente nada, y yo a su lado intentando ayudar, y lo primero que dijo fue fuera. Lo normal hubiera sido odiarla, pero no, ¡jodido niñato estúpido y enamorado! Seguí preguntándole día a día a su madre cómo evolucionaba, durante todo un año. Un puto año pensando diariamente en ella. Casi suspendí absolutamente todas las materias, no podía concentrarme en mi cabeza solo tenía sitio para Riley, lo único que me distraía era el rugby. Gracias a Dios se me da de puta madre, si no, no se que hubiera hecho.
Acabo lo que queda en el vaso y pido otro whisky, esta vez doble.

Después conocí a Irina, estaba en mi clase y era la tía más buena de toda la universidad, el pelo castaño y rizado, largo hasta casi las caderas, un cuerpazo increíble y cara de muñeca. Sí, desde luego todos los tíos se giraban al verla pasar. Y un día se fijó en mí. Y yo dos años después le rompí el corazón.
¿Lo nuestro no funciona? ¿Y ya está, no hay motivo? Dijo llorando. Lo siento fue lo único que pude responder. Menudo cabrón.

- Ponme otra, guapa -agito mi vaso vacío y los hielos repiquetean.
- Se ha terminado mi turno, si quieres puedo servirte una en mi casa -se apoya en la barra y bate las pestañas. ¿Por qué no, joder?
- Claro -dejo un par de billetes y salimos fuera.
- Vivo cerca, podemos ir andando.
- Genial.

- ¿Qué hiciste qué? -me grita Marie. Las demás personas de la cafetería nos miran descaradamente.
- Baja la voz…
- ¿¡Me estás diciendo que te tiraste a una camarera!? -ignora lo que digo y vuelve a gritar. La señora que tenemos al lado me mira con mala cara y yo niego con la cabeza.
- Sí, no chilles, haz el favor…
- ¿No ibas a hablar con Ry?
- No pude.
- ¿Oh vamos, perdiste los huevos por el camino? -golpea la mesa y yo pongo los ojos en blanco. La señora sigue mirándonos y Marie se da cuenta.
- No sea cotilla, señora… -la mujer abre los ojos muchísimo y se marcha ofendida.
- Qué grosera eres -me río.
- Sí, sí, lo que tu digas… La cuestión es, ¿por qué no pudiste hablar con Riley pero sí pudiste acostarte con una desconocida?
- No lo se… -no cuela.
- Sí lo sabes, dímelo -se cruza de brazos.
- Es por algo que dijo.
- ¿Qué?
- Dijo… “no me he dado cuenta hasta ahora pero os he echado de menos”
- ¿Y eso es malo?
- ¡Pues claro, joder! Yo sí me he dado cuenta cada jodido día de que la he echado de menos.
- Entiéndela, le costó muchísimo superarlo.
- Fue difícil para todos, Marie.
- No. No lo entiendes. No sabes lo que dijo…
- ¿Lukas? -ella asiente - ¿Qué dijo?
- Resumiendo -suspira. Hablar de esto resulta muy duro – le echó las culpas de todo. La culpó por lo que él hizo. Y…
- ¿Y? -mis manos se convierten en puños.
- La violó. No aquel día, cuando fuimos de acampada, la drogó y después… -no puedo oír más, doy un golpe en la mesa y me marcho.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora