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Nos sentamos en la terraza del restaurante y pedimos una pizza cuatro quesos para los dos y colas. Me enciendo un cigarro.
- ¿Quieres? -le ofrezco.
- No, gracias. Ya no fumo.
- ¿El rugby?
- Exacto -sonríe.
- ¿No te importa? -señalo el pitillo y el niega.
- No, tranquila.
- Vale. Te has puesto muy elegante -digo mirando su camisa.
- Y tú muy guapa -sonríe – Llevas el pelo larguísimo.
- Sí, ¿crees que debería cortármelo?
- No, me gusta así -sonríe. El camarero deja nuestra cena en la mesa y empezamos a comer.
- ¡Qué buena! -digo con la boca llena.
- Por eso te he traído.
- Mmm… -pongo los ojos en blancos exageradamente y él ríe.
- Y dime, ¿cómo lleva tu madre todo el tema de la boda?
- ¡Está histérica! El otro día fuimos a comprar el vestido que tenía encargado y prácticamente me llevó a rastras -río – La verdad es que le queda genial.
- ¿Tú tienes ya tu vestido?
- No y no me lo recuerdes, ya lo hace mi madre.
- Puedo acompañarte a comprarlo.
- ¿Ahora? No creo que abran las tiendas solo para nosotros, son las diez de la noche -bromeo.
- Decía otro día -me hace burla.
- ¿Estás pidiéndome una segunda cita, Drake? -digo batiendo las pestañas exageradamente.
- Solo si aceptas.
- Claro -río.
- Así me ayudas a escoger un traje para mí.
- ¿Te ha invitado mi madre? -estoy sorprendida.
- Sí, pero si te molesta no voy.
- ¡No! Que va, no es eso, es solo que no me dijo nada.
- ¿Entonces vamos de compras el lunes?
- Por supuesto -sonrío.
Comemos lo que queda de pizza hablando sobre cosas triviales y cuando acabamos los postres, pagamos y salimos a dar un paseo. Él pasa su brazo por mis hombros y yo intento pasar el mío por su cintura, pero es tan ancha que no me llega, eso le hace reír y yo me sonrojo.
- ¿Vives con tus padres? -pregunto de repente.
- No, tengo casa propia, puede llevarte y hacerte cosas sucias si quieres -levanta las cejas repetidamente y yo río.
- No lo decía por eso, es que cómo Sarah y tu hermano viven juntos… tenía curiosidad.
- Ya veo. Por cierto, cuéntame cómo funciona tu empresa -me paso un rato explicándoselo y él escucha atento.
- ¿Y tú? ¿A qué te dedicas? -no recuerdo si Marie me lo dijo.
- De momento al rugby profesional, más adelante cuando ahorre lo suficiente montaré una empresa.
- ¡Estás forrado! -suelto y él ríe.
- No te creas, no nos pagan tanto como a los jugadores de futbol americano.
- Ah…
- Un día puedes venir a ver algún partido.
- ¡Claro! Eso estaría muy bien -le sonrío y nuestras miradas se cruzan. A pesar de la poca luz puedo ver cómo sus pupilas de dilatan – Tienes unos ojos preciosos…
- ¿Eso no debería decírselo el chico a la chica? -ríe.
- Ya sabes que yo no soy muy convencional -digo y muestro mi mano derecha.
- Lo se -la acaricia – me encantan tus tatuajes.
- Tengo algunos escondidos que son muy… interesantes -digo con voz sensual.
- ¿En serio?
- No -estallo en carcajadas, la cara que pone es buenísima.
- ¡Qué mala! -él ríe también. Llegamos a mi coche.
- Ya hemos llegado -lo señalo.
- ¿Quieres… tomar algo? -se rasca la nuca nervioso.
- Vale -río suavemente, él no suele ser tan tímido - ¿Dónde te llevo, guapo? -abro el coche con el mando a distancia.
- Podemos ir a mi casa -yo levanto una ceja y él niega rápidamente - ¡No lo decía por lo de antes! Es solo que allí estaremos más tranquilos y eso.. ¡Pero podemos ir dónde quieras! -dice nervioso y me hace reír.
- Anda, sube Casanova -me monto en el asiento del conductor y él sube a mi lado. Me nombra la dirección y arranco.
- Es un buen coche.
- Lo compré de segunda mano con lo que gané con el primer cuadro que vendí -digo orgullosa.
- ¿Me enseñarás tus cuadros? -pregunta y yo río sonoramente.
- Eso ha sonado bastante obsceno, pero sí.
- Mente sucia…

Aparco frente a su garaje y silbo. Es una casa unifamiliar con un jardín enorme. Entramos y vuelvo a silbar esta vez más exageradamente. Por dentro es aún más grande de lo que parecía y todo está decorado con mucho gusto.

Nunca llores en veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora